Cancha embarrada

Andrés Fassi cambia el estatuto de Talleres para buscar la reelección y consolida un club a su medida

Aunque está suspendido por la AFA, activó la re-re. Cambió reglas internas para manejar los hilos sin oposición. El parecido con Chiqui Tapia. El argumento.

Andrés Fassi, presidente del Club Atlético Talleres de Córdoba y poderoso empresario argentino-mejicano apodado “el zorro”, aceleró a fondo esta semana para lanzarse de lleno a la arena electoral de fin de año, con las cartas convenientemente marcadas de antemano para asegurarse un triunfo sin mayores contratiempos.

Antes que esa contienda partidaria, en la cual todavía no se anotó pero tampoco se bajó, Fassi tiene que atender su propia quinta: Talleres.

Allí afronta un doble desafío. Su mandato como presidente termina en noviembre y por estatuto del club no puede presentarse a un nuevo período; y ese frente institucional convive, como nunca antes, con el peor semestre deportivo del club en décadas.

El presente del Club Atlético Talleres

Si bien Talleres le ganó en marzo pasado por penales la Supercopa Internacional a River, en lo que significó su primer título nacional en AFA, el equipo ya quedó fuera de la Copa de la Liga, de la Copa Argentina y perdió tres partidos en Copa Libertadores, donde también está un paso de la eliminación.

Por primera vez desde 2014, en que Fassi llegó a Talleres, en el último partido como local el equipo se fue abucheado del Estadio Mario Kempes al grito del “que se vayan todos” y las esquirlas de ese reclamo hicieron mella en la imagen del propio presidente.

Hasta el año pasado, Fassi tenía un apoyo monolítico, con un fuerte blindaje institucional y mediático. Hoy, es una incógnita. Según el presidente, sólo un 20% de hinchas cuestiona su modelo de conducción y los chicanea señalando que “solo insultan” y que “no tienen memoria” de dónde estaba el club hace 10 años.

Fuerza siempre la memoria selectiva de que con él, el club volvió a primera división. Pero no asume el presente, que lo tiene a Talleres a solo dos puntos de un posible descenso a la B.

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El Club Atlético Talleres se consagró campeón de la Supercopa con Andrés Fassi en la tribuna.

El Club Atlético Talleres se consagró campeón de la Supercopa con Andrés Fassi en la tribuna.

Fassi evoca siempre los años anteriores a 2014, cuando Talleres deambulaba por el torneo Argentino A. Pero omite señalar que, en aquel momento, los hinchas eran el único sostén real del club y que él especulaba desde México cuándo sería el momento oportuno para desembarcar en Córdoba.

Lo hizo recién cuando la administración ordenada por la Justicia y un puñado de socios notables, nucleados en el llamado Fondo de Inversión, levantaron la quiebra, sanearon al club y lo devolvieron a los socios.

El empresario, impulsor de la Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) en el fútbol, apareció solo cuando la institución era económica y deportivamente viable para su principal negocio: la compra y venta de jugadores.

Como los tres mosqueteros: todos para Andrés Fassi

¿“Un solo Talleres” o “Talleres de uno solo”? En ese aparente juego de palabras, que no es tal, se juega hoy el destino del club más popular de Córdoba.

La primera frase es un latiguillo que siempre repite Fassi, bajo la consigna de una supuesta “sinergia” entre todos los actores del ámbito Talleres, para llevar el club adelante.

La segunda consigna, es la que pinta realmente la realidad: al club lo maneja él, con mano firme, toma todas las decisiones y los socios son convidados de piedra, considerados apenas como clientes, que solo deben pagar mensualmente una cuota para poder ir a ver al equipo. Un club privatizado, no en lo formal, pero sí en los hechos.

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Andrés Fassi, presidente del Club Atlético Talleres de Córdoba.

Andrés Fassi, presidente del Club Atlético Talleres de Córdoba.

A esa diferenciación la blanqueó sin vueltas el propio Fassi, en una entrevista que concedió en enero pasado a Cadena3. “Mi desembarco era muy claro y se los decía a los Roggio, a los notables: que no le iba a pedir un peso a nadie, pero decido yo. Yo no comparto mis decisiones de valor de gestión. No las comparto, porque en Pachuca fuimos dos, Jesús Martínez y Andrés Fassi. Por eso Pachuca es hoy lo que es. Si yo hubiese tenido una comisión directiva de 30 personas, donde 15 opinan esto, 10 otra cosa y cinco opinan esto, no hay forma”.

Más claro imposible. Siempre visualizó y verbalizó que venía para quedarse 20 o 30 años y que el único decisor era él, con un club totalmente cerrado a cualquier tipo de participación. Algo así como: “A Fassi no se le discute. Ni el poder, ni sus decisiones”.

Por eso ahora está por remover, nuevamente, las barreras legales y estatutarias que se le impiden ir por la reelección. Un club a la medida de sus necesidades e intereses.

Un estatuto para blindar y otro para seguir en el club de Córdoba

Ya en 2017, Fassi modificó por primera vez el estatuto del club y puso condiciones leoninas, que no pasarían un mínimo control de legalidad democrática. Se blindó absolutamente, para que nadie lo incomode.

Así, para postularse a un cargo en Talleres hay que “tener experiencia directiva en instituciones, haber integrado órganos de gobierno del club y poseer avales de honorabilidad y solvencia”. Todos requisitos que controla y exige el propio oficialismo.

Pero hay más: para ser candidato a presidente o vice, hay que acreditar experiencia previa en algún órgano del club. Dicho de otro modo, tanto las nuevas autoridades o una eventual lista opositoras saldrían siempre, indefectiblemente, de filas del propio oficialismo.

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El estatuto también sepultó la posibilidad de cualquier participación de los socios, sea para opinar o controlar la gestión.

Fassi creó una asamblea de 100 socios, integrada por familiares, amigos, asociados suyos, empleados y proveedores del club, a quienes no se les conoce la voz y ni siquiera la cara en muchos casos. Son aplaudidores seriales del presidente, que supuestamente representan la voluntad miles de socios y de un par de millones de hinchas.

Cristalizada esa estructura impenetrable, Fassi empezó desde 2017 a preparar para su sucesión a su sobrino Gerardo Moyano Cires, actual vicepresidente 1° del club. También incorporó recientemente a su hijo Sebastián Fassi, como vicepresidente deportivo.

Al parecer, ninguno de ellos estaría lo suficientemente maduro o con la confianza de Fassi para intentar sucederlo en el club. El presidente decidió ir él mismo por la reelección.

El juego de las diferencias con Chiqui Tapia

Fassi ya tuvo tres mandatos en el club y pretende dos más. La idea es un calco de lo que hizo su principal enemigo Claudio Chiqui Tapia en AFA, que en octubre pasado accedió a su tercer mandato, hasta 2028, y podrá tener dos más.

En esa misma línea, Fassi convocó a los 100 asambleístas, le anticipó su candidatura y que pretende barrer con la limitante a su postulación. Se descuenta una aprobación expeditiva de ese pedido.

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Andrés Fassi y Claudio Chiqui Tapia, una guerra que se juega en la cancha del poder.

Andrés Fassi y Claudio Chiqui Tapia, una guerra que se juega en la cancha del poder.

Como moneda de cambio, se especula que accederá a ampliar el número de asambleístas (¿a 150? y flexibilizar algunas condiciones para la presentación de otras listas.

Algo así como un Pacto de Olivos que le asegure la re-re-re, aunque sin consensuar nada con la oposición, ni con opinión de los socios. A las condiciones del nuevo estatuto las pone únicamente Fassi y sus 100 asambleístas las votan a libro cerrado. Todo por el objetivo supremo de seguir en club.

Los 75.000 socios de Talleres no tienen otra alternativa que mirar desde afuera, con la ñata contra el vidrio. El dueño real de la institución, sigue mandando a voluntad. Muy, pero muy parecido a lo que ocurre en AFA.

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