FASE M

Una inflación sin freno obliga a Sergio Massa a recalcular todas las variables

Sequía, menos dólares, suba de precios, compromisos inabordables con el FMI, salarios en disputa y crisis internacional. Un combo explosivo para el presidenciable.

El atisbo de una tendencia de inflación a la baja de noviembre y diciembre se revirtió y quedó allá lejos en el tiempo. El 9,8% de inflación en alimentos que empujó este martes el 6,6% al que ascendió el Índice de Precios Consumidor (IPC) de febrero anunciado por el INDEC estableció una marca del 102,5% interanual. Los guarismos obligan a Sergio Massa a recalcular cualquier proyección de la economía sobre el calendario electoral que se aproxima. No hay pronóstico de ninguna consultora que le permita ilusionarse a la Casa Rosada y al titular del Palacio de Hacienda con transitar los meses previos a las elecciones con un IPC que comience con el número 3 en abril, aquella meta autoimpuesta que ensayó el ministro de Economía a fin del año pasado para cimentar sus deseos presidenciables.

El último dato de inflación adelanta el debate sobre las objeciones al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los compromisos que asumió el gobierno de Alberto Fernández. El pacto ya había quedado en el centro de la escena por las palabras de Cristina Fernández de Kirchner en su charla en Río Negro, las críticas del lunes por la noche de La Cámpora a la flexibilización que celebró el Palacio de Hacienda horas antes y el informe del economista Emmanuel Álvarez Agis respecto de la necesidad de “renegociar el acuerdo” porque el cumplimiento agravará la recesión por el ajuste fiscal que implica. “El acuerdo con el Fondo es letra muerta”, aseguran en el Instituto Patria.

La sequía va a golpear al sector agroexportador: se calcula que el Banco Central recibirá entre 9.000 y 7.000 millones de dólares menos que la campaña anterior de cosecha gruesa. Esa restricción de divisas va a impactar de lleno en el resto de las actividades que necesitan importar para funcionar.

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En el camino del círculo vicioso, se resentirá la creación de empleo, justo el dato que el Gobierno enarbola como bandera para destacar la economía preelectoral. El país registra 23 meses de crecimiento del empleo registrado y ya 2023 era un año con mínima proyección de crecimiento del PBI: el presupuesto nacional lo estimó en 2% y las consultoras privadas lo plantearon por debajo de ese número.

Massa sabe que no tiene tiempo para equivocarse. El número de la inflación traza la línea entre quienes acceden a un plato de comida y quienes no. Se sabe que la relación entre la suba de precios y la cosecha de votos en las urnas es inversamente proporcional. Mauricio Macri lo aprendió por las malas en 2019, cuando a pesar del "Sí se puede" dejó su mandato con 300% de inflación acumulada y perdió ante el Frente de Todos en primera vuelta. Su sucesor, que mantiene pretensiones reeleccionistas frente a un kirchnerismo que pretende pincharle toda aspiración, no sólo pasó el umbral de Cambiemos, sino que sigue sumando.

El otro parámetro eleccionario es el salario de la masa trabajadora. Con un IPC que subió por por tercer mes consecutivo, frente a un marzo que estacionalmente no proyecta un respiro, las paritarias también deberán recalcularse: ese techo del 30% en el primer semestre, teniendo en cuenta la meta de inflación futura del 60% establecida en el Presupuesto, también comienza a desmoronarse con la suba de precios mensual más alta registrada en los últimos 20 años. Eso sin mencionar el sector del trabajo no registrado, un universo de unos cinco millones de personas, que serán golpeado aún más fuerte.

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