El jefe de la misión para Argentina del Fondo Monetario Internacional (FMI), Bikas Joshi, llegó al país para escuchar in situ por qué Toto Caputo no cumplirá con la meta de acumulación de reservas. El Gobierno debía reunir, para la primera revisión trimestral del programa firmado, unos u$s 4.500 millones de reservas netas.
El ministro de Economía alega que, como el tipo de cambio ahora es flexible, no se justifica comprar dólares en el mercado oficial. Pero detrás de ese planteo, que en lo formal se apoya en el nuevo régimen de flotación administrada, el Banco Central acaba de admitir que está usando un viejo recurso para sostener el precio de la divisa: la venta de dólar futuro.
El ancla cambiaria, que ofició de clave para moderar la inflación en la primera parte del año, actualmente también se utiliza para evitar una mayor presión sobre las reservas reales del BCRA, que todavía muestran un rojo de u$s 7.300 millones.
Más deuda, menos reservas propias
El último informe del IERAL, firmado por Jorge Vasconcelos, señala que las reservas brutas ya superan los u$s 40.400 millones, pero que la distancia entre ese stock y el nivel neto sigue siendo preocupante. Esta asimetría llevó al Gobierno a profundizar el llamado "modelo Bontes": bonos en pesos suscriptos con dólares.
La meta oficial es colocar unos u$s 1.000 millones por mes para recomponer las reservas sin emitir pesos. A esto se suma un REPO con bancos internacionales por u$s 2.000 millones y la reciente emisión del Bonte 2030 por otros u$s 1.500 millones.
El programa económico lanzado el 11 de abril dejó en claro que la emisión monetaria sigue vedada, incluso cuando haya contrapartida en dólares. Esta decisión tuvo consecuencias: más presión sobre las tasas, encarecimiento del crédito y una desaceleración en la actividad.
Reservas BCRA ABRIL-JUNIO IERAL
Reservas del Banco Central y nivel de encajes de los depósitos del sector privado en dólares, evidencian la estrategia de Toto Caputo.
Aun así, el Gobierno considera que el esquema fiscal superavitario -el déficit cero- y la baja de la inflación justifican la continuidad del plan.
Inflación a la baja, pero sin respaldo
La inflación de mayo marcó 1,5% y la de junio podría ubicarse en torno al 2%. Para el oficialismo, es un éxito. Pero según el economista José Fanelli, consultado por Letra P, el éxito tiene bases frágiles: “Se bajó la inflación con el tipo de cambio como ancla, pero Argentina no tiene reservas”.
La estrategia monetaria no se sostiene con dólares propios sino con endeudamiento. Además de bonos y REPO, el BCRA interviene activamente en el mercado de futuros.
Las últimas cifras oficiales muestran ventas por casi u$s 2.000 millones en ese segmento, lo que implica compromisos a pagar en caso de una suba abrupta del dólar en los próximos meses.
A esto se suma el regreso de operaciones financieras como el carry trade, con tasas en pesos del 26,65% anual y una inflación que ya corre por debajo de este nivel.
Toto Caputo y el pragmatismo forzado
La llegada del nepalí Joshi, a cargo de auditar el programa del Fondo con Argentina, obligó al equipo económico a exponer su pragmatismo. Aunque Caputo y Javier Milei insisten en que el programa no corre riesgos por un incumplimiento parcial, reconocen que la meta de reservas no será alcanzada por medios convencionales.
Kristalina Georgieva y Javier Milei.
Kristalina Georgieva, la jefa del FMI, con Javier Milei.
La estrategia es ganar tiempo: el Fondo ya otorgó una prórroga hasta fines de julio y se descuenta que se pedirá un waiver (perdón técnico) para no frenar los desembolsos.
Según el IERAL, el Gobierno ya no espera llegar al piso de la banda para intervenir comprando dólares y desplazó el manejo de la liquidez hacia operaciones de mercado abierto realizadas por el Tesoro.
La mayor volatilidad en tasas de interés responde a este cambio, que busca mantener la disciplina fiscal sin tener que recurrir al Banco Central.
Un programa que no descarrila, pero se recalcula
La grieta entre las metas del programa y la realidad de la economía se vuelve evidente. Las autoridades aseguran que los compromisos de deuda de 2025 están cubiertos, pero el horizonte inmediato presenta dificultades: para 2026 y 2027 se proyectan vencimientos por al menos u$s 12.500 millones anuales sólo en capital.
Sin acceso pleno a los mercados y sin reservas netas positivas, la sostenibilidad del ajuste depende de la confianza.
A medida que se acercan las elecciones de septiembre y octubre, el riesgo país sigue arriba de los 680 puntos. Si la señal electoral no alcanza para bajarlo a 500 puntos, objetivo clave del oficialismo, ya se habla de un Plan B.