“Ya casi estamos”, auguran en los pasillos del Ministerio de Economía sobre las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Con fecha de viaje demorada, en el fin de semana largo siguen las conversaciones virtuales para redefinir las metas, adelantar desembolsos y acordar un monto para intervenir en los mercados. Si todo marcha bien, entre la foto del ministro de Economía, Sergio Massa, con la titular del organismo, Kristalina Georgieva, y la aprobación final del board habrá dos semanas de diferencia. Para cuando el escrito llegue a esa instancia, la Argentina necesitará al menos un 50% de los votos para aprobar las nuevas pautas. No será tan fácil: hay halcones y palomas.
El directorio o board del Fondo está compuesto por 21 directivos y 3 directivas con voto que pueden representar a uno o varios países miembro. Según el tamaño de su economía y su posición respecto al ranking mundial, cada nación tiene una cuota que determina, entre otras cosas, la cantidad de votos que le corresponden en las decisiones. La relación es de un sufragio cada 100.000 Derechos Especiales de Giro (DEG) la moneda de la entidad crediticia.
La posición de las distintas naciones varía. Según el economista y exdirector del FMI en el Hemisferio Occidental, Claudio Loser, “en general, no hay simpatía de países desarrollados, a veces China, para con la Argentina” ya que argumentan que “es tratada en forma demasiado mimada entre los emergentes”, explicó a Letra P.
Estados Unidos es el país con mayor presencia, un 16,5% de la participación, y por eso tiene lo que se llama poder de veto: su pulgar para arriba o abajo puede determinar una votación. La economista Elizabeth Shortino tiene en sus manos esa carta y no siempre fue favorable para la Argentina. Discípula de la secretaria del Tesoro norteamericano, Janet Yellen, en marzo del 2022 había anticipado a Georgieva su abstención cuando se trató el programa de Facilidades Extendidas (EFF) que cerró Martín Guzmán, mostrando una dura posición hacia el país. Pero luego de negociaciones del entonces ministro de Economía con su par estadounidense, la directiva del FMI cambió su posición a última hora. Atrás de ella se dio una ola de avales de otros miembros que estaban en duda.
Ahora, con Massa al frente de las negociaciones, EE.UU. tiene otros ojos. “Hay una decisión política del gobierno norteamericano en colaborar en una transición, en un soft landing (aterrizaje suave)”, afirmó a este medio un empresario vinculado a firmas norteamericanas que acompañó al presidente Alberto Fernández en su encuentro bilateral con Joe Biden en marzo de este año.
“La Argentina tiene un rol regional diferente que el de hace un año atrás. Ante la geopolítica definida por Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil) y Gustavo Petro (Colombia), el país pasó a tener un rol estratégico determinante. Estados Unidos cambió la política de América Latina como ‘patio de atrás’ y le conviene dar su apoyo”, consideró la fuente.
En el Ministerio de Economía prevén que contarán con el respaldo de Yellen, quien es la que baja directivas al staff técnico del organismo y hace tándem con Shortino. “Ellos quieren a Massa”, afirman en los pasillos de Hacienda y remarcan que el actual es un programa distinto al que pidió Mauricio Macri en 2018, que rompió con todos los moldes de la entidad multilateral de crédito. Un halcón que también puede ser paloma.
Más halcones
El segundo país con alto porcentaje es Japón, que tiene un 6.14% de los votos y está representado por Jun Mizuguchi. “Es uno de los países junto con las llamadas sillas nórdicas, del centro de Europa, que por lo general tienen posiciones más duras respecto a la cantidad de dinero que se le da a un país”, subrayó el exdirector del Banco Central Daniel Marx. Punto crítico para las negociaciones en curso, ya que aún no hay definiciones respecto a si el equipo económico conseguirá el adelanto del desembolso de U$S10.600 millones y es probable que esa discusión quede por fuera del Staff Level Agreement que se cerrará en los próximos días para ser aprobada o no en la etapa del board.
En ese punto, Loser opinó que hay dudas. “Creo que no hay apoyo para adelantar desembolsos en forma importante, aunque pueden considerar un poco por la sequía (digamos 2.000 o 3.000 de millones de dólares). Nadie quiere una Argentina fuera de programa y con atrasos”, analizó en diálogo con este medio. A Mizuguchi tampoco le cae en gracia los incumplimientos a las metas de reservas internacionales, déficit fiscal y asistencias al Tesoro que hasta ahora el Gobierno no corrigió y puede comportarse como un halcón en esta votación. Con la misma postura se encuentra Alemania, en voz de Joerg Stephan, que tiene un 5,31% de poder de voto.
Las palomas
Una paloma podría ser Brasil. A mediados de mayo el ministro de Finanzas, Fernando Haddad, le pidió al Tesoro de Estados Unidos que interceda ante el Fondo para que ayude a la Argentina a “superar la crisis” que atraviesa producto de la sequía y los compromisos firmados con ese organismo, que frenan el desarrollo de la economía. Pero a la vez, el aliado de Da Silva le bajó línea a su representante, Afonso Bevilaqua, quien es uno de los opositores a anticipar los giros con el objetivo de evitar corridas cambiarias. A su vez, tiene bajo su ala naciones africanas y de Centroamérica, que en conjunto suman un 3% de los votos.
Entre los otros países miembro, China tiene un 6%, Holanda y Bélgica tienen 5,4% cada uno, México y España un 4,5%, Indonesia y Singapur con 4,2% cada uno y Francia y Reino Unido tienen alrededor del 4% cada uno. Luis Oscar Herrera Barriga representa a la Argentina junto a Paraguay, Uruguay, Chile, Bolivia y Perú y tiene el sólo 1,6% del total.
El viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein, y el jefe de asesores, Leonardo Madcur, continúan ultimando detalles para emprender el viaje a Washington. Está confirmado que habrá un monto destinado a intervenciones en el mercado cambiario y así controlar al dólar blue, que altera los precios de la economía argentina más en un año electoral. La discusión está en el monto y cuánto de los desembolsos que quedan para el resto del 2023 serán adelantados para engrosar las reservas del Banco Central. A Massa lo apura el vencimiento del 21 y 22 de junio, para el que no tiene divisas. Pero tiene fe en que un pago parcial de esa parte de la deuda a modo de gesto pueda comprarle más tiempo.
Por la demora en acordar la letra chica, en el massismo no arriesgan una fecha. “Hasta no tener todo cerrado, no viaja nadie. Cuando esté todo cerrado, viajan a escribir. Y cuando esté todo escrito, viaja Massa. De rehén en Washington no lo van a tomar”, aseguraron cerca del titular de Hacienda.