Como todo paquete del FMI, el festejado por Javier Milei y Toto Caputo tiene un objetivo excluyente: que el endeudamiento blinde transitoriamente las reservas del país, que eso dé tiempo para solucionar desequilibrios de arrastre y que, restaurada la confianza, regrese el financiamiento de mercado. El problema es que el plan parece no estar funcionando.
Un indicador clave de esa búsqueda, el riesgo país, no responde en la medida esperada. Estaba en 874 puntos básicos el viernes 11 de abril, cuando se formalizó el acuerdo, y cerró el último viernes a 741. La caída, del 15%, resulta llamativamente modesta tras un anuncio que se presumía como de alto impacto: el ingreso, como préstamos del Fondo Monetario Internacional y otros organismos, de 14.000 millones de dólares al Banco Central.
Captura de pantalla 2025-05-02 a la(s) 3.31.00p. m..png
El riesgo país baja, pero no en la medida esperada por Javier Milei, Toto Caputo y el FMI. (Fuente: ambito.com).
El riesgo país –el EMBI, índice de bonos de mercados emergentes– es elaborado por el banco de inversión JP Morgan Chase. Mide el diferencial del rendimiento –la tasa– de los títulos públicos de cada país respecto de los Bonos del Tesoro norteamericanos, el considerado riesgo cero. Un nivel de 741 puntos básicos como el argentino significa que nuestro país pagaría 7,41 puntos porcentuales más que los Estados Unidos. A valores de hoy, más de 11 puntos porcentuales en dólares.
Sin mercado, no hay paraíso para Toto Caputo
Semejante número, naturalmente, saca a la Argentina de la cancha del financiamiento voluntario, lo que impone como objetivo un riesgo soberano de 400 a 500 puntos básicos como máximo.
El 7 de enero, cuando la desinflación, los efectos del blanqueo y hasta la opinión pública aún jugaban a favor de la economía de Milei, ese indicador alcanzó un piso de varios años de 561 puntos básicos, cerca del objetivo. Luego, el venteo de esa nueva fuente de divisas, el amesetamiento del IPC, el aumento del descontento popular, el efecto nocivo del atraso cambiario sobre el nivel de reservas y la interminable espera del rescate del FMI limaron la confianza, que no termina de volver.
Embed - Desconfío - Pappo's Blues Volumen 2 - AUDIO OFICIAL
Las calificadoras de riesgo y Javier Milei
Ayudaría que, dada la considerable flexibilización del cepo, las agencias calificadoras de riesgo sacaran a la Argentina de su actual estatus de standalone –"aislado", inferior al "de frontera"– y la volvieran a incluir en el listado de mercados emergentes. Esto volcaría algunos miles de millones de dólares de fondos de inversión hoy impedidos de comprar por el incumplimiento de ese requisito. El detalle es que el proceso, ya señalado, no es inmediato y que una de las calificadoras de referencia, Fitch, señaló que la mejora de la nota del país dependerá de "la acumulación de reservas internacionales y de la recuperación del acceso al mercado".
El elevado endeudamiento nacional y la dificultad que sigue mostrando el país para hacerse de dólares con los cuales pagar –algo que no terminan de resolver, en el corto plazo, ni la promesa de Vaca Muerta ni los regalos del RIGI– hacen más candente la pregunta por el riesgo país, sobre todo cuando la persistencia del recurso al Fondo conlleva un efecto adverso, poco ponderado en los análisis: los tenedores privados de bonos saben que, a cada ramalazo de endeudamiento, retroceden en la fila porque se les cuela un organismo que es un acreedor privilegiado.
Captura de pantalla 2025-05-02 a la(s) 4.29.32p. m..png
Sin retorno al mercado voluntario de deuda, los compromisos de la Argentina se tornan de imposible cumplimiento en los próximos años. Y aun consiguiendo ese objetivo el futuro luce desafiante.
Javier Milei y Toto Caputo, luces y sombras
Ricardo Delgado, presidente de Analytica Consultora, le dijo a Letra P que, "desde el punto de vista de la estrategia de corto plazo, el Gobierno logró romper una lógica secular de que toda modificación de un régimen cambiario implicaba una devaluación. La que hubo en este caso fue muy escasa, de alrededor de 8%, y no hubo ningún cimbronazo financiero, lo cual es un éxito producido básicamente por la muralla de dólares (n. del r.: construida con el préstamo del FMI y otros organismos) y el incentivo del carry trade". En sus términos, punto para Milei y Caputo.
Sin embargo, como el jefe de Estado ordenó volver a atrasar el dólar para forzar la desinflación y llegar a las elecciones con un éxito que mostrar –se verá si de patas largas o cortas–, "se está sacando del mercado de cambios la demanda de los importadores que, en los casos en que pueden, prefieren postergar pagos y hacer carry", siguió el economista.
El carry trade es la conocida bicicleta financiera –especialidad del ministro de Economía–, que consiste en el pase de dólares a pesos, ganancia con una tasa de interés mayor que el ritmo de apreciación de la divisa estadounidense y regreso final al billete verde con fuertes ganancias y, siempre, una salida de divisas del Banco Central de efectos desestabilizadores. Pan –electoral para el Gobierno– para hoy y hambre –de la sociedad– para mañana.
De hecho, el carry trade les dejó a los ciclistas una ganancia en dólares del 14% en abril. Sí, sólo en un mes. Y la bici sigue… ¿Qué podría salir mal?
El espejismo del dólar barato
En el corto plazo, la maniobra suma la oferta de dólares de quienes se posicionan en tasa en pesos. "Esto, junto con la liquidación de la soja que empieza hacerse más potente en la medida en que se acerca el fin de la reducción de las retenciones, deja un mercado bastante ofrecido y, obviamente, pisa el tipo de cambio", explicó Delgado.
Además, observó el titular de Analytica, "hay que seguir la dinámica de crecimiento muy importante que tienen los depósitos en dólares, producto de la eliminación del cepo para las personas humanas. Claramente también están tironeando por ese lado las reservas, que crecen menos que lo que se habría supuesto a priori".
Como el Presidente ordenó, al contrario de lo que indica el acuerdo con el Fondo, que el Banco Central –de cuya independencia ya nadie habla– no compre divisas en tanto la cotización no toque el piso de la banda –ya menor a los 1.000 pesos–, se le resta al mercado una fuente importante de demanda. Así, si se suma la persistencia del cepo para empresas, el carry trade inducido explícitamente por los más importantes funcionarios y la reticencia oficial a cumplir el acuerdo con el Fondo y sumar reservas genuinas –no prestadas–, hablar de una "flotación", como hace el Gobierno, suena a chiste de poca gracia.
El FMI y el Gobierno: ¿una defraudación electoral?
Según lo pactado con el Fondo, el Central debería cerrar el año con 4.000 millones de reservas netas, lo que supone la adquisición de más de 9.000 millones en el mercado.
Sin embargo, obsesionado con la desinflación –por forzada, artificial e incubadora de una crisis futura que resulte–, al Gobierno no le importa esa meta del acuerdo con el Fondo. Tampoco reclama el organismo, direccionado políticamente a dejar hacer, para lo cual viene de pasar por encima de la legislación argentina y de sus propios reglamentos. El mercado percibe todo eso y su reacción recelosa constituye un problema grande si es que importa algo más que el cortísimo plazo.
Desde ya, el mal clima financiero internacional provocado por el Arancelazo de Trump no ayuda, pero el riesgo país no baja significativamente ni siquiera en los días en que los mercados globales se recuperan. Somos nosotros…
La reedición del modelo de atraso cambiario y timba financiera conlleva el riesgo de que en agosto, cuando termine la temporada alta de la soja, la demanda de dólares vuelva a presionar sobre las reservas e incremente la expectativa de una tercera devaluación.
Captura de pantalla 2025-05-02 a la(s) 4.46.20p. m..png
Robin Brooks, investigador principal de Brookings Institution, execonomista jefe del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF) y estratega jefe de Divisas de Goldman Sachs, es uno de los especialistas más activos en la denuncia de los peligros del actual atraso del dólar.
Se comenzará a determinar entonces si, como dice el Gobierno, "esta vez es diferente". En su defecto, más de medio mundo –el mandrilaje– tendría razón y quedaría claro que el Gobierno y el FMI se confabularon para llevar adelante una verdadera defraudación política: hacer votar a la ciudadanía en unas condiciones económicas –cambiarias– muy diferentes de las que regirían ni bien las urnas volvieran a guardarse.