El ministro de Economía, Toto Caputo se aferra al torniquete cambiario mientras sostiene que las restricciones al cepo se levantarán pronto; y, junto al presidente Javier Milei, refuerzan la idea de que no hay atraso en el precio del dólar. En tanto los mercados bailan: el blue y los financieros, en alza.
“Cepo, cepo, cepo”, dijo Milei con tono burlón frente a personas de negocios influyentes. Estaba imitando a Miguel Ángel Broda, economista del establishment que salió a advertir que el precio del dólar está quedando por detrás del resto de los precios y que eso complica la salida del cepo, a la vez que frena la recuperación de la economía.
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Con esa ridiculización, Milei y el equipo económico alimentaron el relato libertario que asegura que la liberación del tipo de cambio oficial está cada vez más cerca. Incluso, en una charla con periodistas, el secretario de Finanzas, Pablo Quirno -mano derechísima de Caputo- afirmó que “la secuencia” de medidas y variables de la macroeconomía a ordenar para sacar restricciones cambiarias está alineándose a “una velocidad mayor a la esperada”.
Dos problemas inyectan dudas en la historia oficial:
- Ni la baja de tasas de interés agresiva ni el camino en descenso de la inflación habrían sido posibles sin cepo.
- No hay pistas del colchón de dólares necesarios para bancar la demanda una vez abierto el cepo.
Por qué es importante para Toto Caputo
Milei y Caputo están abrazadísimos al cepo. Les permite tanto acumular reservas como podar la tasa de interés para eliminar los famosos pasivos remunerados, el instrumento que usan los bancos para financiar los plazos fijos.
Al mismo tiempo, lastiman todas las herramientas financieras que no están atadas a inflación o dólar, como plazos fijos, Fondos Comunes de Inversión (FCI), T+0 y billeteras virtuales. Ahorristas, pymes e inversores conservadores se quedan casi sin opciones en moneda nacional.
Con, por y gracias al cepo
Además de enfriar la economía -licuar salarios y frenar la actividad- a niveles más bajos que los de la pandemia, de diciembre hasta acá, Caputo y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, sostuvieron el proyecto económico en base a un puñado de medidas con, por y gracias al cepo.
La primera fue pisar importaciones: las compras al exterior no pagadas vía mercado oficial entre diciembre del 23 y marzo del 24 fueron de casi u$s11.100 millones, casi el mismo monto que compró la autoridad monetaria en sus ruedas diarias. En el inicio de la gestión libertaria, el Gobierno estableció un esquema que va soltando los dólares para las importaciones. Más adelante, con más regularizaciones, habrá nuevas presiones para una suba del tipo de cambio.
La segunda fue emitir deuda del Tesoro con tasas altas y arriesgar a que los bancos cambien sus pesos que estaban en Pases Pasivos por deuda nacional. El mercado tiene dudas sobre la sostenibilidad de esta estrategia, ya que el riesgo del Tesoro, que en la historia argentina entró varias veces en quiebra, no es el mismo que el riesgo del BCRA, institución que nunca lo hizo.
El dilema del atraso cambiario
Lo que más molestó a Milei de los dichos de Broda es el dilema del atraso cambiario. El dólar se movió al 2% y la inflación a dos dígitos o uno, pero siempre mucho más adelante que la moneda en este tiempo. El Presidente lo niega gritando, pero, cuánto más se sostienen las variables, más presión recibirá de sectores del poder económico como el agroexportador, tal como viene contando Letra P y Letra E.
De la devaluación de diciembre hasta ahora, el tipo de cambio real multilateral -el índice del Central que compara la competitividad con países socios comerciales- perdió su fuerza en al menos un 40%. Un salto al dólar, como bien sabe la Argentina, deriva en un traslado a precios muy fuerte que lastima el sendero de desaceleración inflacionaria que festejó el Gobierno.
Difícilmente pueda haber una apertura de las restricciones cambiarias tan cercana como prometió Milei en campaña sin que la presión sobre el dólar sea brutal porque no hubo medidas en torno a fortalecer el valor del peso; y que la devaluación de la moneda nacional sea profunda porque no hay divisas suficientes para atender la demanda.