El INDEC dará a conocer este jueves la inflación de septiembre que según estimaciones privadas, continuará en los dos dígitos. El dato podría haber sido una vez más, una bomba que perjudique a la campaña del ministro candidato, Sergio Massa, a menos de dos semanas de las elecciones del 22 de octubre. Pero con la corrida cambiaria que se desató esta semana tras los dichos de Javier Milei, ahora el camino descendente que esperaban en el Ministerio de Economía continuara, entra en riesgo por el salto del dólar blue a más de $ 1000 y el juego de expectativas que traslada el salto cambiario a los precios. El próximo IPC se dará a conocer en la antesala del eventual ballotage, otra vez el timing del organismo de medición conspirando con el ministro.
En el Gobierno esperan que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) que se conocerá este jueves a las 16 siga en niveles altísimos por el arrastre estadístico de la devaluación del 14 de agosto, aunque por debajo del 12,4% que midió el mes de las PASO. Consultoras privadas no ven una tregua: para Eco Go, la entidad que dirige Marina Dal Poggeto, la variación mensual se ubicó en 11,1%; LCG de Guido Lorenzo apuntó a un 12,5% y C&T de María Castiglioni y Camilo Tiscornia, un 11%, entre otras estadísticas privadas. En el Banco Central, donde relevan a las entidades más importantes de la City, ven el índice cercano al 13%.
Tras el fuerte salto del tipo de cambio post PASO, Massa puso en marcha un "plan freezer" y una serie de acuerdos con empresas para controlar a los precios en septiembre. Los combustibles, las tarifas del transporte público y las prepagas entraron en ese combo congelado al que, a escondidas del Fondo Monetario Internacional (FMI), el titular del Palacio de Hacienda también metió a la energía eléctrica.
Desde la tercera semana del mes, la Secretaría de Política Económica a cargo del viceministro Gabriel Rubinstein empezó a dar a conocer sus informes de seguimiento de la inflación y viernes tras viernes, publicó un índice semanal con un doble objetivo político: echar luz sobre que el Fondo con su exigencia de corregir el tipo de cambio provocó un traslado a precios de amplia magnitud y mostrar que semana a semana, la curva está en descenso.
Con el frenesí de las últimas 72 horas los intentos quedaron viejos. Según las mediciones la dinámica de precios pareció haber saltado las estrategias directas para contener la inercia inflacionaria y las indirectas de comunicación para bajar la especulación. Pero además, la aceleración cambiaria que llevó al dólar de $ 803 a $ 1025, con un fuerte impulso esta semana sobre el valor del peso argentino, no está exento de tener un traslado a precios por la expectativa que genera para quienes forman esos valores. Una remarcación que se montará sobre un ritmo que, por ahora, no desacelera de los dos dígitos.
"Esperamos una baja muy fuerte, diría que menos de la mitad o la mitad de la inflación que hubo, un 6%", se había aventurado Rubinstein para el mes de octubre cuando explicó la metodología de sus estadísticas.
En el año, cada vez que los dólares paralelos corrieron contra el peso le siguió una aceleración inmediata de la inflación. En abril el salto cambiario signó el 8,4% que en ese entonces marcó un pico para las últimas dos décadas. En mayo, con el blue más calmo y los financieros intervenidos por la compra y venta de bonos en el Central, el IPC fue del 7,8% y en junio desaceleró a 6%. A fines de julio, con nuevos impuestos al acceso de divisas para importaciones, los precios volvieron al camino ascendente y el dato fue del 6,3%. La brusca depreciación del peso del lunes posterior a las elecciones primarias tuvo un efecto directo en los valores de los alimentos, combustibles y tarifas de energía eléctrica, además de licuar los salarios, y llegaron los anticipados dos dígitos.
Además del IPC de septiembre, el Central deberá tomar una decisión sobre la tasa de política monetaria, que está en 118% nominal anual y que en el último mes, mantuvo argumentando que el índice Rubinstein mostraba que la inflación estaba en descenso. Por otro lado, el mercado testeará al aspirante presidencial con una nueva licitación de deuda: buscará cubrir unos $880.000 millones de vencimientos en moneda local, varios de esos títulos ligados a la evolución del tipo de cambio, a la inflación o con cobertura contra ambas evoluciones.