Antes de la primera vuelta del 22 de octubre, la mayoría de las encuestas otorgaba una ventaja a Javier Milei, por entonces sin esos raros aliados nuevos y, por lo tanto, con las manos desatadas para hablar de dolarización. Es más, muchas lo ubicaban por encima del 35% y daban pie a la pregunta de si sería capaz de liquidar el pleito ese día, dando inicio a una dinámica de corrida bancaria y cambiaria con refugio final en el billete verde y dejando en el camino una disparada de la inflación con riesgo de híper. Sabemos que las cosas no ocurrieron de ese modo, pero la difuminación del "efecto Sergio Massa" del primer turno y la divulgación de varias encuestas otra vez favorables al ultraderechista por entre dos y seis puntos porcentuales vuelven a plantear la pregunta sobre "el día después". Si el 23-O resumía hasta hace poco todas las inquietudes, estas se concentran ahora, dado el feriado del lunes 20, en el 21N.
Entre otros aspectos, dos elementos que arroja el estudio llaman la atención.
El segundo, por el contrario, indica un rechazo claro –49% a 36%– al plan estrella de Milei para organizar la economía, esto es la dolarización, así como a otras de sus ideas.
Es tal la desconexión entre lo que se nos promete y lo que escuchamos que, por momentos, uno se queda sin palabras.
Dolarización. ¿Dolarización?
Hay algo peor que la supuesta dolarización sin dólares: la propia incertidumbre acerca de su aplicación. Esto es así porque la mera expectativa –o el temor– podría provocar los mencionados movimientos defensivos de abandono del peso y dolarización masiva de carteras, sin que exista claridad sobre la solidez de un armado político que sustente el paso entre lo que ocurriría de facto y lo que, se supone, se haría de jure, transición que Diana Mondino explicó confundiendo los términos.
Como se sabe, Milei dice que el apoyo –¿la colonización?– de Mauricio Macri, Patricia Bullrich, Cristian Ritondo y otros PRO es "incondicional" y que la dolarización y la clausura del Banco Central "son innegociables". Con todo, Bullrich dice que eso no va a ocurrir, Ritondo afirma que no son cosas que vayan a producirse de inmediato y Eduardo Amadeo afirma que todo eso quedó descartado en el "pacto de Acassuso". ¿Entonces? Se verá qué dice El Jefe … que ya no es Karina Milei.
Es enorme la incertidumbre con la que la ciudadanía marcha hacia las urnas, una tan grande como la de 2019, cuando compró "el acuerdo de la hoja en blanco" de Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández, pero todavía más clamoroso.
Dale play
La economía está en pausa, maniatada con cepos, tipos de cambio múltiples, acuerdos de precios que se cumplen solo parcialmente y que vencerán con el ciclo electoral. La renovación de estos, además, debería ser encarada el martes 21 por un Massa que será ministro, pero ya no candidato, y cuya capacidad para imponer condiciones dependerá totalmente de que sea presidente electo o absolutamente nada.
El desquicio de los precios relativos tiene, justamente, un ítem fundamental: el dólar. ¿Qué pasará cuando, contados los votos, haya que darle play a la economía en condiciones políticas nuevas? Si Massa ganara, a priori cabría esperar una transición gobernada por él mismo. Si el resultado fuera demasiado apretado y diera espacio a bolsonaristas y trumpistas locales que salieron del clóset mintiendo sobre un supuesto fraude, las cosas podrían complicarse. Y si quien se impusiera fuera Milei, acaso habría que contemplar la hipótesis del estallido que Bullrich desea inmediato y el mileísta Guillermo Francos fecha, cual profecía con posible destino de autorrealización, para después del 21.
¿Y entonces?
Consultatio Financial Services señala en su último informe que "es natural que el mercado se cuestione cómo sigue la película el día después de las elecciones y uno de los principales interrogantes es qué sucederá con el régimen cambiario".
"Lo que queda claro es que, gane quien gane, la situación actual es insostenible y que un cambio de régimen es inevitable", añadió.
La mencionada consultora establece cinco escenarios posibles de acuerdo con el resultado del ballotage. Detengámonos, en la hipótesis de un triunfo de Milei, en el de la dolarización, que, indica, "no sería fácil de concretar". Alerta amarilla.
En tanto, Equilibra indica que "el tipo de cambio real llegará al ballotage aproximadamente 30% por debajo del lunes posterior a las PASO", cuando, recordemos, el Gobierno avaló una suba del 22% del oficial que impactó fuerte en los precios y llevó a la inflación a los dos dígitos mensuales.
La consultora dirigida por Lorenzo Sigaut Gravina y Lorena Giorgio explica que "con un stock de reservas netas negativo rozando 10.000 millones de dólares, servicios de deuda en moneda extranjera por casi 6.600 millones en los próximos tres meses y una brecha de tres dígitos, el próximo presidente no podrá esquivar la corrección cambiaria".
"¿Cómo podría ser el ajuste cambiario bajo una potencial presidencia de Massa?", pregunta. "Creemos que con una profundización del desdoblamiento cambiario formal", contesta. ¿Y con Milei? "El candidato libertario podría avanzar con una rápida remoción de las restricciones cambiarias (a la Macri de fin de 2015). Podría lograr la unificación cambiaria, pero a costa de un fogonazo inflacionario con fuerte deterioro socioeconómico". Alerta roja.
Lo dicho, sin embargo, se refiere a cuáles serían las decisiones del próximo gobierno, mientras que este medio se desvela por el modo en que los agentes del mercado podrían anticiparse a ese momento, el "distante" 10 de diciembre, desde el mismo martes 21.
¡Adaptate!
Tratemos brevemente el peor escenario, que no es más que uno de los posibles, pero que es el que evoca la polémica que se ha desatado en ese ente amorfo que, a falta de otro nombre, hemos dado en llamar "Juntos por la Libertad". Lo que dicen Milei, Mondino, Bullrich, Ritondo y Amadeo, más lo que callan Macri y los periodistas que lo entrevistan, constituye un magma de confusión que obliga a realizar este ejercicio ingrato.
Un "fogonazo" cambiario e –¿híper?– inflacionario sería terrible para la población y la paridad de ingreso a una dolarización, un seguro de miseria para segmentos de la población más numerosos que los que hoy ya están sumergidos. Asimismo, podría meter a la economía en una inestabilidad aún mayor que la actual, contraindicada para hacer negocios.
Una pregunta que no puede responderse es cuánto tiempo duraría esa inestabilidad, el tortuoso viaje entre la competencia de monedas y el predominio final del dólar. De ahí que preocupe también el trascendido de que Milei le daría a la industria dos años para adaptarse antes de ser arrojada a una apertura total de la economía, una que no podría resolverse sin una ruptura con Brasil y una salida del Mercosur. La aventura que se propone es emocionante.
"Los industriales tenemos que ser conscientes de lo que ponemos en juego en el ballotage y la UIA debería mostrar un apoyo más explícito a las políticas productivas", dijo, no por nada, José Ignacio de Mendiguren. El reclamo supone un reproche. Dejemos que responda Alfredo Zaiat en Página|12. "La Unión Industrial Argentina no se pronuncia pese a que Milei y sus economistas –propios y de Macri– postulan una estrategia antiindustrial que terminará barriendo a la mayoría de las compañías (…). ¿El antiperonismo, hoy resumido en odio a Cristina y al kirchnerismo, es más fuerte que lo que pueda pasar en la actividad que les permite ganar mucho dinero?", pregunta, retórico, en referencia a esa y otras entidades del Círculo Rojo.