Javier Milei lo llamó "basura humana", trabajó con Cristina Fernández de Kirchner, luego de hacerlo con Sergio Massa, y ahora es el estratega de la campaña del PRO porteño gracias a Jorge Macri. La Casa Rosada convirtió este viernes a Antoni Gutiérrez-Rubí en su enemigo número uno: busca echarlo del país.
La Dirección Nacional de Migraciones quiere revocarle la residencia temporaria al consultor catalán. El argumento oficial es que informó que trabajaba en la Universidad de Tres de Febrero, pero que nunca lo hizo. La noticia cayó como una bomba en el búnker amarillo instalado en el histórico edificio de la fundación Pensar, en San Telmo. "Estamos realmente sorprendidos, es una locura", señalaron desde Uspallata donde indicaron que la decisión "nos recuerda a los métodos del kirchnerismo".
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El asesor, que va a apelar la medida, históricamente vinculado a visiones progresistas y exasesor del peronismo, fue convocado por el macrismo para recuperar la identidad política vinculada a la Ciudad de Buenos Aires.
Como una parábola de la realidad actual, que lo pone en medio de un potencial escándalo electoral, Rubí fue uno de los promotores de un "compromiso para una campaña limpia" lanzado por el PRO hace diez días, que fue elevado al Instituto de Gestión Electoral para que otros partidos lo firmaran.
Entre los puntos más destacados por el documento figuraban "trabajar por una competencia limpia, donde se debatan propuestas y no se alimenten rumores, ataques o mentiras" y "no caer en ataques personales o replicar fake news, porque no todo vale por un voto más".
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El Catalán, como lo presentan todos, ingresó al mundo político argentino de la mano del peronismo que contrató a su consultora Ideograma y lo tuvo como principal estratega en instancias clave. Tras un paso fugaz como asesor del intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, saltó a la primera plana como estratega de Unidad Ciudadana, la apuesta política de Cristina Fernández de Kirchner en 2017, En 2023 fue un puntal clave para la candidatura presidencial de Sergio Massa.
En rigor, su desembarco como asesor de los Macri se fecha antes de que se definiera el escenario electoral porteño, cuando a mediados del año pasado se sumó al equipo de Macri para fortalecer la gestión gubernamental. Naturalmente, aseguran, Gutiérrez-Rubí se asimiló en el equipo y, producto de su asesoramiento, decantó su incorporación al comando de campaña donde se convirtió en su estratega.
"Es una persona muy prolija, que ordenó el trabajo de gestión, pero también la campaña, mediante un método que nos aporta mucho", confía uno de los jefes territoriales del macrismo.
La Gran Conversación
El método al que hace referencia fue bautizado por el asesor como "La Gran Conversación" que define como una invitación a elevar el debate público y a construir un futuro compartido para la Ciudad, a partir de la resolución de las preocupaciones cotidianas. Gutiérrez-Rubí agita la necesidad de terminar con "los lazos débiles", una forma superficial de vínculos comunitarios entre personas que se conocen pero no interactúan.
Según la hoja de ruta trazada por el consultor, la estrategia es profundizar los vínculos entre "políticos" y ciudadanos, rompiendo la distancia que aleja a cada uno de los miembros de la comunidad a través del diálogo y la formación de conexiones que tienen al espacio público, como ámbito privilegiado.
"Romper esas burbujas que limitan nuestra visión del mundo es clave para tener una buena salud democrática y ayuda a entender la multiplicidad de intereses que hay logrando mayor empatía comunitaria y encontrar la mejor manera de atenderlos otorgándole más eficiencia a la gestión”, le transmite el asesor a quienes deben liderar la escucha en las plazas, bares y esquinas de la ciudad.
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La escucha silenciosa como método
La nueva estrategia provocó cierto desconcierto inicial en la estructura porteña del PRO que, desde 2008, asimiló la organización política y sobre todo las actividades proselitistas, de un modo tradicional. Si hasta las últimas elecciones, la campaña estaba concebida desde el abordaje clásico de la política, la llegada del catalán mutó los términos del despliegue electoral.
"Hasta que se terminó de transmitir el mensaje a todos referentes, se esperaba que llegaran las mesas, el merchandising amarillo, los volantes, que siempre los usamos pero que hoy no nos sirven para lo que queremos transmitir", señalan desde el comando de campaña. La misma fuente precisa que ahora se trata de escuchar cuál es la demanda de los vecinos en las 15 comunas. Qué necesitan, qué esperan del gobierno y qué quieren para vivir mejor, son algunos de los disparadores que funcionarios y militantes reciben y en muchos casos, buscan resolver en lo inmediato. Dentro de las posibilidades, en el mismo momento que transcurre la conversación.
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El giro de la estrategia, desplaza al emisor tradicional, ligado a la vieja política, por un receptor que interpela los vecinos en parques y plazas, en las salidas de los colegios. "Se prioriza la calidad de la escucha, no es sólo puerta a puerta, ni se conversa rápido ni se hace proselitismo. Se intenta hacer foco en la calidad y no en la cantidad de conversaciones", afirman cerca de Gutiérrez-Rubí, donde de todas maneras, cuantifican las conversaciones y calculan que en los 10 día que transcurrieron de campaña, en los mano a mano que se realizan martes, jueves y sábado, se abordó a entre 40.000 y 50.000 vecinos porteños.