Los monjes negros del pro

El “oligarca bueno” que articula con el Gobierno y calma a los empresarios

Así llamaba Guillermo Moreno a Federico Braun, poderoso empresario y lobista que ahora maneja la Secretaría de Comercio a la sombra de su sobrino Miguel, el responsable formal del área.

Cuentan quienes lo conocen que Miguel Braun nunca quiso ser secretario de Comercio de la Nación. Que no le quedó otra que asumir la responsabilidad porque en política no siempre ocurre lo que uno desea. “Mike”, de trato amable y ejemplar manejo del idioma inglés, soñaba con que el ascenso al poder de Mauricio Macri lo depositara en algún sitio más ligado al comercio exterior o al desarrollo. De hecho, se ocupa más de cuestiones regionales que de los avatares del comercio local: fue, desde el inicio de la gestión Cambiemos, uno de los más férreos defensores y propagadores de la idea de abrirse a acuerdos de libre comercio con los países de la costa del Pacífico y acercarse a los Estados Unidos, para que el eje China-Rusia-Medio Oriente deje de ser ruta prioritaria para los negocios del Estado argentino.

 

Braun es bastante resistido por la oposición y casi ignorado en el gabinete. No porque no tenga capacidad, sino porque, para su gobierno, la Secretaría -que para el kirchnerismo fue puntal del modelo económico- no tiene razón de ser en la práctica. ¿Quién ejerce entonces el poder en las sombras y quién calma los ánimos de los empresarios y lleva el mensaje directo a la Casa Rosada? Su tío político, pero no porque el vínculo sanguíneo no exista, sino más bien porque Federico Braun es el animal político de la familia. Vicepresidente de la Asociación de Supermercados Unidos (ASU), el hombre se acostumbró al roce áspero en los tiempos en los que el ex súper secretario Guillermo Moreno conducía mesas con gritos, disputas y muchos negocios para los empresarios. “Vos sos un oligarca, pero sos un oligarca bueno”, le dijo en repetidas ocasiones el ex funcionario al tío Braun. Él siempre lo tomó con humor.

 

La cabeza y el corazón de la cadena de supermercados La Anónima conoce el paño. A contrapelo de lo que se deduce públicamente y lo que apuntan algunos analistas, la relación de los Braun con Moreno fue bastante más fluida y beneficiosa para ambos actores. En el año 2013, en el marco de una las multitudinarias giras del ex funcionario en busca de negocios en plazas exóticas, se subió a uno de los aviones hacia Dubai Santiago Aguirre. Lo hizo en su rol de titular de la empresa láctea santafecina Pampa Cheese. Desconocida para el común de la gente, la planta fue una de las que más mejoró su perfil exportador en los últimos años del kirchnerismo (se creó en 2006). Comercializa quesos y muzzarella premium y ha logrado colocar mercadería hasta en ese sultanato. Un año después de aquella visita, Aguirre se confundió una vez más en los asientos de las naves de empresarios “nacionales y populares”, esta vez vía Auckland, Nueva Zelanda. También con Pampa Cheese coparon los mercados de Asia y Medio Oriente, hasta con loas públicas a las políticas comerciales del hombre duro del gobierno de Cristina Kirchner.

 

Los dueños de la compañía, en paralelo, ya jugaban fuerte con Macri en la Ciudad o se acercaban a charlar sobre la plataforma de candidatura presidencial. El principal accionista de Pampa Cheese es Miguel Braun, actual secretario de Comercio, y lo secundan los co-creadores de la firma y hoy también funcionarios Mario Quintana (ex Pegasus y segundo del ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay) y Gustavo Lopetegui (ex Lan y actual mano derecho de Economía). Según consignó un artículo del diario Perfil de diciembre de 2015, Braun se había comprometido a vender su parte antes de asumir, pero no está aún probada la operación.

 

El macrismo arrastra internas, odios y rencores de los años de gestión en la Ciudad de Buenos Aires. Y eso se observa en diálogos. Como cuando se comunicó a los internos la designación de Miguel Braun en Comercio. “Pusieron al zorro a cuidar el gallinero”, dispararon los detractores y muchos radicales que habían integrado la coalición Cambiemos. Su tío Federico salió rápido a cubrirle las espaldas en público, a sabiendas de que las riendas reales de Comercio no las llevaría Miguel, aunque sí era necesario mantener el estatus del funcionario. El tío es un personaje calmo pero certero en las apreciaciones, no se anda con rodeos y hasta mantiene niveles nada despreciables de corrección política: “Miguel es un tipo muy idóneo”, dijo respecto a su sobrino en una entrevista periodística.

 

Hoy, ese poder innato de relacionarse lo aplica en Comercio, donde se mueve como pez en el agua. Articula con toda la primera línea de funcionarios y les explica por dónde viene la mano del consumo y cómo apreciar el fenómeno inflacionario en las góndolas. Federico es un concienzudo defensor de la vitalidad del mercado interno. Lo que diagnostica lo escuchan todos, y también su otro sobrino en el poder, el jefe de Gabinete, Marcos Peña Braun. Y los supuestos socios empresariales de su sobrino, Quintana y Lopetegui. Estas últimas interlocuciones tienen su lógica: en su génesis, el gobierno de Macri consideraba innecesario mantener a raya el sistema de formación de precios, y era Francisco “Pancho” Cabrera, el ministro de la Producción, el encargado de dialogar con los sectores. Pero no dio los resultados esperados y los alfiles de Prat Gay tomaron la posta.

 

Justamente, una de las últimas intervenciones de Federico Braun tuvo que ver con bajarle la espuma a una pelea histórica: la de echarse culpas de la inflación entre los supermercados y los productos de alimentos y otros bienes. La línea la bajó fuerte a los referentes de los principales súper agrupados en ASU, como Coto, Carrefour, Wal Mart y el conglomerado Cencosud. Consignó que mejor es charlar con Arcor, con Aceitera General Deheza, con Ledesma y otros grandes fabricantes y limar asperezas con el tema precios. Todos allí saben que están desbocados y que la parte del león es culpa de ambos. Pero para Braun es más conveniente lavar los trapos sucios en casa antes que quedar expuestos a sanciones de leyes anti monopolio y pro desconcentración, como las que impulsa la diputada Elisa Carrió. De hecho, es conocida la historia del tío Federico jugando el rol de Cardenal Samoré cuando el dueño de Maxiconsumo, Víctor Fera, intentó colar sus productos propios en los grandes híper. Charló con productores y con la cámara de supermercados y ambos sectores clausuraron la discusión con un rotundo “esos productos no”.

 

También el tío Federico es el que juega de interlocutor a diario con una parte del sector financiero. Un metier que conoce al dedillo por su rol, durante años, de accionista del Banco Galicia junto a Eduardo Escasany.

 

@leandrorenou

 

Maximiliano Pullaro recibió patrulleros de la provincia de Buenos Aires
Martín Menem y Karina Milei.

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