“¿Viste, Héctor? ¡Aparecieron los dueños de la pelota!”. Héctor Méndez, quien supo presidir la Unión Industrial Argentina (UIA) por varios períodos, escuchó lo que el ex ministro de Economía Axel Kicillof le decía por teléfono. Lo aguantó poco. El empresario del plástico es, a pesar de sus años recorridos, un hombre extremadamente sanguíneo. Le cortó el teléfono poco amistosamente. Unos segundos después, ante sus propios, algo de razón le reconoció. Hacía pocos días que había asumido Mauricio Macri la presidencia de la Nación y el flamante mandatario había corrido a Méndez a un lugar marginal en la Conferencia Anual de la UIA. En la primera fila del evento, para escuchar a los nuevos funcionarios de Industria y Economía, se sentaron Paolo Rocca, la cabeza y el corazón de Techint, y la plana mayor de Arcor. El doble comando de la UIA. El resto, más atrás.
Pero lo peor llegó después, cuando a Méndez no lo dejaron entrar a la zona VIP del Golden Center de Parque Norte, sede del evento. En aquel entonces, canalizó la bronca con el Vasco José Ignacio De Mendiguren, un aliado circunstancial en su historia en la política empresaria. Todos esos elementos hicieron que el reciente propietario de la autopartista Famar Fueguina, la ex Delphi que pertenecía a fondos buitre fugados, tomara distancia de Techint y del propio Macri, a quien apoyó en la campaña con mensajes públicos fuertes. Hoy pasa los días en su departamento porteño, haciendo catarsis telefónica respecto a un tema espinoso: el impacto de la ley anti despidos en las pymes y el favoritismo y sensibilidad al lobby de grandes compañías sobre el Gobierno nacional, además de la toma por asalto de las riendas de la UIA por parte de las huestes de Rocca.
En los últimos días, y como ocurre de vez en cuando, Techint decidió abandonar las sombras y masificó su lobby en Balcarce 50 para conseguir un negocio clave para una compañía que hace tiempo no se alza con grandes obras de infraestructura, ni para construir ni para proveer insumos. En Córdoba, está a punto de comenzar a desarrollarse una importante red de gasoductos con una licitación ganada por Electroingeniería, IECSA y Odebrecht. Cuando Techint se presentó al concurso, en tándem con Roggio y Buttigliengo, perdió por precio elevado. Y se resignó a pelear la provisión de caños, en un momento en el que la compañía está seriamente afectada por el derrumbe en los precios internacionales del petróleo. En los primeros dos tramos de la obra -los de la empresa de los Ferreyra y la del primo de Macri, Ángelo Calcaterra- la asociación con firmas chinas hizo que la compra de tubos fuera a ese país. Así, la presión para que hubiera insumo local recayó sobre Odebrecht, en cuyo tramo del ducto se presentó sin socio extranjero ni local. El problema radicaba en que Tenaris tasó sus materiales en casi el doble del precio de los chinos, y la brasileña Odebrecht no quiere aún pagar ese monto. Allí intervino, directamente, Macri. Llamó por teléfono al gobernador cordobés, Juan Schiaretti, y le pidió que hiciera todo lo que estuviera a su alcance para que Odebrecht comprara “nacional”. La Docta ya estaba en pie de guerra con Techint por lo que consideraba un abuso en el precio, que además estaba demorando el inicio de la red troncal de gas. Y ese contexto belicoso se trasladó también a la cámara que agrupa a la mayoría de las pymes metalúrgicas. En ADIMRA, cuyos hilos aún maneja Juan Carlos Lascurain, pusieron el grito en el cielo cuando observaron a Techint y al Gobierno haciendo lobby para que Rocca ganara la provisión, descartando de plano a cualquier intento de otras firmas nacionales. Justo en momentos en que se debate cómo contener los despidos y la afectación sobre la pequeña y mediana empresa.
Lascurain nunca tuvo buen feeling con los que hoy conducen la UIA. De hecho, asiste a las reuniones de los martes cuando no queda otra. Pero sus emisarios hicieron saber el malestar de las pymes por la movida.
PLAN CANJE. En la política, las cosas se observan de otra manera. Y Macri sabe que le está pagando a Techint en cuotas. Durante la campaña presidencial, cuando el ex Sevel y Socma tenía números malos, Rocca meditó seriamente sacarle el apoyo económico. Pero lo obligaron a recapacitar. El viejo Paolo se quejaba por la escasa destreza que mostraba Mauricio ante el aparato del kirchnerismo que empujó a Daniel Scioli y la aventura del tigrense Sergio Massa. La relación de Rocca con el radical Ernesto Sanz, a quien apadrinó en sus campañas políticas en Mendoza, pudo más y el barco siguió en pie. De todos modos, el líder de Techint movió una pieza alternativa por si el plan de sostener a Macri fallaba. Sacó a relucir a Daniel Novegil, de Ternium, para que hiciera de policía bueno con el kirchnerismo. Y lo mandó a reunirse las veces que fuera necesario con el ex ministro de Economía Axel Kicillof. También puso dinero de campaña en el Frente Renovador y en Scioli. Un juego a ganador. Tiempo después, con el terreno allanado y Macri en la Presidencia, se sentaron en la mesa chica a definir cargos políticos. Llegó al Gobierno como candidato de consenso en la UIA Martin Etchegoyen y como secretario de Industria, un alfil del Francisco “Pancho” Cabrera. Lo propio hizo Javier Tizado, un ex Techint, y Miguel Ángel Punto, un ex Ternium que recaló en la Secretaría de Empleo. En Intercargo, en tanto, asumió Mario Agustín Dell Acqua, ex director de Proyectos de Ternium. Todo esto fue parte de un convenio bilateral entre la Nación y Techint, que hoy queda expuesto por maniobras conjuntas. De hecho, hay una incorporación escandalosa y más reciente. Hace unos meses, uno de los hijos de Luis Betnaza, la mano derecha de Rocca en la UIA, desembarcó en Buenos Aires junto a su familia. Venía de vivir varios años en los Estados Unidos. Hoy, “Paul” Betnaza está a punto de quedar al frente del manejo del Autódromo de Buenos Aires. Su esposa, en tanto, ya consiguió trabajo: es la secretaria de un ex UIA, Echegoyen, en el ministerio de la Producción. El hijo de Betnaza, según gente que lo conoce bien, no tiene ningún pergamino para haber asumido ese cargo.
LILITA NO LOS QUIERE, PERO… Con el kirchnerismo, y sincerado incluso por los funcionarios de diferentes áreas, las huestes de Rocca ya hacían de las suyas sugiriendo posiciones y consiguiendo negocios. La resistencia era más bien un afrenta pública. Puertas adentro, la puja de poder existía. Pero no sólo dentro del Frente para la Victoria (FPV) hay detractores de Techint.
La semana pasada, al Gasoducto-Gate se plegó una protagonista inesperada: Elisa Carrió. “Ustedes saben que yo aborrezco a Rocca, pero los chinos…”, se sinceró la diputada por Cambiemos en una reunión de la Comisión de Relaciones Internacionales que ella preside. En ese contexto, se analizaba el tema del vínculo con China. Carrió, que es vista como una especie de reserva moral del Gobierno, reconoció: “Techint tiene que vender los caños”, insistió en el marco de la reunión de Comisión. Ya el año pasado, en una entrevista que le realizaron en el programa de TV de Mariano Grondona, Lilita le apuntó directo a Rocca. “Se lo digo al establishment, porque Paolo Rocca… el peor error estratégico ha sido construir a Massa como candidato”, se apresuró. Carrió considera que el tigrense es producto de Techint, una posición naiff. Massa fue una idea del núcleo duro de Macri, un Frankeinsten perfecto del duranbarbismo y de Nicolás Caputo, con el que lograron restarle fuerza al kirchnerismo y dividir el voto peronista.
LOS GREMIOS, CON EL OJO ATENTO. También el tema de los caños cordobeses preocupó fuerte a los gremios. El propio líder de los metalúrgicos, Antonio Caló, habló por teléfono con De Mendiguren para saber más de qué pensaba hacer la UIA con el caso Córdoba y con la potencialidad de despidos y suspensiones en las compañías metalúrgicas en general. También Caló habló con otros referentes de la entidad fabril. Todos le dieron el mismo diagnóstico: hoy, Techint maneja a gusto y piacere, poco para las pymes y para el resto de los sectores. De hecho, es noticia puertas adentro de la Unión Industrial la queja de los industriales de los laboratorios, que le requieren a diario a Adrián Kaufmann Brea que UIA trabaje más a fondo en la defensa de la propiedad intelectual, un tema que preocupa al sector. El problema radica en que hoy el lobby de Techint no parece estar centrado en la central fabril, que se empezó a transformar en un club de amigos que cada martes analiza la actualidad. La idea de los Rocca boys es que las acciones de presión surjan de ellos o de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) y el Foro de Convergencia Empresaria.