El desdoblamiento electoral con el que Horacio Rodríguez Larreta dinamitó la coalición Juntos por el Cambio (JxC) empuja la mirada a la provincia de Buenos Aires, donde desde el año pasado se vuelve una y otra vez sobre la conveniencia para el oficialismo de despegar la elección bonaerense de la nacional. El mandatario Axel Kicillof ya dijo que no quiere.
A primera vista, separar la elección provincial de la nacional le traería dos beneficios puntuales al oficialismo de Buenos Aires. Por un lado, evitaría lidiar con un candidato a presidente que tirara para abajo. Con Cristina Fernández fuera de competencia, Sergio Massa hundido en los números negativos de la inflación, Daniel Scioli sin apoyo del kirchnerismo, el presidente Alberto Fernández con poquísimas acciones y en baja y Eduardo de Pedro sin números de encuetas que lo respalden, pareciera que las posibilidades de que el Frente de Todos (FdT) lograra parir un candidato competitivo se achican al mínimo.
Otro beneficio para el oficialismo sería que lograría cortar la pérdida de votos que, según mediciones de encuestas, la coalición gobernante sufre a manos de Javier Milei, aunque la contrindicación en este aspecto es que el libertario también le sacaría votos a JxC. Sin el economista de los pelos revueltos traccionando desde arriba una boleta bonaerense para la que aún ni siquiera tiene candidato o candidata a gobernadora firme cortaría de raíz el problema. El abogado mediático Fernando Burlando y la legisladora Carolina Piparo ranquean para ese lugar en la boleta.
Al mismo tiempo, en el mano a mano con Diego Santilli y/o Cristian Ritondo, los dos precandidatos amarillos más encumbrados, el gobernador tiene –al menos por ahora– la esperanza/certeza de un triunfo.
La otra mitad del vaso indica que sin su figura estelar –Kicillof lo es en este oficialismo tambaleante– empujando desde el territorio que concentra el 38 por ciento del padrón electoral nacional, la derrota en la carrera por la Casa Rosada sería un hecho anticipado.
Runrún venenoso
El rumor de un desdoblamiento en Buenos Aires corrió fuerte en el epílogo del verano de 2022. En aquel entonces, el fantasma de un Plan V kirchnerista se expandía en mesas de debate del conurbano. “No estamos en eso”, repetían en La Plata, aduciendo con sentido común que las urnas estaban muy lejos. Varios meses después, cuando la Justicia aún no había fallado en la causa denominada Vialidad y por ende CFK no había tirado la bomba de que no sería candidata, en La Plata despejaron dudas: “Nuestro plan y el de Axel es la reelección, sin desdoblamiento”, le dijo a Letra P alguien de la mesa chica del mandatario, quien además adelantaba la invitación a quienes quisieran oír: “(Axel) No tiene ningún problema en competir en una interna” en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO).
Parte de los argumentos que sustentaban la postura los había dado tiempo antes en una entrevista con este medio el jefe de Asesores y mano derecha del gobernador, Carlos Bianco, quien además de relatar las complejidades técnicas de la implementación de un desdoblamiento aludía a los beneficios de tener a La Jefa en la boleta: “No me quiero quedar sin los votos de una lista de Cristina si, efectivamente, fuera a la nación”, decía… Pero, claro, ahora Cristina no está.
Por si faltaran señales, en una entrevista que brindó en Mar del Plata, el propio Kicillof reconoció que se hablaba del tema. “La discusión está vigente, pero no porque sea mi voluntad”, plantó bandera.
Por estas horas, con la oposición sacudida por el movimiento de placas tectónicas que desató Larreta con su decisión de enfrentar a su mentor, Mauricio Macri, al separar los comicios porteños de los nacionales, en La Plata guardan silencio sobre un posible desenganche de la elección nacional. En la Legislatura, voces de diversas tribus del oficialismo consultadas por este medio juran y perjuran que no se habla del tema.
¿Es posible un desdoblamiento? Acaso esa no sea la pregunta más adecuada para hacerse en este momento, más allá de las posibilidades reales de implementarlo. Tal vez, la pregunta que deba formularse sea ¿en qué escenario le convendría al oficialismo desdoblar? ¿Con Kicillof yendo para arriba, postulándose a la presidencia? En ese caso, el oficialismo debiera parir un candidato a la gobernación. Desde hace meses hay quienes levantan la mano, pero, otra vez, ¿quién quisiera pelear la gobernación sin tener a Kicillof arriba en la boleta?
El PRO necesita desatar el nudo formado por la pelea Santilli – Ritondo, para lo cual halcones y palomas necesitan converger en un solo postulante que vaya colgado de ambas boletas presidenciales, la de Patricia Bullrich y la de Larreta, suponiendo que, como todo parece indicar, María Eugenia Vidal se bajaría de la contienda. La razón es que, como contó Letra P, el PRO teme quedar tercero y cuarto, detrás de Kicillof y los libertarios, si divide el voto entre Larreta y Santilli.