SANTA FE EN LLAMAS

Se define la fiscalía general de Santa Fe: Javier Beltramone, el converso

Fue juez en el sistema que empoderaba a la magistratura, pero abrazó el cambio que privilegió a fiscales. Experiencia en "investigaciones pesadas". Banca opositora.

El primer fallo surgido del sistema penal acusatorio en Santa Fe, allá por 2014, fue una absolución. Irma, una mujer viuda que vivía sola, disparó contra un vecino que quiso entrar a robar a su casa. El juicio empezó y terminó el mismo día y las crónicas de la época valoraron esa celeridad. El juez fue Javier Beltramone, hoy camarista penal y uno de los tres nombres ternados para hacerse cargo de la conducción del Ministerio Público de la Acusación (MPA) de Santa Fe, junto con la auditora general de ese organismo, María Cecilia Vranicich, y el también camarista santafesino Roberto Prieu Mántaras.

A Beltramone lo definen como "un convencido del sistema acusatorio". Hijo del viejo sistema inquisitivo donde la investigación la dirigía el juez y el fiscal tenía un rol casi decorativo, que hoy pretenda ocupar la máxima jerarquía en el órgano de los fiscales es todo un gesto, teniendo en cuenta son ellos los que tienen el control de las pesquisas con el nuevo paradigma. Ese rasgo también puede interpretarse como una ventaja relativa en el concurso que quiere disputar: uno de sus rivales, Prieu Mántaras, es apuntado por darle lugar a los recursos que llegaron a su decisión que apuntaban contra el sistema acusatorio.

Abogado formado y recibido en las aulas de la Facultad de Derecho de la UNR, docente de Procesal Penal en la misma casa de estudios, Beltramone es hijo de un coronel retirado del Ejército señalado en algunas causas por delitos de lesa humanidad. Su primer cargo importante en el poder judicial fue el de secretario de un juzgado de instrucción del viejo sistema inquisitivo. Luego, ascendió a juez de instrucción. Cuando el sistema acusatorio reemplazó al sistema inquisitivo, siguió como juez hasta concursar y ganar un lugar en el colegio de jueces penales de segunda instancia.

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En su rol de juez de instrucción del viejo sistema, en el que dirigía la investigación de los delitos, intervino en hechos de alta relevancia mediática que hoy son destacados por quienes empujan su nombre. Por ejemplo, investigó la interna de la barra de Newell's Old Boys en la que terminó asesinado Roberto “Pimpi” Caminos, exjefe del paravalanchas rojinegro. Beltramone procesó y elevó a juicio a Diego “Panadero” Ochoa, en ese entonces cacique de la popular leprosa, como autor intelectual del homicidio de “Pimpi”. Ochoa fue condenado a trece años y cuatro meses de prisión.

Su relación con el fútbol no terminó allí. En 2011, en el marco de una pesquisa por un ataque a tiros a una facción de la barra rojinegra que respondía a la familia Caminos, dictó el derecho de admisión para 116 hinchas, entre los que se encontraban nombres que luego serían célebres en las crónicas policiales como el de Luis “Pollo” Bassi. Por esa época, también clausuró el Gigante de Arroyito tras incidentes que se dieron entre los locales y la delegación de Independiente Rivadavia de Mendoza, por los que imputó a Gonzalo Belloso, en ese entonces mánager y hoy presidente de Rosario Central.

Club de lectura de Rosario 3: Javier Beltramone

Otra causa en la que intervino Beltramone fue la investigación por la explosión de un edificio en calle Salta 2141 por un escape masivo de gas, en la que fallecieron 22 personas. Su comando de la pesquisa no llegó a buen puerto: fue recusado por las defensas de la empresa prestadora del servicio, Litoral Gas y la administración del edificio, acusándolo de haber “preopinado y prejuzgado acerca de la situación procesal” de los imputados en entrevistas periodísticas. La Cámara Penal de Rosario, en un voto dividido, decidió apartarlo. La decisión causó indignación y descontento entre los familiares de las víctimas, que se mostraban conformes con su desempeño.

Una persona que lo conoce del ámbito judicial lo describe como un magistrado que está “al día” con su formación, “garantista y progresista”. En uno de los sectores políticos que ve con buenos ojos su candidatura resaltan que “es un tipo honesto, va al frente, preparado, técnicamente solvente, y las investigaciones pesadas en las que actuó las llevó adelante y se la bancó”. “Entiende el sistema, entiende la gravedad de lo que pasa en Rosario y de lo que va a haber que trabajar en cuanto a la definición de la política criminal”, apuntan en otro espacio.

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Quienes vieron su audiencia cuentan que su mirada apunta a darle más facultades al fiscal general. “Entiende que para determinadas causas se requiere el acompañamiento del fiscal regional y el fiscal general, lo que permite que ningún fiscal sea un aventurero pero también le da volumen y musculatura a las investigaciones que llevan adelante” y no sea “solo un fiscal contra un monstruo político o económico”, detallan.

Beltramone también se mostró a favor del procedimiento especial para delitos en flagrancia, cuya aplicación genera dudas a algunos defensores en cuanto a su constitucionalidad. Se trata de un mecanismo distinto, con plazos mucho más cortos, destinado a juzgar imputados cuando son sorprendidos cometiendo el hecho, son perseguidos luego de que lo cometieron o tienen rastros que permiten presumir que lo cometieron. Al resumir el proceso, se apunta a ahorrar recursos y descolapsar el sistema.

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Otra cuestión en la que se puede presumir que el camarista metería mano puede encontrarse en su cruce con el fiscal Sebastián Narvaja, en el marco de la causa por estafa contra la agrofinanciera Guardati Torti. El representante del MPA lo acusó de tener lazos personales y políticos con la defensa de los acusados, lo que generó la respuesta de Beltramone, quien se declaró víctima de “un operativo de prensa con publicaciones de contenido engañoso”, habló de “graves acusaciones sin prueba alguna” y apuntó contra la relación del MPA y la prensa.

Las críticas a su candidatura tienen que ver más que nada con su actual rol de camarista, por lo que también aplican a Prieu Mántaras. Desde el punto de vista práctico, están los que creen que el lugar actual que ocupan “quita visión” sobre el funcionamiento interno del MPA y lo que hay que corregir, mientras que desde un punto de vista más doctrinario, están quienes afirman que se ponen en crisis los principios de autonomía e independencia que deben regular la actividad de los fiscales, “algo imposible si el que manda es el que hasta ayer fue juez”.

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Sin embargo, quienes ven a Beltramone como la persona indicada para el órgano de los fiscales resaltan su condición de ajeno a esa estructura como una virtud: “El nivel de fragmentación del MPA hace que cualquiera que venga de adentro del sistema de alguna manera tenga cierta parcialidad, o prejuicio, o sea más amigo de uno o enemigo de otro, si es de afuera del sistema ayuda más”, explican.

Ser rosarino y el apoyo de un sector del radicalismo hacen que Beltramone sea uno de los candidatos que a priori cuenta con los votos de la mayoría de la oposición, claves para lograr el acuerdo legislativo. Vranicich, por sus propias razones, es el otro nombre que tiene ese visto bueno. Sin embargo, nadie descarta un acuerdo de último minuto o incluso que el gobernador envíe el pliego de Prieu Mántaras a sabiendas que será rechazado, solo para que quedé en claro quienes decidieron bajarle el pulgar. Recién el lunes, Omar Perotti dará a conocer el nombre. La rosca está que arde.

Prieu Mántaras puja por el cargo de fiscal general en Santa Fe.

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