Martín Menem llegó a la sesión más importante para el oficialismo con fiebre alta. Pasado el mediodía, se sentó en la presidencia de la Cámara de Diputados con la tranquilidad de saber que, esta vez, los números de la votación para la ley clave del gobierno de Javier Milei estaban garantizados.
“Tengo fiebre, pero de acá no nos sacan ni muertos”, dijo Menem cuando el debate recién empezaba. El riojano sabía que el escenario era diferente al de principios de febrero. El Gobierno había hecho los deberes y había negociado la Ley Ómnibus XS en detalle con los gobernadores. Menem, además, llegaba a su segunda prueba de fuego con la ayuda inestimable de dos aliados clave dentro del Congreso, Silvia Lospennato y Miguel Ángel Pichetto; y otro que aportó desde afuera, su padre, Eduardo Menem.
Fueron Lospennato y Pichetto quienes ayudaron a Menem a ganar la votación antes del ingreso al recinto. Fue durante la reunión de Labor Parlamentaria, previa a la sesión, donde se definió que su tratamiento se haría por capítulos y no por artículos, como fue en la primera edición del debate.
Miguel Ángel Pichetto, un aliado en retirada
En febrero, Pichetto había retado a Menem por esa torpeza y le había echado la culpa al radical Rodrigo de Loredo por el caos que generaron las internas de su bloque en la votación, que fue directo al fracaso. El presidente de la cámara baja entendió que la modalidad no podía repetirse en el segundo intento. Escuchó críticas y acusaciones a su inexperiencia y su falta de conocimiento del reglamento. El jefe del bloque Hacemos Coalición Federal (HFC) también se fastidió, entonces, al ver que el oficialismo al ver que había llegado al recinto sin los votos anudados y en guerra abierta con los gobernadores. Los mandó a negociar.
En el tránsito hasta el lunes 29, Pichetto destacó cambios en la modalidad de negociación. Además del ministro del Interior, Guillermo Francos, entraron en la conversación el vicejefe de Gabinete, José Rolandi, y el secretario de Interior, Lisandro Catalán. El exsenador se mantuvo siempre en línea con ellos y fue quien negoció que la reforma laboral incluida en el texto que se aprobó en el recinto no empujara a la CGT a la guerra frontal contra el Gobierno.
Menem y Rolandi fueron los destinatarios de la furia de Pichetto por la sorpresiva inclusión de la reforma laboral en la ley de bases que la Casa Rosada hizo por pedido del bloque de De Loredo. “¿Qué hicieron, nene?”, le dijo al riojano. Después habló con el segundo de Nicolás Posse. “Si no sacan esto, no la voto”, amenazó. Al final, la reforma laboral se redujo a 16 artículos y dejó afuera los puntos más críticos, que restringían al máximo las acciones gremiales colectivas.
"Tienen que quedar sus palabras. La ley va a salir por el esfuerzo de la política, doctor (Alberto) Benegas Lynch", respondió Pichetto en su discurso, harto porque el libertario había asociado a la política con “pirañas”. Después de su colaboración en la Ley Bases, el titular de HFC también dejó otro mensaje: su ayuda llegó hasta acá y, en adelante, endurecerá su posición hacia el oficialismo.
Después de la aprobación de la ley, el Presidente le dedicó una línea de agradecimiento por la aprobación de la ley junto a De Loredo y a Cristian Ritondo. Les reconoció su "labor patriótica".
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Silvia Lospennato, de aliada a vicepresidenta
Menem contó en el recinto con una socia fundamental para encaminar las discusiones. Secretaria parlamentaria del PRO, estudiosa del reglamento y conocedora como pocos de los vericuetos legislativos, Lospennato fue clave para el presidente de la Cámara de Diputados, adentro y fuera del recinto.
La intervención de Lospennato fue fundamental en la defensa de la modalidad de votación por capítulos. La diputada fue la encargada de cruzar las posiciones de Germán Martínez (UP) y Maximiliano Ferraro (Coalición Cívica), que pedían el voto nominal por incisos en la votación en particular.
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Según pudo saber Letra P, Lospennato también tuvo un rol clave en las reuniones de negociación con la oposición. Asistió a Menem en términos técnicos e intervino en el ordenamiento interno, frente a la carencia de ese rol dentro de La Libertad Avanza. El lunes, consiguió un reconocimiento extra: fue designada como vicepresidenta tercera de la Cámara baja. Su lugar como secretaria parlamentaria del PRO será ocupado por Silvana Giudici.
En un tuit, el mismo Milei le agradeció a Lospennato su "compromiso demostrado".
Eduardo Menem, al teléfono, y el respaldo de Karina Milei.
Especialista en derecho procesal parlamentario, Eduardo Menem estuvo del otro lado del teléfono para atender todas las consultas técnicas de su hijo, Martín. Varios diputados escucharon el nombre del exsenador como cita de autoridad a la hora de tomar decisiones. Su sobrino, Eduardo “Lule” Menem, también pasó varios días instalado en Diputados, y ayudó a su primo en las negociaciones con diputados y gobernadores.
Martín Menem, recién llegado a la política, que ganó la presidencia de la Cámara por el respeto de la mayoría parlamentaria a su apellido, también tuvo el respaldo irrestricto de parte de los hermanos Milei, en particular de Karina.
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Karina Milei estuvo en el recinto de Diputados junto a Guillermo Francos, José Rolandi y el mendocino Omar de Marchi.
La secretaria general de la Presidencia siguió el debate este martes por la mañana desde el palco de Diputados, con la tranquilidad de saber que la discusión ya estaba ganada. Pasadas las 17, Menem supo que había pasado su primera prueba de fuego en la cámara baja. Esta vez, había podido maniobrar en el conflicto. Con un recinto incendiado y bloques fragmentados, con ayuda de aliados clave, el riojano consiguió el primer triunfo de la era Milei.