Los preparativos represivos del gobierno de Nicolás Maduro, la memoria fresca de la brutalidad aplicada a quienes protestaron tras la irregular elección presidencial del 28 de julio y, por qué no, cierta fatiga y sensación de que no existe manera de vulnerar a ese régimen hizo que la manifestación realizada este jueves por la oposición venezolana no fuera todo lo masiva que desearon sus organizadores.
Fueron miles los que salieron a la calle y probablemente vuelvan a salir este viernes, cuando el mencionado jure su tercer mandato hasta 2031, obtenido en comicios ampliamente denunciados como fraudulentos y de los cuales jamás presentó las actas correspondientes, sino solamente un anuncio que lo dio como vencedor. Creer o reventar.
La oposición apostaba y aún apuesta a una suerte de pueblada que desencadene una reacción en parte de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), a la que supone –o imagina– fracturada entre el generalato chavista y cuadros medios y bajos insatisfechos.
Machado, la amenaza de Nicolás Maduro
Maduro, como se dijo, jurará hoy ante la Asamblea Nacional en una Venezuela virtualmente militarizado y que ha suspendido vuelos desde y hacia varios países para que Edmundo González Urrutia no tenga forma de llegar desde República Dominicana para también prestar un juramento testimonial. La situación sigue siendo explosiva.
El verdadero poder detrás de González Urrutia, María Corina Machado, reapareció este jueves en público después de 133 días de semiclandestinidad. Montada a una camioneta, lanzó una arenga insurreccional, después de lo cual, aseveró su comando, fue detenida "violentamente" y en medio de disparos.
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Poco después se divulgó un video en la que la propia líder antichavista afirmaba estar a salvo, pero la confusión reinaba. La misma fuente que dio cuenta del arresto aclaró que este fue breve y que ya había recuperado la libertad.
Machado posteó en su cuenta de X. Entre vaguedades, confirmó la detención, sugirió que hubo disparos al aludir a un herido y prometió dar más precisiones. Es una maestra del suspense que, carente de herramientas, se las arregla para mantener vigente el riesgo del estallido social y militar, requisitos, según la oposición, para que las cartas se mezclen y se repartan de nuevo en su beneficio.
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La clandestinidad de Machado ha sido curiosa. Requerida por el poder judicial chavista por "conspiración" y seguramente ubicada por el Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), probablemente no haya sido detenida por meses para que la presión internacional no arreciara prematuramente. Después de la jura, ese cuidado podría quedar de lado.
Cuando se habla de represión cabe remitirse al último informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que desgrana a lo largo de 87 páginas lo ocurrido después de las elecciones del 28 de julio, continuidad recargada de abusos ya registrados en 2019 por la entonces alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humano Michelle Bachelet.
"Tras la jornada electoral, en lo que constituiría la tercera fase de la represión, la violencia aumentó en respuesta a las protestas de rechazo al fraude electoral. Alrededor de 300 manifestaciones espontáneas fueron reprimidas por las fuerzas del régimen y grupos civiles de choque. La 'Operación Tun Tun' resultó en al menos 25 muertes, más de dos mil detenciones arbitrarias, desapariciones forzadas, torturas y otras graves violaciones a los derechos humanos. Las fuerzas de seguridad también llevaron a cabo allanamientos sin orden judicial y detenciones masivas, además de recurrir a actos de violencia sistemática contra personas manifestantes", señaló.
Acaso hoy las calles de Caracas y otras grandes ciudades vuelvan a ser escenario de manifestaciones, aunque habrá que ver de qué tamaño y de qué tenor. Lamentablemente, el tiempo de la apelación a la razón ya pasó.
Nada bueno puede augurarse cuando no basta ni con la queja ni con los votos, y cuando hasta la esperanza se extravía.