Martín Llaryora abrirá el periodo ordinario de sesiones ordinarias de la Legislatura en Deán Funes, ciudad ubicada a más de 100 kilómetros de la ciudad de Córdoba. Quedará inaugurado formalmente el año político con el repaso de la gestión, siguiendo el plan cardinal que inauguró cuando asumió en San Francisco, al este; tomó juramento a sus funcionarios en Río Cuarto, al sur; y proyectará su segundo año, en el norte.
Habrá anuncios para ese punto del mapa. Varios párrafos del discurso propondrán un recorrido sobre lo hecho con énfasis en marcar los contrastes con la gestión de Javier Milei. Obra pública, educación e incentivos a la producción serán las palabras claves de una intervención que no se saldrá del molde.
Será el cierre de un enero que -con menos intensidad- recordó bastante al del año pasado, cuando libertarios y federales medían fuerzas en el Congreso y en las redes por la ley ómnibus. Será el comienzo de un febrero que empieza caliente e inaugura la fase electoral.
A pesar del cuidado de las formas, Llaryora tocará en su discurso un punto obligado y antipopular: los impuestos. O, como le señala la oposición, el “costo Córdoba”.
La guerra de los impuestos de Martín Llaryora y Javier Milei
Llaryora, junto con sus pares de la Región Centro, pidieron la baja de las retenciones al campo. En el Panal nadie sabía del anuncio que hizo Toto Caputo este jueves por la tarde. El ministro de Economía anunció alivio fiscal y dejó la pelota picando en la cancha de las provincias.
El concepto de libertinaje fiscal tocó la puerta de Llaryora, que quiere dar una batalla difícil: el reduccionismo, el juego de los caracteres acotados de las redes sociales, es el terreno libertario.
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Martín Llaryora defendió la política impositiva de Córdoba desde Madrid, donde participa de la Feria Internacional de Turismo.
Prensa del gobierno de Córdoba
El gobernador hablará de impuestos buenos en el norte cordobés como motor de la educación, la salud y el desarrollo, pero deberá agudizar el ingenio si quiere instalar que Córdoba cumplió con todo lo que exigió el gobierno libertario y su ajuste. En especial, que no aplica cuadros abusivos a los contribuyentes, el comercio y la industria.
La oposición con peluca -casi toda en esta provincia- celebró el anuncio de Caputo porque les dejó servido en bandeja el retruque al oficialismo que empezaba a aplicar el nuevo cuadro tarifario con subas de más del 160% en rentas y el impuesto inmobiliario.
El diputado radical Rodrigo de Loredo hizo un extenso punteo en sus redes sociales. “Con una inflación en el 2024 de 117,8%, y un pronóstico inflacionario para el 2025 que oscila entre el 18 y el 26%, Martín Llaryora, sin ahorrar un solo gasto en su administración, resuelve exprimir a los cordobeses con un confiscatorio aumento que en promedio supera el 200%, con casos que incluso llegan al 600% de incremento”, escribió el jefe del bloque boinablanca antes de elogiar la política de Toto Caputo y de pedirle al gobernador, a quien llamó “cara de yunque”, que baje las cargas.
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Llaryora tuvo que salir a recordar que hay opciones para quienes tengan dificultades para cumplir con los pagos y sus adláteres explicarán que el 90% de la torta que destinan los cordobeses es de impuestos nacionales.
El concepto de eficiencia y gestión será la salida por arriba del laberinto. También meterá la política para empezar a marcarse como el único opositor a Milei en Córdoba. Llaryora tiene guardado en el bolsillo del saco el concepto madre de la campaña legislativa nacional: “apoyar a la Argentina, pero cuidando a Córdoba”. Pretende que sea el excandidato presidencial Juan Schiaretti el superhombre de la campaña en todo el país.
El jefe del cordobesismo open mind especula con que el tres veces gobernador no se jubilará de la política. Efectivamente, sigue activo en el armado de la tercería vía nacional bajo el rótulo Hacemos por Argentina. La última foto llegó esta semana con la reunión compartida con la exgobernadora de Río Negro, Arabela Carreras. La agenda continuará.
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Juan Schiaretti continúa con el armado de su partido nacional. Esta semana se reunió con la exgobernadora de Río Negro, Arabela Carreras. Martín Llaryora quiere nacionalizar la elección.
“¿Quién existe debajo de Schiaretti?”, interpelan a sus interlocutores de ocasión en el Panal. La respuesta se arma con encuestas en mano: es el hombre que mejor mide y que, producto de su pasada experiencia nacional, puede dar un paso más en interpelar a ese electorado que escapa del 30% duro que tiene Javier Milei.
La pregunta también baja línea para los que siguen. Los nombres de la lista cordobesista son un tema menor si Schiaretti no encabeza. Llaryora quiere nacionalizar la pelea con Schiaretti como gran campañista nacional.
La idea que pica en la mesa chica del gobernador es que el contador juegue en los medios nacionales y que cada lista que patrocine se identifique con su figura. “La gente no vota espacios, vota personalidades”, citan el manual de la política contemporánea.
En la mesa siguen sonando los nombres de siempre: el ministro de Gobierno, Manuel Calvo; el jefe de la bancada oficialista en la Legislatura, Miguel Siciliano; el secretario de Deportes del intendente Daniel Passerini, Héctor Pichi Campana; la diputada Natalia de la Sota; y comienzan a agregarse nombres que provienen del intendentismo como Marcos Torres, peronista que gobierna Alta Gracia, crítico de la primera hora de Milei.
El plan B en Córdoba
Si Schiaretti no acepta la patriada de pelear contra la lista de Milei y la de Cristina Fernández de Kirchner, Llaryora no tendrá más remedio que trabajar la marca que tiene una base entre los 20 y 22 puntos. La pulseada se ceñiría a los límites provinciales.
En cambio, si Schiaretti acepta el unipersonal, en el Panal calculan que están en condiciones de quedar como tercera fuerza a nivel nacional. “Habría dos ganadores”, sostienen.
Más allá del plano especulativo, el plan escrito todavía en lápiz anticipa que Llaryora no modificará su recorrido: continuará cuidando las formas con el gobierno libertario, pero asume que no será fácil.