Si para Javier Milei la categoría de "zurdo" abarca a una amplia gama de personas que defienden la justicia social, el derecho –constitucional– a la educación y a la vivienda, la promoción y el cuidado de las mujeres postergadas y violentadas, el respeto a las diversidades de género, la educación sexual y otros valores similares, su promesa de "correr" a esos "hijos de putas" hasta el "último rincón del planeta" es una amenaza directa a más de la mitad de las personas que gobierna.
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Si, en su opinión, el feminismo es un anatema, la homosexualidad es equiparable al abuso de menores y, como amplióGuillermo Francos, las personas gays deben recluirse y nunca hacer "promoción" de sus sentimientos, aspectos sensibles de la convivencia plural quedan puestos en entredicho. La yihad lanzada ya abiertamente por el Presidente contra una amplia parte de la sociedad por la que debería velar comienza a tener efectos peligrosos.
Esos efectos tienen lectura electoral y también de calle, a donde comienza a llegar la violencia fomentada desde el poder. ¿Milei, La Sombra Santiago Caputo y los panfletistas Agustín Laje y Nicolás Márquez; la trolera financiada con fondos públicos; todos los que militan esa guerra santa; quienes fingen demencia ante ella; los dirigentes políticos, sindicales y empresariales que callaron hasta ayer y los que todavía callan; e incluso la parte de la sociedad indiferente al daño que se le hace a la democracia –"el peso muerto de la historia", según Antonio Gramsci– estarán haciendo bien sus cuentas de costo y beneficio?
Sin dirigentes a la cabeza
Una parte importante de las partes agredidas decidió dar un paso al frente.
Sectores de la comunidad LGBT se dieron cita el sábado en el parque Lezama y, junto a colectivos feministas, lanzaron una convocatoria a una marcha federal antifascista para el próximo sábado 1 de febrero. Luego vendrá el 8-M.
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Aunque con excepciones de mérito, muchos de quienes presumen de ser los principales referentes de la oposición mantienen un silencio llamativo. Los dirigentes esperan a ser dirigidos por la sociedad espontánea, lo que los inhabilitaría moral y políticamente para jugar mañana el rol que pretenden.
La Confederación General de Twitter (CGT) expresó en un posteo –otra cosa no se consigue– que "desde el espacio de mujeres trabajadoras (de la organización) repudiamos las expresiones violentas, falaces y discriminatorias pronunciadas por el Presidente en Davos". Los machos cegetistas no se sienten interpelados.
El empresariado –tanto a nivel de entidades como de individuos– se desentiende de la sociedad con cuyo trabajo y consumo se enriquece. Siguen una línea de conducta.
¿Qué esconde la yihad de Javier Milei?
Una encuesta del Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP) realizada para Página/12, arrojó que "una mayoría sólida está en contra de los planteos que el Presidente hizo en Davos: seis de cada diez ciudadanos respaldan el matrimonio igualitario; también seis de cada diez sostienen que las medidas ecológicas para proteger el planeta son necesarias; siete de cada diez afirman que se debe garantizar la igualdad de las mujeres en el mundo laboral y seis de cada diez dicen que se deben mantener las políticas de inclusión e igualdad social".
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Además, el 55% de los consultados consideró que el Gobierno es autoritario.
Dos acotaciones. Una, las encuestas siempre deben ser tomadas con cautela. Dos, que una cosa es opinar y otra, comprometerse. Los sondeos, tan abundantes en preguntas sobre respaldos y rechazos, no suelen medir intensidades ni ponderar los "pesos muertos".
No existe sistema, plan ni proyecto que pueda prescindir de la conducta de los actores involucrados. De las dirigencias ya se sabe qué se puede esperar, ¿pero hay, pese a eso, una mayoría social dispuesta a jugar su rol y asumir que la condición ciudadana demanda, en algún momento, ir más allá de la pelea por la reproducción biológica, esto es del milagro de despertarse cada mañana a pesar de los rigores de la vida?
Si existen, como es fácil intuir y confirma el CEOP, mayorías tan amplias respecto de ciertos valores, constitutivas de un sentido común, cabe preguntarse qué busca la yihad y en qué cálculos se basa.
Primero, ¿la guerra santa de la ultraderecha argentina, que ya completó la mitad del viaje desde la derecha radical hacia la extrema, apunta a un rédito electoral?
Parece difícil pensar que los rebuznos escuchados en los últimos días sirvan para algo más que consolidar un núcleo duro y minoritario, un fascismo del siglo XXI. Semejante narrativa, al menos por el momento, no construye mayorías.
Resulta interesante en este sentido destacar que el silencio cómplice del PRO –el institucional, insólitamente calificado por fuentes en off como de "desconcierto", y el de referentes como Mauricio Macri, María Eugenia Vidal y Cristian Ritondo– y del sector violeta de la UCR. Ese mirar para otro lado les hace perder a esos sectores una oportunidad, tal vez única, de mostrar un motivo que justifique su existencia política, esto es una impronta económicamente igual de impopular, pero políticamente diferente a la de La Libertad Avanza (LLA).
Macri pretendió ayer comenzar a revertir ese error y mandó al primo Jorge y a Silvia Lospennato a –por fin– decir algo.
El jefe de Gobierno porteño se acordótres días después del bochorno de Davos de que la diversidad de género "es un patrimonio de la ciudad que nadie nos va a arrebatar (...). Y yo voy a estar defendiéndolo".
La segunda, por su parte, cayó en la cuenta de que es feminista y defendió "el respeto irrestricto al proyecto de vida de cada persona, la libre elección de a quien amar y todos los tipos de familias, las políticas que traten iguales a los iguales y también las que disminuyan las desigualdades para que las circunstancias en que te tocó nacer no determinen el resto de tu vida". ¿Mejor tarde que nunca? Si el PRO resultara barrido en octubre, sería bueno recordar lo ocurrido estos días.
Jorge Macri volvió a plantear este domingo la posibilidad de que su primo Mauricio Macri sea candidato a senador nacional por la Ciudad de Buenos Aires del PRO en las legislativas de este año
“Esa es una decisión que tiene que tomar él, yo creo que sería muy bueno que él… pic.twitter.com/8OT21HB3TV
Para eso y no para una alianza se prepara Milei. "No se pongan en nuestro camino", les advirtió –amenazante como ya es costumbre– a los macristas, a quienes acusó, entre otras cosas, de "falsa indignación".
Segundo, ¿será la yihad un elemento de distracción mientras la economía se emparcha en una nueva edición del "Plan Aguantar hasta octubre" y mientras Federico Sturzenegger apura sus proyectos para aprovechar los 162 días de superpoderes que le queda a Milei para terminar de echar trabajadores y hachar el Estado en un 30%? Facultades delegadas, hay que recordar, entregadas por oficialistas, colaboradores voluntarios, kuéiders y hasta autopercibidos opositores en la ley Bases.
En parte es posible y, de hecho, el debate de los últimos días resultó desplazado de esos asuntos relevantes. Sin embargo, no queda claro cómo ayudarían las propuestas legislativas retrógradas que darán sustancia a la guerra santa en curso a reducir y no a incrementar la cantidad de afectados por el mileiato.
Tercero, ¿ser tratará del enésimo intento de construir una nueva hegemonía en la Argentina?
Probablemente, más si se considera cuál es la mentalidad del yihadista: la de un vanguardista, incluso solitario, confiado en las "fuerzas del Cielo" y dispuesto a la inmolación en pos de una visión extrema y trascendente. En este caso, el cálculo político podría resultar fatalmente fallido o directamente estar ausente.
Un equívoco juega a favor de esos hombres bomba: el universo de lo que ellos definen como "zurdo" no se compadece ni mínimamente con la percepción que tiene de sí misma la mayoría social que defiende los valores de algo que, se supone, todavía es una comunidad y no un amontonamiento de individuos a quienes se les ha extirpado el corazón.
Pese a eso, es útil recordar lo señalado por el sociólogo y antropólogo Pablo Semán en el libro Está entre nosotros, que coescribió y compiló. Así como el kirchnerismo se autoescuchaba en 6, 7, 8 y confundía su propaganda con consenso social asegurado y hegemonía cultural, es posible que los paleolibertarios tomen hoy por tal cosa el eco de lo que ellos mismos mandan a escupir en las redes sociales.
La violencia de arriba y la violencia de abajo
El modus operandi de los militantes digitales de la extrema derecha se repite: se disfrazan de "periodistas de redes" y acuden a manifestaciones críticas para provocar y poder exhibir luego agresiones siempre contenidas por la oportuna presencia policial. El sábado, en parque Lezama, fue el turno de Marco Palazzo.
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Este acudió poco después de haber calificado a las personas homosexuales como "enfermas" y "retrasadas mentales". Así como se señala que los principales referentes del peronismo no se gastan en condenar los excesos oficiales y que los del PRO y muchos de la UCR directamente se hacen los zonzos para poder seguir apoyando el ajuste y mendigando lugares en las próximas listas, hay que señalar que no hay figuras del Gobierno que se aparten de la proliferación de esos hongos venenosos crecidos bajo su sombra húmeda. Ni los extremistas Milei y Caputo, ni el "moderado" y "dialoguista" Francos.
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Según recuerdaLos Andes, medio mendocino fundado en 1882, Palazzo, un influencer de 18 años, es un reivindicador del nazismo. "En sus textos, llegó a defender a Adolf Eichmann, capturado por el Mosad en Buenos Aires en 1960, calificando su detención como 'ilegítima'".
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La violencia verbal del Presidente baja a militantes de su causa como Palazzo y genera reacciones que, en cualquier momento, nos podrían llevar a males grandes.
Viene a la memoria Juan Perón con su máxima sobre "la violencia de arriba" y "la violencia de abajo".
¿Dónde iremos a parar?
Un clima de época
Elon Musk, tecnoplutócrata, líder de una internacional reaccionaria, dueño de X y del espacio satelital, hombre más rico del mundo, secretario de Eficiencia Gubernamental de Donald Trump y "amigo" incondicionalmente defendido por Milei asegura que no es un impulsor ideológico y financiero del supremacismo blanco y mucho menos un nazi.
En medio de una catarata incontenible de posteos, ladró –"guau", escribió– ante un tuit de alguien que parece añorar el apartheid porque tenía "menos leyes raciales" que la actual Sudáfrica democrática, su país de nacimiento. ¡Guau!
Esa agrupación, que marcha segunda en las encuestas para las elecciones del 23 del mes que viene, "es la mejor esperanza para Alemania" y la más apta para "preservar la cultura alemana y proteger al pueblo alemán", dijo.
En medio de ataques al "multiculturalismo", Musk postuló que "los niños no deben sentir culpa por los pecados de sus padres, por no mencionar los de sus abuelos".
AfD protege a sus niños: un afiche de campaña muestra a una pareja muy rubia construyendo un simpático techo a dos aguas sobre las cabezas de sus tres hijitos, también muy rubios.
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Pará, pará, pará… ¿Esos adultos no están haciendo un saludo nazi, como el que Musk dice que no hizo en un acto el día de la jura de Trump?
Payasos sin gracia, ellos juegan a ser Micky Vainilla. La tragedia es que nos obligan a todos a jugar con fuego.