SEGUNDO SEMESTRE

Javier Milei y un Pacto de Mayo vacío

El Presidente monta una fiesta de cuerpos sin alma en Tucumán. La casta, a reglamento. Gobernadores en zona de riesgo. Las grietas del Círculo Rojo.

Como quien acude a esas fiestas desangeladas, a las que nadie tiene realmente ganas de ir, gobernadores y figuras de la dirigencia política y empresaria acudirán este lunes por la noche a Tucumán para firmar o atestiguar, tras una vigilia y en los primeros minutos del 9 de julio, el Pacto de Mayo pergeñado por el presidente Javier Milei.

Desde el vamos, el nombre del entendimiento es un oxímoron: si la fecha –guionada por Les Luthiers – ya lo dejaba offside, también su carácter de pacto, cuyas condiciones han sido impuestas por apenas una de las partes y que las demás consideran, más temprano que tarde, prenda de reciclaje de papel.

El acto, que seguirá a una vigilia nocturna en la provincia gobernada por el "peronista libertario" Osvaldo Jaldo, supondrá la rúbrica de una suerte de diez mandamientos paleolibertarios, a tono con la impronta mística de la época e impuestos casi en su totalidad por el Gobierno.

El Pacto de Mayo, punto a punto

El punto uno está consagrado por la Constitución Nacional, pero no deja de tener relevancia que el Gobierno lo eleve por encima de otros derechos, por caso de todos los que tienen sesgo social.

Los puntos dos y tres imponen el necesario equilibrio fiscal en términos eminentemente regresivos, dados exclusivamente por un recorte del gasto público de unos 18 puntos del PBI desde el nivel dejado por el gobierno de Alberto Fernández. Si se habla de una reforma tributaria –punto cinco–, no es en términos de que aporte más quien más tiene, sino de una reducción de la presión impositiva para los sectores empresariales y con capacidad de ahorro, esto es en beneficio de los ricos.

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Así las cosas, el subtexto es un deterioro de los servicios públicos, las herramientas de los sectores medios y populares para dar pelea sin tener las manos atadas en una sociedad ultracompetitiva y ultrainequitativa como la que se pergeña.

La salud pública ni es mencionada y la educación –punto cuatro– es aludida en términos de "utilidad", sin menciones a su gratuidad y ni siquiera a su calidad. Esto brillaba por su ausencia en la redacción inicial de las nuevas tablas de Moisés, pero fue incorporado para facilitar la presencia de representantes de la Unión Cívica Radical (UCR) en la puesta en escena. La concesión fue pequeñita, tibia y ambigua como las actuales conducciones radicales. Cabe, ciertamente, usar el plural al hablar de ese partido feudalizado.

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El ítem seis –rediscusión de la coparticipación federal– es una fórmula sin destino, ya que sólo sería posible mediante el aval unánime de todos los gobernadores, cosa que no ocurrirá.

El siete –la explotación de los recursos naturales– es una invitación a los ya convencidos de sumarse al abusivo RIGI. El ocho –la reforma laboral– no tendrá en el Pacto de Mayo representación sindical ni mayores chances en el Congreso y el nueve –otra reforma previsional– es un collar de melones político que habrá que ver quién tiene ganas de colgarse.

El punto diez –la apertura comercial– es una incitación a que muchos de los empresarios que se harán presentes –en particular los industriales– se pregunten qué diantres estarán haciendo allí.

Una de dos: o la casta se hizo mileísta –no es el caso– o casi nadie entiende lo que ocurrirá más que como un acting, una pócima amarga inevitable en el corto plazo, pero sin efectos duraderos.

Gobernadores, asistentes obligados

Los gobernadores que se harán presentes serán los únicos signatarios junto a Milei; el resto de la concurrencia será decorado. El número de mandatarios será relevante; su compromiso es otra cosa.

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De hecho, al atarse a una idea de equilibrio fiscal entendida sólo en términos de recorte del gasto público y de los fondos disponibles para las provincias, encima con reducciones de impuestos a los más ricos, esos gobernadores firmarían una suerte de certificado de defunción política, al menos si se tomaran Mayo verdaderamente en serio.¿En qué cabeza entra que la Argentina de hoy, con todas sus necesidades sociales, previsionales y territoriales a cuestas, cabe en un gasto de 25% del PBI?

Cabe suponer que únicamente en las dogmáticas del Presidente y de Federico Sturzenegger, su flamante ministro de Desregulación y Transformación del Estado, quien será el brazo ejecutor de El Topo en la tarea de demoler el Estado tal como se lo conoce.

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Enfrente de todos ellos, el peronizado Axel Kicillof se instala como el primus inter pares de lo que –por ahora– es una minoría de rebeldes.

La política (que puede) saca el cuerpo

Entre las figuras institucionales, solamente serán de la partida los expresidentes Adolfo Rodríguez Saá y, a regañadientes en momentos en que ensaya los primeros pasos del desacople, Mauricio Macri.

Si Macri va a disgusto –encima, para hacerlo, tuvo que dejar las apacibles jornadas de Wimbledon–, los miembros de la Corte Suprema directamente declinaron la invitación sin mayores argumentaciones. La postulación del controvertido Ariel Lijo sigue siendo cosa apenas de Ricardo Lorenzetti.

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También se puede empezar si no llegan los legisladores de la Coalición Cívica y de las heterogéneas bancadas de Hacemos Coalición Federal (HCF). El primer sector viene mostrando diferencias no sólo de estilo con el gobierno de ultraderecha, mientras que el segundo afirmó, al declinar la invitación, que comparte todos los principios del Pacto de Mayo, a los que se permite sumar un par más. ¿Por qué no ir, entonces? ¿Será que el ala socialista de Hacemos también se siente a gusto en una Argentina de gasto público rebanado casi a la mitad y sin garantías el funcionamiento –ya ni hablemos de la calidad– para los servicios públicos?

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Con tanta proliferación de fechas para el final anunciado de la colaboración opoficialista, seguramente el tiempo irá desvelando esos misterios.

Las grietas del Círculo Rojo

La Argentina corporativa, el Círculo Rojo, irá, claro. En ella habitan grupos poderosos que acompañan a la espera de quedarse con partes valiosas de los procesos de desguace del Estado y de privatizaciones en ciernes, así como de mercados que quedarán a la deriva por el corrimiento estatal.

Son muy pocos los ganadores del modelo Milei, que si en algo es generoso es en damnificados.

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Luis Caputo está acosado por la interna, por la desconfianza del mercado financiero, por las imposiciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y, sobre todo, por las propias inconsistencias de su programa. Ausentarse en este contexto sería exponerse, más cuando Milei, en señal de respaldo, acaba de cumplir con su promesa de cortarle la mano a quien "le toque el culo a Toto". El asesor Fausto Spotorno habló, jugó en la interna a favor de Sturzenegger y perdió.

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La mencionada legión de perdedores sufre por la propia lógica del modelo: el dólar no enamora al campo y la recesión no tiene fin, para desesperación de la industria y el comercio.

No habrá pompa ni Pacto de Mayo a destiempo que modifique la realidad material del estado de los negocios.

Sergio Ziliotto, gobernador de La Pampa, resistió el Pacto de Mayo desde el mismo día en que Javier Milei hizo pública su idea.
Javier Milei durante la apertura de sesiones en el Congreso de la Nación. 

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