Javier Milei agasajó en la quinta de Olivos a los 87 "héroes", como los calificó, de la Cámara Diputados que la semana pasada le permitieron sostener el veto a la reforma previsional con un asado austero que costó 20 mil pesos y cada comensal tuvo que pagar con tarjeta de débito antes de ingresar al salón.
Hubo quienes quisieron cancelar la cuenta con crédito y les rebotaron el plástico. Necesitaron pedir prestado. Era obligatorio dejar los teléfonos celulares para ingresar al quincho: nada de fotos incómodas.
El Presidente arribó pasadas las 21 y se ubicó junto a Karina Milei, el asesor Santiago Caputo, el vocero Manuel Adorni, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos; el secretario de Interior, Lisandro Catalán; el presidente de la Cámara baja, Martín Menem; su tío y funcionario Lule Menem y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien se mostró aislada en las fotos. Francos y Caputo trataron de mostrarse juntos, para evitar rumores de disputas.
Una arenga de Javier Milei
Milei habló poco, sin las masterclass de economía, pero con una arenga que no ahorró cifras ni proyecciones. Sostuvo que la reforma previsional le hubiera provocado una sangría irreparable en el fisco y por eso el veto era una cuestión de Estado.
Sugirió un "scrum" para bloquear otras normas similares que alteren el equilibrio fiscal, pero se cuidó de mencionar el próximo reto que vine en el Congreso: la ley de presupuesto universitario, sancionada la semana pasada, que será vetada ni bien llegue a la Casa Rosada.
"Su mayor pedido fue la unidad para los que sostenemos el cambio", contó uno de los comensales. Si los tonos altos que usa para arengar a la tropa libertaria, Milei celebró el próximo dato de inflación mayorista, que se estima en torno al 2.1% mensual.
El menú de Javier Milei
Después de su breve discurso motivacional, Milei se sentó a comer un menú austero: asado, vacío, chinchulines y morcilla, en porciones acotadas. Había ensaladas de zanahoria y huevo, pero no mucho. Una copa de vino completaba la mesa de bienvenida, con agua y gaseosa opcional.
El postre fue mousse de chocolate, una especialidad de la casa, recordaban los integrantes del PRO que asistían en tiempos de la presidencia de Mauricio Macri.
Con Milei y sus funcionarios sentados, la reunión fue en un tono de total "camaradería", según describieron a Letra P los asistentes, porque el Presidente intentó que interactuaran los diputados que le pueden blindar vetos. Hubo charlas en las mesas y caminata en los jardines para fumar.
Milei, en el asado con la tropa legislativa que bancó el veto a jubilaciones
Milei, en el asado con la tropa legislativa que bancó su veto a la reforma jubilatoria.
Asistieron los miembros de La Libertad Avanza, el PRO, los exlibertarios del MID, aliados como el bloque Independencia (del tucumano Osvaldo Jaldo),
El único radical violeta que pudo asistir fue Mariano Campero. El cordobés Luis Picat tuvo un problema familiar, mientras que Martín Arjol y Cervi siguieron en la reunión de bloque para ratificar su pertenencia.
Estas ausencias hicieron que la concurrencia fuera menor a 87 presentes, el número mágico de Milei para blindar sus vetos.
Un show radical en la Quinta de Olivos
Campero fue el único representante de la UCR y se hizo notar como nadie: se animó a acercarse a la mesa de Milei para saludarlo, tomó el micrófono al grito de "Viva la patria" y se ganó los aplausos de sus colegas. Provocó risas entre los libertarios, que lo empiezan a sentir como a un par.
Milei era el que más se reía, junto a Bullrich, referente político del tucumano, quien generó además entre los comensales murmullos para saber de quién se trataba. Sólo una hora antes había ido a defender su fe libertaria con sus correligionarios.
Aplaudieron al tucumano el jefe del bloque libertario, Gabriel Bornoroni; y más aún el del PRO, Cristian Ritondo, quien estuvo siempre a la par de Diego Santilli y de Oscar Zago, jefe del MID y líder de los libertarios hasta abril. Todos fueron claves para sostener el veto de Milei.