La era de la inteligencia artificial: "Ya nada es real"
Hablar de profesiones que en muy pocos años perderán sentido a manos de la IA ya es algo remanido. También, sobre su reemplazo por otras nuevas, que surgirán al calor de estas tecnologías revolucionarias, y hasta del descalce temporal entre una destrucción más veloz que la construcción y sus posibles impactos económicos, sociales y políticos. Cierta inquietud, más difícil de definir, se instala en el estómago cuando se tratan estos asuntos.
Los videos de Macri y Lospennato provocaron una fuerte discusión política. Sin embargo, aunque su impacto concreto en la votación probablemente haya sido marginal, lo relevante es que representó un anticipo de lo que viene.
Embed - Polémica por otro video falso de Macri hecho con inteligencia artificial
Esos videos estuvieron bastante bien hechos, pero cierta falta de fluidez en el habla, una inadecuación entre las palabras y el movimiento de los labios y argumentos un tanto estereotipados invitaban a dudar de su autenticidad. Valen, entonces, por lo que presagian.
Esas falencias pasaron en cuestión de días a ser cosa del pasado: hacer una película de primerísima calidad ya no requiere actores, productores ni directores. Malo para ciertas vocaciones, espectacular para otras, talentos que hasta ahora se desperdician por la falta de recursos. Pero esto es lo de menos.
Escribir "VEO 3" en los buscadores de Google, YouTube, Twitter y cualquier otra red social completa ese panorama. La herramienta permite la creación de videos por ahora breves, que los usuarios plasmaron en piezas de realismo impecable y en dichos de los personajes –obviamente ficticios– sobre el divorcio definitivo entre lo que se ve y se escucha y lo que hemos conocido como "mundo material".
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Una jirafa en moto por Nueva York. ¿Todo es posible en la era de la Inteligencia Artificial?
Jirafas andando en moto por Nueva York, choques de autos y explosiones, ranas esperando a ser atendidas en la barra de un bar, trailers propios de películas de acción profesionales, reportes callejeros de noticiero, testimonios de personas que ridiculizan la idea de haber sido generadas con prompts… Todo eso y muchísimo más. "Esto es loco. Soy generada por inteligencia artificial de VEO 3. Ya nada es real", susurra una rubia insinuante.
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Inteligencia artificial y humana
Lo mencionado se vincula y se refuerza con el otro estímulo mencionado al comienzo: los proyectos de inteligencia artificial general (AGI).
Kevin Roose y Casey Newton son periodistas de The New York Times que conducen un fascinante podcast sobre estos temas. Tres días atrás entrevistaron a Demis Hassabis, ceo de DeepMind, una empresa del grupo Alphabet, que incluye a Google.
Embed - DeepMind CEO Demis Hassabis on How A.I. Is Reshaping Google | Interview
En la charla, Hassabis define las AGI como "inteligencias artificiales de nivel humano", capaces de realizar cualquier tarea intelectual propia de las personas, lo que va más allá de tareas específicas e incluye la producción de conjeturas y no solamente la habilidad de resolverlas. Esto supone adaptabilidad y creatividad. El impacto sobre el avance científico, artístico y productivo promete ser inmenso.
El hombre de DeepMind explica que este desarrollo estaría plenamente disponible en cinco años, pero no termina de aclarar algo que los periodistas le preguntaron dos veces: la posibilidad de que Google la tenga disponible mucho antes y la use en su propio beneficio antes de sacarla al mercado.
De hecho, no prospera hoy ninguna iniciativa de regulación estatal o multilateral de estas tecnologías, como tampoco formas de autorregulación de las propias compañías. Las inversiones que realizan son cuantiosas –en gran medida, por su demanda masiva de energía eléctrica– y sus beneficios potenciales, inimaginables, cosa que pone a posibles reguladores lejos incluso de la capacidad de comprender sus consecuencias y, en paralelo, los hace susceptibles a la influencia paralizante de los lobbies.
La Inteligencia Artificial, más allá de la posverdad
Todo esto ubica la fake de Macri y Lospennato en la prehistoria de lo que estamos por ver.
La tecnología ya está disponible para que alguien inunde una campaña electoral con ese tipo de contenidos virales o, mejor aun, enviados selectivamente en función de algoritmos expresivos de las opiniones de usuarios individuales. Bastará con un buen guion, una mentira verosímil y un timing adecuado. ¿Argentina 2027?
Un candidato pescado in fraganti en un hecho de corrupción, una escena de sexo de la índole que se quiera imaginar, un diálogo autoincriminatorio o lo que sea que la fantasía habilite son recursos ya plenamente disponibles. Asimismo, la fabricación de un crimen resonante, algún hecho que motive disturbios raciales o actos de xenofobia. El futuro presenta una inmensidad de oportunidades.
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El falso Mauricio Macri que bajó la lista del PRO en la previa de las elecciones de la Ciudad de Buenos Aires.
Google admite esos peligros y planea aplicar a los videos alguna marca de agua u otra señal para que no puedan ser presentados como ciertos, pero el genio salió de la botella.
La revolución es tal, que amenaza con volver obsoleto incluso el enfoque de la posmodernidad o, según Zygmunt Bauman, conceptos como el de "modernidad líquida". Ya no se trataría de que la realidad pudiera ser considerada relativa, variable o sujeta a relatos diversos. Su propia existencia quedaría en entredicho.
La noción de posverdad, entendida como una situación en la que los hechos presuntamente objetivos influyen sobre la opinión pública en menor medida que la evocación de emociones o que las creencias individuales, también perdería espesor.
Si la certeza de "ver para creer" se pierde, si absolutamente todo pasa a ser dudoso, tras un tiempo inicial de ingenuidad y engaño, podría imponerse un estado socialmente extendido de descreimiento. Si todo pudiera ser mentira, nada sería considerado verdad.
Un mar de escepticismo
En su novela Sinfín, publicada en 2020, Martín Caparrós aborda la idea de la exportación o transición de la mente a un artefacto tecnológico, lo que supondría una suerte de vida eterna.
Un año antes, la serie Years and years exploró esa idea de transhumanismo –la integración evolutiva, física y mental del ser humano con la tecnología– a través del personaje Edith Lyons (Jessica Hynes), quien elude su condición terminal desechando su cuerpo y subiendo su conciencia a la Nube para interactuar con otras subjetividades y acceder, así, a una suerte de inmortalidad digital.
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Una escena de Years and years. ¿Ficción o adelanto?
¿Fantasía? Numerosas empresas ofrecen hoy la creación de ghost bots que recrean, mediante la reproducción de la voz –audio– y la imagen –video– de una persona fallecida, su personalidad a perpetuidad. Además, logran imitar su forma de pensar, expresarse y reaccionar a hechos y estímulos nuevos en base a un entrenamiento realizado en vida o a una indagación a todas las marcas que ese individuo haya dejado en textos, redes sociales o sistemas de mensajería.
¿Qué se entenderá por "muerte" en el futuro cercano? ¿Qué, por "duelo"? Por añadidura, ¿qué por "vida"?
El escepticismo radical que, de hecho, se abre paso con el agrietamiento de la democracia representativa en buena parte de Occidente podría destrabar un nuevo nivel y, con ello, las estrategias algorítmicas de fragmentación de los Ingenieros de caos.
La relación entre la mente humana y la realidad externa, tema de la filosofía desde sus orígenes presocráticos, también podría replantearse: ya no se trataría de cuestionar sólo las maneras en las que las personas se vinculan con esa materialidad, que ha generado enfoques idealistas o realistas a lo largo de 25 siglos, sino su propia concepción. ¿Hay realmente algo allí afuera?
El aislamiento es el signo de la era que se abre, de la cual el Gran Confinamiento de 2020 fue una muestra gratis.
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Imagen generada por inteligencia artificial (Gemini).
Desarrollos que proliferan como hongos de manera constante abren paso a eficaces "inteligencias artificiales de acompañamiento" –AI companions–, capaces de entablar conversaciones absolutamente humanizadas con individuos que atraviesan situaciones diversas. Podrían convertirse en un auxilio maravilloso contra la soledad de tantos, sobre todo en la vejez. Sin embargo, ¿quién las entrena, con qué sesgos y parámetros? ¿Cuál será su influencia sobre las subjetividades en una era de aislamiento exacerbado y fragilidades personales?
Quien mirase la mitad vacía del vaso, podría imaginarse que el eventual control de esos sistemas por parte de las empresas que los desarrollan o incluso de Estados presenta un potencial totalitario pasmoso. Los dispositivos tipo Alexa o asistentes como los de Google o Siri, de Apple, son hoy, ahora mismo, antenas permanentemente activadas a nuestro alrededor y plantadas en nuestra intimidad.
Nuestras preferencias, fortalezas y debilidades ya no son sólo nuestras. Ni Yevgueni Zamiatin ni George Orwell se animaron a tanto.
