Lo hará a través de la aplicación impiadosa del Presupuesto vigente, el de 2023, ya que el de este año enviado por Sergio Massa no llegó a tratarse en el Congreso. Eso hace que el Poder Ejecutivo pueda manejarse con las partidas previas al 211,4% de inflación, algo que supondría un ajuste escalofriante en términos reales, lo que, si Milei no aflojara el lazo, podría poner en pocos meses al aparato administrativo del Estado nacional, a las universidades, al aparato científico y a todo lo que dependa de esos aportes ante la imposibilidad de operar.
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Toto Caputo, ministro de Economía.
En ese sentido, hay que recordar que Milei ya dijo –¿mandó decir?– que a los gobernadores los iba "a dejar sin un peso" y a "fundir". Conviene evitar el error de no tomar en serio a la gente.
Además, si el Congreso ahora sí se aviene a tratar lo que queda del proyecto ómnibus, contará con superpoderes para gobernar por decreto delegado al menos por un año renovable –el proyecto original le daba, en los hechos, todo el mandato–. Eso le permitiría, en teoría, imponer a sola firma parte de lo que el legislativo le ha negado. Para imaginar ese escenario, hay que esperar a que el plan efectivamente sea ley, en qué materias se le otorga delegación, por qué plazo y de qué manera el jefe de Estado estará dispuesto a estirar la interpretación legal de las potestades que reciba.
Palabras que son puñales
Pensando en la reacción del mercado, Milei se pasó el fin de semana enviando señales de que el ajuste, lejos de peligrar, está más firme que nunca. Así se lo dijo a The Wall Street Journal –aquí el video– y a El Observador.
En este último confirmó lo señalado el viernes por Letra P –el ajuste arreciará por "motosierra" sobre el gasto y "licuadora" con el uso del Presupuesto del año pasado–, evidenció una actitud inquietantemente revanchista y se expuso a sí mismo a reclamos por posibles delitos. Uno, el de incumplimiento de los deberes del funcionario público si no denunciara a la Justicia lo que dice saber sobre valijas y coimas, lobbies, gobernadores y diputados. Otro, el de malversación de créditos internacionales –del Banco Mundial, el BID, etcétera–, que prometió capturar en lugar de permitir que se sigan destinando a las obras públicas para los que fueron concedidos.
Pompas de jabón
Las primeras reacciones de júbilo tanto de la oposición dura como de la dialoguista ante lo que efectivamente fue una victoria política –el retiro del plan fiscal– fueron dejando lugar, con el paso de las horas, a una comprensión de la gravedad de haberle desatado las manos a Milei. No hay peor enemigo que el que no tiene nada que perder.
"Ahora hay que ver con qué vienen, por dónde van a recortar", dice Gabriela Pepe en Letra P, citando a un secretario de Gobierno de una provincia dialoguista.
La preocupación cunde y más de uno se ofrece ahora para pensar y negociar un acuerdo fiscal entre la Nación y las provincias. Parece tarde.
Peronista cordobés campeón del antiperonismo nacional, Martín Llaryora, fue explícito al respecto. "Haber retirado el paquete fiscal en su totalidad es un error (…) porque si retirás todo el paquete, te lleva a tomar decisiones de un mayor ajuste. Y el ajuste es a la gente, es menos salud, menos educación, una eximición de un sector productivo que no la va a tener, menos competitividad", alegó.
"¿Para qué retirarlo todo, si tenés parte del paquete que nosotros, los que nos animamos y queremos un país mejor, estamos dispuestos a acompañar? Dejá al costado las diferencias en Ganancias, en retenciones y en lo previsional. Eso dejalo para más adelante", aconsejó. El problema es que todo eso implicaría suspender el ajuste, mientras que el Presidente cree que no hay tiempo y que este debe ser inmediato y gigantesco.
La mala conciencia de la minoría de bloque de la Cámara baja podría llevarla a acelerar lo que queda del desvencijado ómnibus: desregulaciones radicales, extravagancias y facultades delegadas.
"Si empezamos de nuevo a tratar artículo por artículo, no se le permite al gobierno llevar adelante la gestión (…). No sigan tirando de la cuerda porque después tienen las consecuencias", advirtió el ministro más dialoguista, Guillermo Francos. ¿Qué queda para los halcones, no?
Vale reiterar una pregunta espinosa, que la oposición amigable elude: ¿superpoderes a este presidente?
Enorme letra chica
Lo que quedó fuera de consideración del Congreso es, según Caputo, el blanqueo y la moratoria impositivos; la suba de retenciones a los derivados de la soja, a las exportaciones industriales y a las economías regionales; la cancelación de la fórmula de movilidad previsional y el adelanto de pagos del impuesto a los Bienes Personales. Nada menos que 1,4% del producto bruto interno (PBI), parte relevante de un ajuste que se proyecta y se sostiene en 5,2%.
De la mano de eso, también se retirará el proyecto que planteaba el restablecimiento del impuesto a las Ganancias sobre los salarios de los 800.000 trabajadores de mayores ingresos, parte de la coparticipación que las provincias dejaron en el camino durante la campaña de Massa y que pedían recuperar. El látigo del Gobierno hace el primer chasquido.
Además –si se piensa mal, discriminando a mejores y peores alumnos–, los aportes del Tesoro que van por fuera de la coparticipación también dejarían de fluir. Estos son, de modo más relevante, los fondos de incentivo docente y de fortalecimiento fiscal de la provincia de Buenos Aires, la asistencia financiera a provincias y municipios y las transferencias a cajas jubilatorias. Segundo y bravo chasquido.
Ya en función de la caja nacional, se evalúa una actualización del impuesto a los combustibles, postergada desde 2021, y el gasto en salarios de la administración pública, algo anticipado en la mala paritaria del 16% cerrada para enero. Esto también les pegará a las provincias: el ajuste ya está deprimiendo demanda y actividad, lo que más temprano que tarde reducirá la recaudación también en los territorios.
La piel arde.
Ser un país
Va de suyo que un ajuste más basado en recortes del gasto que en subas de impuestos a sectores con capacidad contributiva –el complejo sojero y la industria exportadora… ¿quienes trabajan por salarios superiores a dos canastas básicas?– resulta más recesivo e injusto.
El que sigue es un argumento que, tal vez, no esperás, pero que cae de maduro. Si se asume que el recorte será, por decisión oficial, del 5,2% del PBI –algo calificado en su momento por este medio como desmesurado –, el bloqueo de los gobernadores y sus diputados empeorará y no mejorará la realidad para la población.
Dado que Milei decide que el paso de la motosierra sea de semejante dimensión, el desenlace de la saga de los últimos días hace que el sacrificio no sea del campo, las cerealeras y la gran industria –sectores beneficiados por una megadevaluación–, sino del conjunto de quienes trabajan y consumen, para peor en un contexto más recesivo.
- Si la administración de ultraderecha no tiene una verdadera visión de país y se limita a pensar las soluciones a los problemas como simples flujos y stocks, la dirigencia opositora reaccionó tratando de salvar lo propio, lo atinente al pago chico. Milei no piensa una nación y tampoco lo hacen los gobernadores ni las bancadas –hoy decisivas– que les responden en el Congreso. Estamos complicados.
El hit del momento
Así las cosas, hay que apoyar la oreja en el suelo y tratar de detectar si la tierra tiembla. La canción del momento se llama gobernabilidad.
Milei y Caputo ya le han declarado una guerra a casi toda la sociedad. En el nuevo escenario, en el que el Presidente se dispone a "fundir" a sus enemigos, ¿como será la relación entre gobernantes y gobernados?
En sus declaraciones a The Wall Street Journal, Milei admitió que "hay una luz de alerta que dice que es difícil aguantar el ajuste más de un año". Es cierto.
El interesante informe de enero de Zuban-Córdoba y Asociados muestra una declinación por ahora acotada de la popularidad de Milei y un crecimiento paralelo de lo que denomina "frame opositor".
El pesimismo sobre el futuro inmediato es, asimismo, grande.
Aun así, el Presidente sigue contando con la adhesión de un núcleo duro del 30 al 35%, pero se ha puesto enfrente de un 58% que desaprueba que el ajuste lo paguen las provincias.
"La confrontación con las provincias probablemente sea uno de los errores políticos más costosos para el gobierno de Javier Milei. La inmensa mayoría de los gobernadores cuenta con grandes márgenes de imagen positiva en sus territorios", advierten los autores.
Un tiempo vertiginoso se nos abalanza.