Aunque aún no tenga un candidato a gobernador identificable y su armado en la provincia de Buenos Aires sea todavía una gran incógnita, Javier Milei y el fenómeno político que representa amenaza con causar un gran impacto en el escenario electoral bonaerense.
Después del debut electoral en las provincias de un candidato respaldado directamente por el economista liberal, con el caso de Martín Menem en La Rioja, que facilitó el triunfo del oficialista Ricardo Quintela y fue determinante para arrebatarle a Juntos por el Cambio la ciudad capital, donde gobierna la radical Inés Brizuela y Doria, en el Frente de Todos bonaerense miran con atención los movimientos del minarquista y ya lanzaron una ofensiva para evitar la fuga de votos de peronistas desencantados.
Lo hizo primero la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner en el discurso que dio en su última aparición pública y lo hará también el gobernador Axel Kicillof. En el oficialismo bonaerense están cada vez más convencidos de que hay que salir a confrontar abiertamente con el liberal, porque su crecimiento no perjudica solamente a la oposición, sino también a la coalición gobernante.
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El resultado de las elecciones riojanas del domingo pasado fue leído con atención en los laboratorios políticos del oficialismo y en La Plata. En esa provincia, con el respaldo directo de Milei, Menem cosechó el 15,5 por ciento de los votos, justo la diferencia que separó al peronista Quintela del candidato de Juntos por el Cambio, Felipe Alvarez.
“Es el escenario que al peronismo le gustaría ver en la provincia de Buenos Aires”, fue la lectura de varios analistas políticos, como el consultor Lucas Romero. Pero cerca de Kicillof dicen que la lectura no debe ser tan lineal. En primer lugar, porque en los grandes centros urbanos el fenómeno Milei se hace más palpable que en el interior del país; segundo, porque el libertario también le come votos al peronismo.
En las úiltimas semanas, varios sondeos mostraron cómo Milei viene creciendo en intención de voto en el Gran Buenos Aires, no solo entre los jóvenes desencantados sino también entre adultos con empleos formales y sectores socioeconómicos históricamente afines al peronismo. En ese contexto, muchos intendentes se refugian en sus distritos con estrategias localistas en la que no esquivan incluso una campaña de corte de boletas.
A quién perjudica más
Por ahora, el libertario no tiene un candidato identificable en Buenos Aires. Los nombres que estaban en danza de su espacio, como Carolina Piparo y Victoria Villarruel, ya tienen otros destinos: la primera, en La Plata, y la segunda como compañera de fórmula presidencial. A esta altura, la opción más firme parece ser la de un acuerdo con alguno de los candidatos que hoy están cerca de Patricia Bullrich, como Joaquín de La Torre.
Como sea que Milei resuelva el armado para Buenos Aires, en el peronismo toman distancia de la idea de que el liberal será perfectamente funcional a las aspiraciones reeleccionistas de Kicillof.
“Milei les come votos a todos. Más a Juntos por el Cambio, pero a nosotros también”, dicen los operadores políticos del peronismo, que miran cómo el libertario empieza a ser esmerilado desde usinas cambiemitas. “Crearon un monstruo y ahora empiezan a temerle”, destacan.
Por eso, lo próximo será salir a confrontar abiertamente con el libertario desde una plataforma propia. “Como hizo Cristina, hay que discutir esa idea de libertad que tanto agitan, con esa idea de la rebeldía de derecha. Empecemos a mostrar claramente qué están diciendo. ¿Rebeldía contra qué? ¿Libertad de qué?”, enumeran.