Los perros han sido las mascotas elegidas por los máximos dirigentes de la Casa Rosada. Sin ir más lejos, el gobierno de Javier Milei incorporó a Thor, un Boyero de Berna cachorro, mientras que la gestión de Alberto Fernández estuvo marcada por la figura de Dylan, el Border Collie y sus tres hijosque tiene cuenta de Instagram propia y que convivió con ovejas.
Embed - DYLAN on Instagram: "En Olivos jugando con la nueva integrante de la familia, se llama Argentina "
El vocero presidencial, Manuel Adorni, anunció este martes la incorporación de Thor al equipo de la casa de gobierno y compartió fotos donde se ve al cachorro arriba de una mesa junto a la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei.
El perro rescatado por un refugio de Castelar y adoptado por el PRO durante la campaña de Mauricio Macri fue otro exponente canino que llegó a subirse al mobiliario de la Casa Rosada. "Balca estuvo en La Rosada y se sentó en el famoso sillón presidencial. Es el primer perro de la historia argentina que llega a ese lugar. Estamos muy orgullosos de él", había compartido en Facebook el entonces Presidente.
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Lejos de Casa Rosada, las mascotas presidenciales que vivieron en Olivos
Si bien no todas pasaron por la Casa Rosada, las mascotas siempre tuvieron un lugar especial en las vidas de quienes dirigen el país. Pasando por Juan Domingo Perón con sus caniches Tinolita, Monito, Negrita y Canela. En el libro "Las anécdotas de la Casa Rosada, de Rivadavia a Menem (1999)", Cristina Galasso, contó que también tuvo pavos reales, tucanes y hasta un tigre.
Cristina Fernández de Kirchner contó con seis compañeros de diversas razas que viven su casa en el Calafate: Martita, Rosita, Lolita, Kala, Vito y Simón. Néstor Kirchner tenía a Alex, un bóxer, que vivió con él en Río Gallegos y está enterrado en la Quinta de Olivos. “Mi perro Alex está enterrado en Olivos”, confirmó la expresidenta a Chiche Gelblung.
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Mientras que Carlos Saúl Menem empezó con con dos pastores ingleses y los dos grandes daneses de su hijo Carlos Junior y terminó con dos decenas de perros de diversas razas.
En el libro "Olivos, historia secreta de la quinta presidencial. La intimidad jamás contada de la política argentina (2017)" de Soledad Vallejos, la autora cuenta que Raúl Alfonsín tuvo a Falabella, un caballo pequeño que no le gustaba mucho, y que Fernando de la Rúa hizo desalojar a todos los perros que había en Olivos.