No tienen ideología política ni plataforma ni locales partidarios ni militantes. No se conocen sus programas de gobierno, no están en redes sociales y no les interesa hacer campaña por sus postulantes, a quienes nadie les conoce ni siquiera la cara. Son las "pymes electorales", sellos de goma partidarios que cumplen las formalidades exigidas a los frentes electorales pero vaciadas de cualquier contenido. Marcas electorales vacías, una industria que prolifera en el universo de la provincia de Buenos Aires alimentada por los fondos que el Estado les garantiza para la campaña y las boletas, cientos de millones de pesos que se mueven con destino incierto.
Para las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), en Buenos Aires se oficializaron 26 candidaturas a la gobernación en 24 frentes electorales, dos de los cuales irán a internas. Es una cantidad récord en la historia bonaerense. Una oferta electoral desproporcionada, incluso para la provincia con la mayor cantidad de votantes del país, 14 millones, el 40% del padrón electoral nacional.
Aunque son fenómenos viejos en la política argentina, los partidos fantasmas se multiplicaron en los últimos años. En 2020, la Corte Suprema de Justicia les dio un espaldarazo legal, cuando avaló la demanda del neonazi Alejandro Biondini, que le exigía al Estado el total de los fondos adeudados para imprimir las boletas de los seis precandidatos a senadores nacionales que había presentado su partido Bandera Vecinal, en 2017; una interna bizarra que sólo parecía tener como objetivo cobrar los fondos por cada una de esas seis listas con postulantes absolutamente desconocidos.
Desde ese fallo de la Corte, dicen quienes conocen de cerca el tema, en la provincia de Buenos Aires el número de expedientes iniciados para inscribir nuevos partidos políticos se disparó. Crear un sello partidario no es un trámite demasiado complejo y la personería jurídica y política que otorga la Justicia Electoral es relativamente accesible: apenas piden tener una carta orgánica y determinada cantidad de afiliados, entre otros requisitos.
Lo dicho: la Junta Electoral bonaerense acaba de oficializar 26 precandidaturas para la gobernación, repartidas en 24 frentes, dos de los cuales tendrán interna, Juntos por el Cambio y el Frente de Izquierda.
En el listado están los frentes más conocidos y una larga secuencia de nombres y sellos ignotos: Encuentro Republicano Federal, que postula a la fórmula Eduardo Vázquez - Gustavo Galván; Corriente de Pensamiento Bonaerense (COPEBO), que lleva a Ernesto Ludueña y Paola Gómez para gobernador y vice; Política Abierta para la Integridad Social (PAIS), con la fórmula Oscar Alva - Marina Guatta; el Partido Vocación Social, de los candidatos Pablo Vázquez y Lisa Macci; el partido Todos por Buenos Aires, que lleva a Damián Díaz y Davena Gioberchio... La lista es extrensa.
Si quieren llegar a las elecciones de octubre, esos sellos deberán sacar el domingo 13 de agosto al menos 1,5 por ciento de los votos válidos, un filtro que la gran mayoría no pasará. De las 26 boletas, sólo quedarán cinco o seis para las generales, según todas las estimaciones serias.
Pero en el proceso, las pymes electorales harán su cosecha: cobrarán los fondos para imprimir material para el cuarto oscuro, que este año fueron establecidos en un cálculo de 2,92 pesos por cada tramo de los ocho que tendrá las boletas.
Con un total de 14.059.936 electores habilitados, eso significa que para cubrir al menos un juego de boleta por cada elector, un partido político que presente solo el tramo de candidato a gobernador se llevará a sus arcas 41.055.013,12 pesos. Si presenta, como en el caso de los frentes más conocidos, además de candidato a gobernador, candidatos en todos los distritos de la provincia y para legisladores provinciales, el monto total que cobrará es de 123.165.039,36, según pudo saber Letra P.
123 millones de pesos puede ser un monto menor para los aparatos políticos tradicionales, pero no para una pyme electoral que es apenas es un sello partidario con prestanombres de candidatos, como la mayoria de los casos. Con más razón si esos fondos son para imprimir unas boletas que nadie ve y que nunca llegan a los cuartos oscuros, porque la mayoría de ellas ni siquiera se presenta a competir el día de la elección.