Transcurridos nueve meses, ya no queda mucho espacio para las dudas sobre el objetivo del plan de Javier Milei: una economía primarizada y abierta con dólar barato, lo que tiene serias implicancias para el mercado laboral y las disparidades geográficas. Declaraciones recientes del Presidente y de Toto Caputo marcaron muy claramente ese objetivo.
Hagamos un repaso en sus propios términos, más allá de la factibilidad a la que nos referiremos luego.
Por un lado, la propuesta sobre cómo salir del cepo implica una “convergencia al revés” de los tipos de cambio paralelos al oficial, lo que anuncia que el tipo de cambio real oficial actual –o uno un poco más apreciado– es algo deseable para la economía argentina.
Para tener una idea, a comienzos de septiembre de 2024 el tipo de cambio real multilateral (TCRM) es únicamente mayor al de diciembre de 2023, al de diciembre de 2015 y al vigente durante la convertibilidad. Si, como esperan todos, en los próximos meses el tipo de cambio continuara apreciándose, la situación sería clara: un tipo de cambio muy bajo está dentro de sus objetivos. (Cuidado: si la política para esa situación fuera “buscar una deflación” –como alguna vez sugirió Milei–, la situación sería aun peor ya que un proceso de tales características sería sumamente nocivo, la economía sería más recesiva y las deudas se tornarían impagables).
Toto Caputo: a dólar barato, apertura comercial
¿Qué estructura productiva puede desarrollarse en un contexto de tipo de cambio sobrevaluado? Si al TCR bajo le agregamos la apertura comercial –otro objetivo declarado–, podemos concluir que vamos a una economía aun más especializada en la producción y exportación de productos primarios en los que contemos con una ventaja absoluta: agropecuarios, mineros –por desarrollarse– y petroleros que poseen una productividad tal que les permite absorber esa apreciación cambiaria sin quedar fuera del mercado –aunque no todo el sector, los establecimientos menos productivos salen del mercado–.
La sanción del RIGI y su reglamentación completan el panorama y limitan los sectores privilegiados a esos al eliminar casi completamente cualquier intento de desarrollar proveedores y cadenas locales.
Ahora bien, eso implica un mercado laboral bastante particular porque son sectores que, justamente por su altísima productividad, generan poco empleo. Y además con un perfil geográfico bastante acentuado, vinculado a los lugares de producción y exportación. Enclaves diversos, pero enclaves al fin. ¿Qué ocurre con el resto del país ante una economía con tipo de cambio bajo y apertura? La historia de los años 90 nos lo muestran: desocupación y pobreza elevada.
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El modelo económico de Javier Milei y Toto Caputo promete una extensión de la pobreza,
El dólar: una convergencia al revés
Pensemos ahora en la factibilidad, tanto de la “convergencia al revés” de los tipos de cambio como de una economía que opere así. El tipo de cambio bajo implica que el dólar se encuentra “barato”, por lo cual cualquier transacción que pase por el mercado de cambios se verá afectada.
Un par de ejemplos bastan para verlo. La importación de cualquier producto se abarata, lo que desplaza la producción doméstica, y también hace perder mercados de exportación, lo que implica peores resultados de la balanza comercial.
También los servicios operan de idéntica manera, por ejemplo el rubro turismo. En este sentido, un tipo de cambio bajo presiona sobre la demanda de dólares –al contrario de lo que dice el ministro de Economía–, así que debe ser la cuenta financiera las que los consiga: deuda o inversiones.
Esas condiciones de competencia forzadas por el dólar barato luego implican una mayor presión sobre las regulaciones del mercado laboral –como en los 980–: “somos muy caros” , dicen, pero olvidan que es el tipo de cambio el que lo provoca.
El espejo de los 90
A diferencia de los 90, cuando el mundo operaba en ese sentido, hoy Argentina no está en condiciones de repetir ese ciclo. Los niveles de deuda son mucho mayores, la historia de defaults es más abultada, no existen tantos activos estatales para vender ni intenciones de invertir en el mercado interno. Recordemos que el RIGI implica que los éxitos de esa política no tengan que ingresar los dólares, por lo cual difícil es pensar que de allí se financiará.
Más coyunturalmente, ¿cómo se va lograr esa "convergencia al revés" si el Banco Central no acumula reservas? En una economía en una recesión brutal, ¿no es esa una señal clara de que el nivel del tipo de cambio no es razonable?
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La falta de reservas en el Banco Central es uno de los puntos débiles del plan económico de Javier Milei.
El tipo de cambio real, como otras variables fundamentales de la macroeconomía, no puede tener cualquier nivel. Hay niveles razonables –que pueden ser definidos de manera amplia– y cuyos límites se mueven sólo con el tiempo –por productividad, logística, etcétera–. Otros simplemente son insustentables.
Apostar a una economía con tipo de cambio real bajo es un grave error. Hacerlo en Argentina, con su historia al respecto, es una irresponsabilidad mayúscula. Lo que sucedió en el debate sobre la salida de la convertibilidad, en la que se “enamoraron” de ese nivel, se aplica al segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, a 2017 –cuando el déficit de cuenta corriente hizo explotar el modelo económico de Mauricio Macri, Federico Sturzenegger y Caputo–, a 2023 y también al presente.
No sigamos por este camino, que ya sabemos donde termina. Las alternativas existen, pero a medida en que se empecinan en seguir adelante con la apreciación cambiaria se reducen los caminos y se acumulan las consecuencias.