En su primer discurso como presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, apuntó contra el gobierno de derecha de su antecesor, Jair Bolsonaro, defendió la democracia y prometió "reconstruir" el país. El flamante mandatario aseguró que no tiene "ánimo de revancha", pero advirtió que hará cumplir la ley. "Al odio responderemos con el amor. Dictadura nunca más, después del terrible desafío que hemos superado, democracia para siempre", afirmó ante la ovación de los legisladores.
Con críticas al gobierno de saliente Jair Bolsonaro, que no estuvo en el acto de asunción, Lula anticipó que su gobierno presentará un informe público respecto a la situación en que su equipo encuentra la administración nacional. "El pueblo merece saber cómo recibimos el país”, aseguró, aunque spoileó las conclusiones del dicho informe, al definir a los años de la gestión anterior como "proceso de destrucción nacional".
"Vaciaron los recursos de salud, desmantelaron la educación, la cultura, la ciencia, la tecnología y destruyeron la protección del medio ambiente", dijo el líder del Partido de los Trabajadores ante la presencia de unos 17 jefes y jefas de Estado que llegaron desde diferentes lugares del mundo para acompañar la ceremonia. En esa línea, afirmó que "quienes intentaron subyugar a la Nación responderán con su respectivo derecho a defensa. El mandato que recibimos frente a adversarios inspirados en el fascismo será respondido con los poderes que la Constitución confiere a la democracia".
De cara a los desafíos que se propone para su tercer mandato, Lula destacó su deseo de encabezar un proceso de “esperanza y reconstrucción”, y fijó su principal objetivo en que “cada brasileño tenga tres comidas". Allí puso su primer compromiso para encontrar medidas urgentes que aplicará su equipo de trabajo. “No es justo pedir paciencia a los que tienen hambre”, remarcó, a la vez que aseguró que su gobierno buscará "rescatar " a unos 33 millones de brasileros y brasileras.
En esa dirección, Lula se comprometió a iniciar un proceso de transición que involucra centralmente aspectos económicos, energéticos, productivos y comerciales.
“Brasil no necesita deforestar para mantener y ampliar su frontera agrícola”, indicó sobre uno de los temas más calientes de la discusión brasilera. “Plantar y cosechar seguirá siendo el objetivo, pero no podemos aceptar es que sea una tierra sin ley. No toleraremos la violencia contra los más pequeños, la deforestación y degradación del ambiente”, agregó.
El flamante presidente prometió que su país retomará el camino de “la integración a partir del Mercosur, con la revitalización de la Unasur y otras instancias soberanas", a la vez que buscará "reconstruir dialogo con Estados Unidos, la Comunidad Europea, China y Oriente".
"Debemos romper el aislamiento al que fue sometido al país. Debemos ser dueños de nuestro destino", manifestó, a la vez que prometió medidas para impulsar a la banca pública con el fin de fortalecer el consumo interno del país y encarar un nuevo proceso de indistrialización. "No tiene sentido que importemos combustible, fertilizantes y microchips si tenemos la capacidad de producir aquí. Brasil necesita llevar la industria al siglo XXI", ahondó.
Retomando las críticas a su antecesor, a quien evitó nombrar, Lula agradeció al pueblo brasilero, a "la conciencia política de la sociedad brasileña" y al frente político que volvió a poner al líder del Partido de los Trabajadores en el Palacio de Planalto. "La democracia fue la gran vencedora, superando la mayor movilización de recursos públicos y privados jamás vista; las amenazas más violentas a la libertad de voto", aseguró y se comprometió a "recuperar los controles repúblicamos para defender el interés público".
"La libertad que hemos defendido es la de vivir en libertad, incluyendo el derecho de expresión. La libertad que ellos defienden es la de imponer sobre los más débiles, eso es barbarie", afirmó, diferenciándose de sus opositores que, en el momento de la asunción todavía pedían una "intervención militar" para impedir la llegada de Lula a presidencia.
Asimismo, adelantó que durante este domingo firmará medidas de reorganización de las estructuras del Poder Ejecutivo “para que el gobierno vuelva a funcionar de forma racional, republicana y democrática”.
Entre esos puntos refundacionales se destaca la vuelta del Ministerio de la Mujer a la estructura de gobierno. “Es inaceptable que las mujeres cobren menos que los hombres por el mismo trabajo. Es inaceptable que sean acosados impunemente en la calle y en el trabajo. Que sean víctimas de la violencia dentro y fuera del hogar”, dijo el presidente.
Luego, se dirigió hacia Palacio del Planalto, donde lo esperaba una multitud, para recibir la banda presidencial. Allí, dijo que su gestión combatirá “todas las desigualdades: las de la riqueza, las del acceso a la salud y la educación y las de género”, entre otras, y consideró que “la realidad del país salta a los ojos en cada esquina”.
“Juntos somos fuertes; divididos seremos siempre el país del futuro que nunca llega. No puede haber lugar para tanta desigualdad. La grandeza de un país reside en la felicidad de su pueblo y nadie es feliz en medio de tanta desigualdad”, manifestó Lula.
“Llegó la hora de bajar el precio de los alimentos, de invertir en salud, educación, ciencia y cultura; llegó la hora de traer inversiones y reindustrializar a Brasil, de romper con el aislamiento internacional. No es hora del resentimiento estéril, sino de volver a sonreir”, expresó.