"La preocupación sobre si hay o no SIMI para el sector automotriz y el autopartista, si en la playa hay estacionados importados o nacionalizados o pendiente, es una situación que se termina. Quiero agradecerle, de todo corazón, al sector, porque poder planificar nos permite concentrarnos en tratar de separar la paja del trigo. Como gobierno defendemos los dólares para la producción, la generación de empleo, para generar valor y para las exportaciones". Así destacó este miércoles el ministro de Economía, Sergio Massa, a empresarios y sindicalistas del sector automotriz, uno de los castigados por la falta de insumos para el ensamble de autos en el país ante el cepo a las importaciones. Esta sentencia ratificó el plan del jefe del Palacio de Hacienda de liberar divisas para el sector productivo, luego del cimbronazo invernal por el pago de energía.
El desafío que tiene por delante, sin embargo, no aparece como una primavera floreciente, sino que aún deberá soportar castigos ante la necesidad de reducir el déficit fiscal, sumar reservas al Banco Central, mantener congelada la emisión monetaria, enfrentar la crisis inflacionaria, atender la deuda pública y responder a los reclamos sociales. Una de las puertas de esperanza para atravesar un mes clave es el desembolso de casi 4.100 millones de dólares que debe realizar el Fondo Monetario Internacional (FMI), pero antes el país deberá rendir examen ante la segunda revisión del programa de facilidades extendidas (EFF) y para lograrlo deberá profundizar las metas de achique del estado, a la par de evitar una devaluación del peso para contener una hiperinflación. De lograr el aval del staff que acompaña a Kristalina Georgierva, el Gobierno utilizará esos fondos para afrontar un vencimiento de capital e intereses de la deuda con el organismo multilateral de crédito por poco menos de 5.900 millones de dólares.
La duda, cada vez más certera es su incumplimiento, está centrada en la acumulación de reservas del BCRA, que cerró agosto con ventas por 520 millones de dólares, a pesar de que durante las últimas 15 jornadas logró sostenerse en comprador. Según fuentes del mercado, consultadas por Letra P, el Central "cerró el mes con una compra de casi 5 millones de dólares y mantiene en el año una posición compradora en el año de 40 millones positivo". Y si la cuenta se toma desde el 10 de diciembre de 2019, cuando Miguel Ángel Pesce se hizo cargo de la gestión junto con la llegada de Alberto Fernández a la presidencia, el acumulado de compras está "2.030 millones de dólares arriba". Con todo, no alcanza para cumplir con los 6.400 millones que deberían haber de reservas para el 30 de septiembre.
Este miércoles se presentó una situación particular. Mientras que en el Ministerio de Economía no confirmaban ni negaban la posibilidad de un nuevo dólar-soja para acelerar la liquidación de divisas del campo, desde la cámara de exportadores CIARA-CEC dejaron trascender una nota a los asociados que señalaba una presunta conversación con Hacienda para llevar a 200 pesos el dólar para su venta, como incentivo durante septiembre, de modo de lograr un ingreso de 5.000 millones de dólares para las reservas. Luego, a través de redes sociales, la propia entidad aceitera desmintió haber distribuido esa información y el anuncio quedó en stand by.
Lo cierto es que el mecanismo anunciado por la exministra Silvina Batakis y el exministro Julián Domínguez, junto a Pesce, que concluyó este miércoles, no logró ser atractivo ya que en agosto los productores comercializaron el menor volumen de soja para ese mes desde el 2005, lo que significa que la venta de soja fue equivalente a sólo 35% de la que se alcanzó en el mismo mes del año pasado, de acuerdo con datos oficiales analizados por la corredora Grassi SA. La filtración de la información se apoyó en el cierre del mes, sin novedades de renovación, y en varios despachos oficiales creían que era parte de un "apriete" de los exportadores para lograr agilizar una "decisión tomada por Massa", aunque resistida entre algunos socios del Frente de Todos.
La otra pata débil es la inflación. La implementación de un plan ortodoxo "sirvió para frenar la crisis financiera", admitió el economista-jefe del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz, Nicolás Pertierra, pero aclaró que deberá tener como continuidad la implementación de un programa heterodoxo antiinflacionario que pueda "relanzar" la administración del FdT. "Por ahora sólo se ve una estrategia fiscal y monetaria, que va a ser poco el resultado que logre frenar la inercia. Debería aplicarse algo intermedio entre los programas de precios que existen, que son acotados, y los acuerdos sociales históricos que integren a distintos sectores para salir del uno a uno, con beneficios sólo para algunos. Con eso, lograr un congelamiento de precios en sectores clave", le dijo a Letra P.
Para el director de Epyca Consultores, Martín Kalos, los precios se desinflarán "poco" en agosto y seguirá una "desaceleración lenta" durante septiembre, que marcará un piso muy alto. Según el análisis que tiene el economista, el IPC anual estará en torno al 95%, incluido el efecto de la quita de subsidios a los servicios públicos que comienza a regir desde este jueves. "Está el refinanciamiento de la deuda y la posibilidad de patear para antes de las elecciones del año que viene, en el mejor de los casos; y la suba de tasas que prepara el Banco Central, en línea con la aceleración inflacionaria, con el objetivo de darle cierta competitividad a la tasa de interés respecto de la devaluación esperada", señaló.
Hay un punto central en torno a las presiones devaluadoras. Kalos puso el ojo sobre la tasa de devaluación esperada, en torno con la inflación. "La tasa de devaluación que se está concretando sigue siendo más baja, tanto de la tasa de inflación como la de devaluación esperada, lo cual en vez de apaciguar, sigue generando expectativas de devaluación a futuro. El atraso cambiario del dólar oficial, respecto de cualquier otra variable, es claro. La pregunta es, ¿cuánto tiempo se sostiene?", destacó el economista. La clave estará en la liquidación de divisas, la concreción de préstamos internacionales o un mayor cepo cambiario.