Todos contra todos

El optimismo de Guzmán y el ultimátum de Manzur, highligths de un gabinete caliente

Con la guerra contra la inflación dada por perdida en abril, la apuesta ahora es a un descenso en mayo. "Al que no le guste, que se vaya", citan al tucumano.

Después del secretario de Medios, Juan Ross, y la portavoz presidencial Gabriela Cerruti, como si hubiera estado presente Andrés Larroque para dedicársele el listado de oradores, la tríada que tomó el micrófono fueron los ministros Martín Guzmán (Economía), Matías Kulfas (Desarrollo Productivo) y Claudio Moroni (Trabajo), los albertistas apuntados por el secretario general de La Cámpora, devenido el lanzallamas designado de Cristina Fernández de Kirchner

 

"Ya pasamos lo peor", contaron distintos testigos de la alocución de Guzmán, el principal blanco del malestar cristinista que, por propiedad transitiva, alcanza a Alberto Fernández. El Presidente no pasó por la cumbre que hace seis meses no se hacía ni tampoco estuvo en el Centro Industrial Pacheco de Volkswagen: allí lo "reemplazó" el embajador en Brasil, Daniel Scioli. A cambio, el mandatario almorzó con el titular de Diputados, Sergio Massa, que venía de estar en el despacho de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.

 

Fuentes del Palacio de Hacienda matizaron el textual ante Letra P, considerando que el sábado Kulfas auguró que la medición de la inflación de abril, después de un 6,7% de marzo, "no viene bien". Ubican el análisis más en tiempo presente, aún en tránsito, que en pasado a secas: "Es que estamos pasando lo peor". En consonancia con su par ministerial, en el equipo de Guzmán también abren el paraguas y se preparan para un índice alrededor de seis puntos. Una leve mejora, pero una cifra aun más alta que la baja abrupta que se pronosticaba en un principio. La nueva apuesta oficial es al guarismo que arroje mayo: "Ahí sí debería dar bastante menos". 

 

Si bien hubo un pacto tácito de no dejar trascender demasiado de la comidilla de la interna del Frente de Todos en las tres horas que duró el cónclave, más allá de las suspicacias a tiempo real que se generaron por la llegada tarde de Eduardo de Pedro por una urgencia con uno de sus hijos, se repitió que el ministro alertó sobre el "ruido político" que empantana los números de la economía. Más allá de la guerra por los precios, hay determinados excels que mostró el gabinete económico para reforzar la sensación de que la recuperación es real, a pesar de que aún no llega a percibirse en las calles. 

 

El concepto de "ruido político" también se le adjudica como parte de su cierre al anfitrión, el jefe de Gabinete, Juan Manzur. "Trabajamos en un clima muy lindo", reflexionó el tucumano después de la cumbre en el Salón Eva Perón. Puertas adentro, palabras más, palabras menos, habría defendido al Gobierno al punto de dar un nuevo ultimátum: "Al que no le gusta, que se vaya". Es una superación de la advertencia guzmanista de que los no alineados (con el rumbo económico) ya saben dónde está la salida. "Eso no lo dijo Manzur", apuntaron en su oficina, si bien no identificaron a quién lo dijo entonces.

 

Con la llegada tarde de De Pedro, hubo sólo cuatro ausentes: de viaje en Cuba, faltaron Matías Lammens (Turismo y Deportes) y Jorge Ferraresi (Desarrollo Territorial y Hábitat); el massista Alexis Guerrera (Transporte), que hace días le avisó a Manzur que no estaría por cuestiones personales, y el cristinista Tristán Bauer (Cultura).

 

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