SUEÑO Y PESADILLA ARSAT

El enigma Bello

Designación sin padres y contraorden del Presidente en la tormenta. Menemismo de cuna radical y la cantera de San Telmo. Claudia vs Cavallo y el invento Scioli.

Para Alberto Fernández, reapareció en el momento más inoportuno. Cuando el mandatario y sus funcionarios de mayor confianza volcaban todas sus energías a cerrar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el nombre de Claudia Bello resonó como un incómodo déjà vu. El miércoles a última hora, el Presidente llamó por teléfono a la secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra, para pedirle que dejara sin efecto la resolución de la jefatura de Gabinete de Juan Manzur que se había publicado en el Boletín Oficial y designaba a la exsecretaria de la Función Pública de Carlos Menem como directora de la Empresa Argentina de Soluciones Satelitales Sociedad Anónima (ARSAT). 

 

Abrumado por la suba del dólar blue, la escalada del riesgo país, el aumento de la brecha cambiaria y la sangría de reservas, el gobierno buscaba oxígeno y no podía permitirse trastornos adicionales. Junto con la marcha atrás que ordenó Fernández, quedaron congelados el cambio de autoridades y los otros cuatro nombramientos hasta nuevo aviso. “Se frenó por pedido de Alberto”, le dijeron a Letra P en la secretaría de Legal y Técnica, la oficina encargada de cuidarle la firma al Presidente, que no tiene intervención en las resoluciones de ministerios que van directo al Boletín Oficial. 

 

Sin embargo, la designación de Bello no está descartada y sólo se pasó a un cuarto intermedio, de acuerdo a lo que informaron a este portal desde ARSAT. Abogada, de 61 años, con una larga experiencia política y un listado de causas judiciales que hoy están todas cerradas, la aparición de la exfuncionaria de Menem provocó un temblor puertas adentro del gobierno y nadie en el oficialismo se asumió como el padre de su llegada al Frente de Todos (FdT). 

 

Una designación sin padres

Si bien Manzur firmó la resolución y hay quienes le atribuyen a su entorno la incorporación de Bello al gobierno, en la Casa Rosada afirman que el vicejefe de gabinete Jorge Neme -además representante del Estado en Arsat- apenas conoce a Bello. El tucumano Neme, que fue agregado cultural en México durante el primer gobierno de Menem, asumió la jefatura de Gabinete hace cuatro meses y recién entonces comenzó a tratar con la exsecretaria de la Función Pública. El otro nombre ligado a los años noventa que hoy tiene un rol importante en el gobierno es el de Gustavo Beliz, pero al lado del ahora secretario de Asuntos Estratégicos se desligan y dicen que sería “inimaginable” que él la hubiera recomendado. Lo cierto es que Claudia Bello trabaja ya hace dos años con el directorio de Arsat que presiden Pablo Tognetti y Guillermo Rus: dicen que funciona como asesora pero no tiene una designación formal. 

 

Uno de sus colaboradores reconoció ante Letra P un dato que puede explicar el enigma Bello: el Presidente tiene una buena relación con ella desde hace años. Por eso y pese al freno de mano que ordenó poner en los últimos días, no se descarta que el propio Alberto haya sido uno de los impulsores de su designación.

 

La hija rebelde

Pese a que comenzó muy joven a militar en el peronismo, su familia era sinónimo de radicalismo. Su abuelo, Vicente Bello, era un puntero radical de La Boca, su abuela, doña Lola, buscaba afiliados en las inmediaciones del Riachuelo y su padre Carlos Bello, fue el dueño de la UCR en el Sur de la Ciudad y muy amigo de Menem, hasta que murió en 1989.

 

Nacida en Avellaneda en marzo de 1960, Bello estudió en la Facultad de Derecho de la UBA y se acercó al peronismo. En diciembre de 1982, según recuerdan los memoriosos que hoy integran las filas del Frente de Todos, la hija de Bello apareció por la Unidad Básica “Compañera Evita” de San Telmo para sumarse a un grupo de dirigentes que también pasarían a la historia. Entre ellos estaban el actual ministro de Defensa Jorge Taiana y su esposa de entonces Graciela Iturraspe, el hoy secretario de Culto Guillermo Oliveri, el jefe del sindicato del Tabaco Roberto Digón y la futura ministra de Fernando De la Rúa y Mauricio Macri, Patricia Bullrich. El aire irreverente del primer galimbertismo se respiraba en San Telmo. En ese universo fue que Bello terminó de peronizarse. Poco después, con poco más de 30 años, asumiría funciones de poder muy cerca de Menem y cobraría el mayor protagonismo de su vida. 

 

Durante la década del noventa, la aspirante a directora de Arsat fue interventora en la provincia de Corrientes, subsecretaria de la Juventud de la Nación, subsecretaría de Acción Pública y Derechos Humanos y secretaria de la Función Pública. Fue en ese cargo en donde, según dicen sus amigos, sentó las bases del sistema actual de la administración pública y donde decidió firmar un contrato por 9 millones de dólares con la empresa Lautrec Publicidad sin llamar a licitación para la campaña de prevención del efecto informático que se conoció como Y2K. La investigación quedó entonces en manos de la eterna María Romilda Servini de Cubría y del fiscal rebelde Carlos Stornelli. En los últimos años y después de un ida y vuelta entre el TOF 1 y la Cámara de Casación Penal, la causa prescribió y Bello fue absuelta, el dato que esgrimen en el gobierno para defender su nombramiento. En paralelo, Bello completó sus estudios de abogacía. 

 

Joven, decidida, con mucha fuerza y algunos puntos débiles en su contra, la exfuncionaria se enfrentó por distintos motivos a dos pesos pesados de su tiempo: Domingo Cavallo y Carlos Corach. Sus amigos dicen que fueron ese tipo de choques, en los que Menem solía laudar a su manera cuando le convenía, los que le costaron demasiado caro. Ella misma dice haber sido una “rehén política”. No todas fueron pérdidas: Bello construyó en aquellos años una relación estrecha con el actual embajador argentino en Brasil, Daniel Scioli. La proximidad era tanta que entre los viejos menemistas hay quienes definen al exgobernador bonaerense como “un invento de Claudia”. 

 

20 años no es nada

Según pudo saber Letra P de fuentes de su entorno, la abogada de familia radical vive hace muchos años en Mar del Plata con su madre. A partir de 2012 comenzó a militar en su distrito por la candidatura presidencial del exmotonauta y lo acompañó hasta que perdió las elecciones con Macri. Si antes se había mostrado cerca de dirigentes como Francisco De Narváez y Gerónimo Venegas, después se acercó a Miguel Ángel Pichetto. Fue una de sus últimas apariciones públicas, cuando organizó un acto en La Feliz en apoyo al candidato a vicepresidente de Macri y de su entonces ministro de Producción Dante Sica en el Club Quilmes de la Ciudad. Poco después, tuvo algunas apariciones como invitada en shows televisivos como Intratables, donde solían desfilar algunas figuras de la década del noventa. La abogada Natalia Volosin acaba de recordarlo en una nota en Infobae, en la que recordó el cruce que tuvo con la exfuncionaria en pantalla. 

 

Aunque su nombre fue uno de los que quedó inmortalizado como parte de la saga de la corrupción menemista, en el peronismo hay distintas versiones sobre su situación económica. Mientras algunos recuerdan que ella misma declaró ante la ex Oficina de Ética ser dueña de seis propiedades, joyas y un Audi, otros en el oficialismo sostienen que desde hace años trabaja como abogada y enfrenta incluso dificultades económicas. 

 

Prontuarios y pesquisas al margen, los promotores de Bello sostienen que lleva varios años trabajando en torno a las tecnologías de la información. No es lo que piensa el ex Coordinador General del Sistema Argentino de Televisión Digital Argentina, Osvaldo Nemirovsci. Muy cercano al proyecto kirchnerista en sus orígenes y después titular del bloque de Diputados del Frente para la Victoria, Nemirovsci afirmó que la designación de Bello en Arsat provocó un gran malestar en el ámbito en el que la militancia peronista debate sobre el destino nacional de las comunicaciones, el mundo digital y las nuevas tecnologías, en especial en los que vienen acompañando a la empresa estatal desde su inicio, en 2006.

 

El exfuncionario no critica a Bello por haber sido menemista sino por otros aspectos. El primero pasa por su aptitud para el cargo. “Ser director/a de ArSat implica una responsabilidad sobre el mundo satelital y cómo la Argentina se maneja en ese universo. Defensa de órbitas, ideas sobre un planteo global de soberanías satelitales extraterritorializadas, conocimiento del mercado mundial que decide las acciones de ArSat para fabricar y comercializar productos y muchos más y necesarios conocimientos en el tema”, dice. El segundo, por el manejo de los recursos del Estado, donde, según remarca, Bello no fue absuelta ni se decidió su inocencia sino que cayeron los tiempos judiciales y prescribieron las causas. El tercero es que la abogada estuvo descomprometida y alejada del peronismo en los últimos 20 años. En su aparición en Intratables hace tres años, Bello aseguró que de ese lapso de tiempo pasó 12 o 13 años refugiada en el perfil bajo y sin poder hacer política para permitir que la investiguen.

 

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