En la tele, en la radio, en las redes, en los carteles de las avenidas y de las autopistas; en los centros comerciales, en los barrios y en las casas. La voz de los precandidatos y precandidatas se multiplican en el zaguán de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO). En los próximos cinco días, hasta el inicio de la veda electoral, los teams seguirán publicitando el corte de sus discursos, con repertorios parecidos y no tanto, música para los oídos del jurado que el domingo próximo dará el veredicto. En una versión bonaerense y política del concurso de canto de Telefé, La Voz (y los votos) en la madre de todas las batallas entra en la recta final. Del team Mau y Ricky, al Colo y el Pelado; de Lali a Manes y de La Sole al equipo de Todos. Cantante en escenario ajeno, orquesta desafinada, el showman del conocimiento, la derecha trash y el que se quedó sin banda.
El FdT dice estar componiendo un hit como el de Néstor Kirchner, aquel de principios de siglo que bailó el país entero durante los primeros cuatro años del kirchnerismo al son del consumo por las nubes y que CFK supo extender por algún tiempo. Pero a este peronismo de hoy, que luego de desencuentros supo juntar a todos los integrantes de la banda, le desafinan varios instrumentos y, sobre todo, la voz de la figura que ocupa el centro del escenario. El tiempo le juega en contra. Un año y medio es demasiada espera para un público que ya venía cascoteado, al que le habían vendido ticket para platea preferencial, pero tuvo que fumarse cuatro años bajo la lluvia mirando la fiesta desde lejos.
El argumento de la pandemia es válido, claro. ¡Vaya si lo es! El virus ha destrozado la vida y la economía, que, a su vez, destrozó la vida de quienes quedan vivos. Pero los beneficios comparativos de una vacunación veloz salpicada por el vacunatorio vip -el primero de la ráfaga de disparos al pie que se dio el gobierno en 2021- parecen desvanecerse por el regreso anticipado a la normalidad. Es como si la ovación hubiera arrancado demasiado temprano y ahora, en el sprint final antes de la votación del jurado, apenas se oyeran algunos aplausos.
No está de más volver a los números para que el relajo no empañe la memoria. El oficialismo bonaerense tiene qué mostrar sobre la gestión en pandemia: al cierre de esta nota, más del 90% promedio de las y los bonaerenses inscriptos para vacunarse habían recibido al menos una dosis. De 10.922.274 personas inoculadas, 5.873.112 tienen la segunda dosis. Pero la oposición blande una bandera que lleva estampada otra cifra, escalofriante y contundente: 112.444 fallecidos (hasta el 4 de septiembre de 2021). La contra facticidad de un desastre mayor en una gestión macrista en pandemia neutraliza un argumento del kirchnerismo duro.
El hit anunciado será reversionado a coro durante los próximos cinco días por toda la dirigencia en el principal escenario de las legislativas, la Buenos Aires de los más de 13 millones de votos. A Victoria Tolosa Paz y Daniel Gollan, los elegidos para llevar el repertorio al Congreso, se sumarán Axel Kicillof, Máximo Kirchner, Sergio Massa y el dúo Fernández. Todos a escena, hasta el ministro Martín Guzmán, quien esta semana hará recorridas. Es la economía, señoras y señores. Y ahí van con esa partitura bajo el brazo, mientras tocan las teclas de los aumentos salariales que llegaron -estos sí- justito en medio del concierto.
Para el cierre a toda orquesta, el FdT ya abrochó dos fechas, en ciudades distintas y de público diverso. El miércoles en Mar del Plata estarán todos menos Ella. El lugar tiene algo de cábala: en la ciudad que gobierna el PRO cerraron la campaña 2019. El jueves 9, al filo de la veda, vuelven al Estadio Único Diego Armando Maradona, en la capital bonaerense.
Team Colo y Pelado
Como el de Mau y Ricky, el equipo de Horacio Rodríguez Larreta carga con el lastre de jugar de visitante; sobre esa condición machacan sus adversarios en una batalla de gallos sin memoria: Felipe Solá fue el último bonaerense en gobernar la provincia. Diego Santilli es un buen intérprete del éxito porteño del PRO de los últimos catorce años y, al igual que al dúo oficialista, lo respalda toda una orquesta, bajo la batuta del jefe de Gobierno porteño.
Aunque parece tomar prestado su repertorio, el Colo no tiene -no quiere, porque no le conviene- los coros de la María Eugenia Vidal mudada de escenario. Mejor no recordar el último recital de la exorgullosamente bonaerense. Bate el parche de la (in)seguridad, el (des)empleo y la inflación para horadar la figura del gobernador, candidato sin boleta y blanco móvil de la oposición que elige de adversario la marca “kirchnerismo”.
Como una estrella en la cúspide de su carrera, el correcaminos Santilli tiene la agenda explotada. Le suman muchísimo sus teloneros del interior -y en gran medida sobre ellos cimenta las esperanzas de hacer una buena elección-, los dueños de los principales teatros de operaciones provincia adentro. El precandidato juega de local en los centros urbanos populosos como Bahía Blanca, Mar del Plata, Olavarría, Junín y La Plata. En el denso conurbano, ahí donde el peronismo construyó siempre sus victorias, tiene a Néstor Grindetti (Lanús), Jorge Macri (Vicente López), Diego Valenzuela (Tres de Febrero) y Gustavo Posse (San Isidro).
Aunque sea engorroso, volvamos a las cifras, porque explican el optimismo amarillo. En las elecciones de 2019, en las que Kicillof cosechó más del 52% de los votos y le sacó 14 puntos de distancia a su antecesora, los intendentes PRO de los distritos grandes hicieron una excelente elección en términos porcentuales: Héctor Gay (Bahía) 50,9%, Pablo Petrecca (Junín) 52,07%; Ezequiel Galli (Olavarría) 50,51%; Grindetti 49,3%; Garro 48,61%; Posse (San Isidro) 47,7%; Jorge Macri (Vicente López) 62,49%; Guillermo Montenegro (Mar del Plata) 40,23%. Es decir, un promedio de 50,22% en los municipios que, juntos, sumaron más 2,5 millones de electores.
Arrima, también, una diversidad de colores de voz que le permite llegar a públicos distintos. La lista va desde Larreta y Santilli, pasando por Patricia Bullrich y Elisa Carrió hasta Mauricio Macri. Un team variadito.
Team Manes
Autor e intérprete de su repertorio, el neurocientífico se juega todo en el play-off con Santilli intentando mostrar otra música. Suena bien, pero -como a muchos de los otros- le falta profundidad en las letras. Promete dar vuelta la provincia con la revolución del conocimiento y toma distancia del “político profesional”, pero su lista está repleta de músicos de sesión que tocaron para muchas bandas de distinto género.
El de Manes parece ser el típico caso de la estrella sobre la que se monta todo el show, sin la cual la cosa no camina. Es el salvador del radicalismo (no, el Salvador que tocaba para Vidal es otro, es Daniel), el rostro de una agrupación cuyos líderes sueñan con dejar de ser los plomos del macrismo.
En el sprint final de la campaña, va por el voto joven, el que -dice- se cansó de aquel recital fallido que arrancó en 2015 y de esperar que arranque el de 2019. ¿Podría ser el Lali de La Voz (y el voto)? Tal vez. Tiene carisma y es una novedad frente al poncho de La Sole, aún no se sabe qué tan bien canta.
Otras voces
También incide en la suerte de los tres principales equipos la performance de los demás participantes. Florencio Randazzo (Vamos con vos), la izquierda (en sus dos versiones, Nicolás del Caño – Romina del Plá y Alejandro Bodart - Vilma Ripoll) y la derecha de José Luis Espert y Carolina Piparo.
El primero amagó con formar una gran banda, pero algunos de quienes se arrimaron al principio optaron por lo seguro: Margarita Stolbizer, Joaquín de la Torre… por citar solo algunos que amagaron con subirse a la avenida del medio. Los volantes que invitan a su show dicen en letras bien grandes que desafió a CFK. La izquierda promete un concierto imposible (100 mil pesos de salario básico, nacionalizar la banca privada, desconocer la deuda externa…) y los libertarios son el trash de esta contienda musical: son bien ruidosos, pero les falta melodía.