El marco en el que se dio la eliminación de River ante Atlético Mineiro, con hinchas saltando y cantando en tribunas semillenas, agudizó el contraste: si el fútbol brasileño se aleja cada vez más del argentino por la diferencia de presupuestos, esa distancia tiene su analogía en la liturgia futbolera pospandemia.
Mientras Brasil, con 572 mil muertes acumuladas, ya retomó el camino hacia la nueva normalidad, en Argentina eso sigue en discusión: todo indica que en los próximos días el Gobierno anunciará la novedad y pondrá fin a un año de tribunas vacías en torneos domésticos y sudamericanos.
El ministro de Turismo y Deporte, Matías Lammens, viene dando señales en diferentes medios de que el regreso a la presencialidad en los estadios es inminente. “Va a salir”, dice, lacónico, en estos días.
Para eso, está hablando constantemente con la ministra de Salud, Carla Vizzotti, quien debe aprobar un plan general de aforo que se prepara en las oficinas del expresidente de San Lorenzo.
De ese plan no participa la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), cuyos máximos dirigentes experimentan un fastidio que ya no disimulan. En el tercer piso de Viamonte 1366, consideran que el retorno de hinchas es un tema demasiado importante –y espinoso– como para no ser invitados a la mesa. Un capítulo más en la relación ríspida que mantienen la AFA y la Casa Rosada.
Aforos y obstáculos
En las dos oficinas –donde se diseña el plan y donde se enteran sin participar– coinciden cuando se les pregunta por una fecha. Salvo que la variante Delta empiece a circular de manera comunitaria y genere una curva ascendente en la cifra de contagios, septiembre será el mes del regreso del público a las tribunas argentinas. Nadie sabe precisar si a principios, mediados o finales de ese mes, pero sí que será en septiembre.
Casualidad o no, coincide con el mes de las PASO y con el clima que busca instalar el Gobierno para lo que queda de este año: si hay que resetear el contrato electoral y volver a la épica de 2019, que sea con hinchas en los estadios. Como contó Letra P, normalidad (una sensación de, al menos) y brotes verdes (aunque sean muy verdes) son las principales armas del Gobierno para pedirle el voto a un electorado muy golpeado.
El borrador no solo es para el fútbol, sino para distintos eventos deportivos masivos, como partidos de rugby, básquet y carreras de automovilismo, que se habían desarrollado con un público acotado antes de la segunda ola.
De acuerdo a lo que informó Lammens, cada asociación y cada club tiene que presentar un protocolo que deberán aprobar los dos ministerios, el de Salud y el de Deporte; algo parecido a lo que ocurrió hace un año para el regreso a los entrenamientos de los planteles profesionales. La idea es arrancar con el 30% del público en estadios de todo el país.
La pregunta que surge entre la dirigencia es cómo harán, por ejemplo, los cinco clubes grandes o los de Rosario, que tienen una masa societaria superior a la capacidad de sus estadios, para seleccionar quién entra a cada partido. Ese método es el debate que se viene en las esferas de la pelota nacional.
Un dirigente que conoce la realidad de un club grande y de la AFA especula con que Boca y River podrían tener problemas en ese sentido. Lo sintetiza así: “Se va a trabar la discusión en cómo dividir el aforo en los clubes que tienen 40 mil o 50 mil socios. ¿Por qué a mí me toca ir contra Central Córdoba y a otro, a un clásico? Es una complicación”.
Corrida de la tarea fina para diseñar el plan, la dirigencia de la AFA sabe que cualquier sistema implementado puede volverse en su contra: por eso, le endilga a “los cranotecas del Gobierno”, como llama en privado a algunos funcionarios, la responsabilidad de lo que viene.
En el sondeo de la administración peronista, al menos por ahora, cuentan con el aval de todos los clubes, incluso Boca y River, siempre condicionados por lo que en un marco de normalidad no podían resolver: la exigua capacidad de la Bombonera y el Monumental en relación a los abonos vendidos.
Un sistema de rotación con sorteo asoma como un método posible. Un ránking similar al que Boca utiliza con socios y socias adherentes aparece como otra alternativa. Todo se definirá en las próximas semanas, pero la decisión está tomada: si la nueva normalidad debe instalarse cueste lo que cueste, que también se instale en las canchas.