Como en todo el mundo, la pandemia planteó en Argentina debates sobre la organización del proceso electoral, que culminaron en un acuerdo de todas las fuerzas políticas para postergar la fecha prevista inicialmente para los comicios, además de la elaboración de protocolos sanitarios que se aplicarán en cada establecimiento al que concurrirá la ciudadanía.
En el Ministerio del Interior, que conduce Eduardo “Wado” de Pedro, la tarea de llevar adelante la organización de las elecciones recayó sobre dos mujeres, la secretaria de Asuntos Políticos, Patricia García Blanco, que viene de ser apoderada del PJ, y la titular de la Dirección Nacional Electoral (DiNE), Diana Quiodo, un cuadro técnico de La Cámpora.
Quiodo tiene 39 años, es politóloga egresada de la Universidad de Buenos Aires, magíster en Políticas Públicas, graduada como diplomática de carrera del Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN), subsecretaria de Asuntos Electorales durante el último tramo del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y es la primera mujer en conducir la DiNE.
-¿Cuál cree que es el mayor desafío que plantean estas elecciones?
-El principal desafío es compatibilizar derechos fundamentales, el derecho a la vida y a la salud de las personas, con el derecho a emitir el voto, y a elegir y ser elegido. Por eso trabajamos mucho este tiempo con todos los partidos políticos y con la Justicia electoral. En Argentina tenemos un sistema mixto, hay algunas facultades que están en manos de la Justicia y otras que le corresponden al Ministerio del Interior, que es el gran articulador. Hay un protocolo que se va a aplicar el día de la elección con una mirada sanitaria, que tiene la validación del Ministerio de Salud, y también política porque el protocolo no puede ser óbice para el derecho de los ciudadanos de participar en la elección ni del derecho a fiscalizar que tienen las fuerzas políticas. Es un equilibrio que hay que ir navegando.
-¿Cómo fue el trabajo con los partidos políticos?
-El año pasado empezamos una ronda de consultas con todos los partidos políticos y fuimos relevando las dificultades que tuvieron para mantener la personería jurídica por el tema de la falta de afiliaciones, complicada por el aislamiento y el distanciamiento. A raíz de eso propusimos un proyecto de ley que envió el Ejecutivo para suspender las causales de caducidad de los partidos, con la idea de poder mantener la oferta electoral y que no hubiera fuerzas que se vieran perjudicadas. Otro trabajo que hicimos, además, fue interactuar con apoderados y apoderadas de distrito, que en definitiva son los protagonistas de esta elección. Esta es la primera vez que se hace, antes se hacía solo con los partidos de orden nacional. Ahora lo hicimos por Zoom y hubo más de 120 asistentes.
-Ese clima de trabajo que menciona contrasta un poco con las tensiones que se ven públicamente.
-Siempre la mirada es colaborativa y para facilitar la competencia. Y siempre hemos tenido la mayor predisposición. Se dan dinámicas que a veces pareciera ser que van a contramano de las manifestaciones grandilocuentes que se ven en los medios. El proyecto de caducidad de partidos salió por unanimidad. Fue una decisión de madurez política de proteger el sistema. En el Congreso hubo consenso para aprobar la postergación de las elecciones. Lo preocupante, desde mi punto de vista, es que hay cuestiones que exceden las manifestaciones electoralistas, que cuestionan el sistema. Y hay que ser muy cuidadosos con el sistema. Si se pone un manto de desconfianza sobre el sistema electoral perdemos todos, la ciudadanía y las fuerzas políticas.
-¿Percibe que en Argentina, como en la región, hay voluntad de algunos dirigentes de erosionar la confianza en el sistema electoral?
-Creo que el sistema democrático está en tensión en la región, hay cuestionamientos sobre resultados, el recuento y el proceso electoral. Lo vimos en Bolivia, donde meses después la ciudadanía ratificó en las urnas lo que había dicho antes y que había sido cuestionado por una misión de la OEA. Es algo para atender, alertar y cuidar. La Argentina tiene un sistema electoral muy robusto, llevamos 38 años de ejercicio ininterrumpido de la democracia, 36 elecciones nacionales, entre PASO y generales, con alternancia, sucesión de un signo político a otro. Y nunca hubo cuestionamientos de fondo y con sustento en la Justicia. Este sistema es el que garantizó a todos los partidos ganar y perder. La ciudadanía confía en que su opción en el cuarto oscuro va a ser tenida en cuenta. Hay una cultura política democrática muy arraigada en nuestra sociedad, un folklore el día de la elección. Esto no se construye en dos días ni lo construye un funcionario en un ministerio. Los partidos políticos tienen que entender que también depende de cada uno sostener el sistema, porque somos jugadores dentro del sistema y queremos que siga existiendo.
-¿Estima que este año, por la pandemia, puede haber algún retraso en conocer los resultados de las elecciones?
-No sería extraño que los resultados se demoren un poco. El escrutinio en las mesas debiera ser sencillo por los cargos que se están disputando, que no son ejecutivos. Lo que se está previendo es que las filas se hagan fuera del establecimiento para evitar aglomeraciones adentro. En una situación normal se cerrarían las puertas. En este caso, habrá una marca de cuál fue el último elector que llegó, a las 18. Ahí va a ser importante el rol del facilitador sanitario. La dinámica de la jornada puede cambiar un poco, porque hay una franja de 8.30 a 10.30 prioritaria para mayores de 65 y personas con factores de riesgo. Otros electores podrán votar, pero esos grupos van a tener prioridad.
-La oposición hizo este año algunos planteos, como la necesidad de discutir la implementación de la boleta única. ¿Se debatirá el año que viene?
-Lo ideal es dar estas discusiones en años pares. La modificación de un sistema de votación lleva un trabajo muy fuerte. Personalmente creo que la boleta papel que tenemos funciona muy bien. Muchas veces se critica la mal llamada lista sábana, que es la lista cerrada y bloqueada, porque se dice que uno a veces solo conoce el primer nombre. Eso es relativo. En la provincia de Buenos Aires, donde se eligen 35 diputados, puede ser. Pero la mayoría de los distritos son chicos, hay provincias que votan dos o tres diputados. Además, en la boleta única de papel no hay espacio para desplegar los nombres de toda la lista. Es decir, oculta aún más quiénes son las personas que integran la lista. Se verá. Insisto, es de buena práctica modificar las reglas electorales en año par. No es lo que sucedió siempre. En 2019 hubo una modificación neurálgica al sistema de financiamiento de los partidos políticos, habilitando los aportes privados para campaña.