LABERINTO ARGENTINO

Tranquilizar la economía a largo plazo, la madre de todas las recetas

Economistas analizaron con Letra P el informe del INDEC sobre distribución del ingreso. Crecer sin inflación para salir de un juego en el que todos pierden.

Cada vez que el ministro de Economía, Martín Guzmán, manifiesta que su objetivo es “ tranquilizar la economía”, surge con claridad lo mucho que queda por hacer incluso después de eso. Según surge del informe del INDEC sobre distribución del ingreso al cuarto trimestre del año pasado, una mirada más larga, que se remonte a 2016, arroja una caída para todos los sectores sociales, especialmente para los más pobres. Consultados por Letra P dos economistas de referencia señalaron que la receta obligada para mejorar ese escenario pasa por evitar nuevas crisis macroeconómicas y sentar las bases de un crecimiento sostenido con baja inflación, condiciones para que políticas fiscales progresivas reduzcan eficazmente la brecha entre ricos y pobres y mejoren la situación de estos últimos.

 

En su trabajo, el instituto oficial de estadísticas señaló que el ingreso promedio del 58,6% de la población alcanza a $33.306. La cifra, de por sí baja e influida por la recurrencia de crisis en los últimos años, a los que se suma ahora la que causa la pandemia, oculta una brecha de género: “los perceptores varones tuvieron un ingreso promedio de $37.910, mientras que el de las mujeres fue de $28.937”.

 

En el contexto de una inflación del 36,1% en el 2020 de emergencia sanitaria y cierre de la actividad, continuó, “el ingreso promedio de las personas que tuvieron algún ingreso mostró un aumento interanual de 26,1%. En el caso del estrato bajo, fue de 30,4% y tanto en el estrato medio como en el estrato alto, el aumento interanual fue de 25,4%”. Todos pierden, pero los pobres más.

 

El coeficiente de Gini mide la brecha de ingresos en una sociedad; cuanto más se acerque a cero, más igualitaria será esta y cuanto más lo haga a uno, más inequitativa. De acuerdo con el INDEC, hacia el final del año pasado, ese indicador fue de 0,435, inferior –mejor– al 0,439 del cuarto trimestre de 2019 y al 0,444 del primer trimestre de este año.

 

Sin embargo, si se apela a una mirada de cuatro años, por caso, se hace difícil hablar de una sociedad que, punta a punta, avanza hacia una mayor equidad.

 

Lucía Pezzarini, economista de Fundar, le dijo a Letra P que “la caída promedio de ingresos de, al menos, el 24% en todos los deciles a lo largo de los últimos cuatro años es un dato contundente, aunque desde ya que no indica que todos hayan perdido en la misma medida”.

 

“El decil más pobre siempre pierde un poco más, lo que refleja que sus miembros se insertan en puestos de trabajo más precarios. Eso se agrava en cada crisis, que reduce la actividad y la oferta de trabajo, especialmente informal y por lo tanto inestable, algo que se profundizó con la pandemia”, añadió.

 

“La reiteración de crisis económicas se produce un salto del tipo de cambio y de la inflación, y esos sectores son los que menos posibilidad tienen de proteger sus ingresos, explicó la economista.

 

Cabe recordar que el dato oficial de pobreza hacia fines de 2020 arrojó un 42% y el de indigencia, 10,5%. La solución no puede depender de la simple espera de un rebote de la economía, pero tampoco de políticas sociales en un contexto de recesión o de crecimiento errático.

 

Para Pezzarini, “existe en la Argentina un problema de distribución (del ingreso), pero la forma de empezar a mejorar las condiciones de vida de esos sectores pasa por estabilizar la economía y empezar a crecer. Sobre eso claro que habría que hacer política redistributivas, lo que permitiría reducir la pobreza más rápidamente, pero lo más importante hoy es evitar que se sigan repitiendo las crisis”, completó.

 

En tanto, Gabriel Caamaño, socio de Consultora Ledesma, señaló también en diálogo con este medio que “la política fiscal es redistributiva en Argentina, pero también es cierto que implica gastos que son prorricos”.

 

“Si el diagnóstico fuera que es necesario redistribuir más –algo que, por otra parte, el Gobierno no está haciendo, ya que baja el impuesto a las Ganancias de las personas y las empresas, y mantiene subsidios a las tarifas, que son prorricos–, no se resolvería el problema y, en la situación actual, hasta se podría agravar”, diagnosticó.

 

También en su opinión, “la salida es generar condiciones para un crecimiento sustentable, un verdadero proceso de desarrollo económico. A partir de eso, el índice de Gini va a mejorar solo y además se pueden pensar políticas fiscales para mejorar la equidad”, agregó.

 

El primer paso, estimó el economista de Consultora Ledesma, es “no tener crisis macroeconómicas recurrentes porque generan pobreza y deterioran la distribución del ingreso, como se observa en las series (temporales) largas”.

 

El problema es de larga data y común a varios gobiernos.

 

“Está demostrado que el crecimiento con alta inflación o bien incrementa la pobreza o la estanca, más si es errático, algo que se vio en el período 2011-2015”, durante el segundo mandato de Cristina Kirchner.

 

“El problema es que la Argentina sufre crisis reiteradas porque sus esquemas de política siempre son inconsistentes. Como cada piso de pobreza es más alto que el anterior, se va formando una escalera en la que, a cada pequeña estabilización macro, sigue otro aumento. El ejemplo es lo que ocurrió con (Mauricio) Macri en 2016 y 2017, cuando se produjo una estabilización que se probó insostenible, lo que generó otro salto de la pobreza”, detalló.

 

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