Productores de las principales cuencas lecheras bonaerenses están en pie de guerra. Dicen trabajar “a pérdida” y señalan a la industria y al gobierno como responsables del problema. Denuncian que la industria no cumplió en febrero con las actualizaciones de precios prometidas, debido –según les responden ante el reclamo– al tope a los precios en góndola acordados con el Gobierno nacional. Así, las críticas de los tamberos también apuntan al Estado, al que le cuestionan “una carga impositiva del 40% promedio” sobre lácteos, mientras que, específicamente en Buenos Aires, critican políticas fiscales que “impactan contra los pequeños productores”. Con todo, proliferan las asambleas, declararon el estado de alerta y avisan que saldrán a la calle si no obtienen respuestas a sus reclamos.
“Pronto se hará una asamblea en Quenumá, Salliqueló, habrá otra en la Cuenca Abasto y esto va a seguir creciendo. En la medida que no haya ninguna señal, terminaremos en alguna usina láctea o en algún estamento del Gobierno manifestándonos”, advirtió ante Letra P el prosecretario de Carbap, Ignacio Kovarsky. También dirigente de la Sociedad Rural de Trenque Lauquen –núcleo de la cuenca oeste, uno de los bastiones lecheros bonaerenses–, Kovarsky afirma que los números son negativos para el productor desde agosto. Basa su argumento en informes oficiales del Observatorio de la Cadena Láctea (OCLA) y del INTA.
La situación crítica de la Cuenca Oeste bonaerense está ligada a la posición dominante que en el negocio ostenta Mastellone Hnos. (La Serenísima), que acapara alrededor del 70% de la producción. Según Kovarsky, en febrero, cuando ya habían entregado la producción, la firma anunció a los productores que no iba a cumplir con la promesa de aumento del 7% en el precio por litro de leche pautado para ese mes.
“Anunciaron por teléfono que cancelaron esa suba y eso terminó de complicar la situación; a partir de allí comenzaron las asambleas”, describió el ruralista. El argumento de La Serenísima –dijo– fue que no podía actualizarle el precio al productor porque la Secretaría de Comercio no avaló la lista de aumentos en góndolas presentada.
Kovarsky cuestionó la intervención estatal con programas como Precios Máximos y Precios Cuidados, “hace que las industrias empiecen a tener estos problemas”, dijo. Y añadió: “La Serenísima también se dedica a la exportación de leche en polvo, que tiene 9% de retenciones, entonces es otra cosa que complica la situación”, a lo que sumó el aspecto tarifario y el cierre de paritarias por encima del 40%: “Es una conjunción de temas que afectan a la industria y, por ende, a nosotros”, expresó. En el caso de Mastellone, conocedores en la materia esperan la inminente presentación de un nuevo balance deficitario en un contexto donde, el mes pasado, elevó la renuncia como CEO Ernesto Arenaza Casale.
Amén de “entender” que la industria “tiene problemas”, Kovarsky aclaró: “Esa no es nuestra lucha, deberían estar ellos diciendo algo. Eso lo tenemos clarísimo”. Y reiteró que la crisis lechera en el oeste bonaerense está muy atada a la posición dominante de La Serenísima, a diferencia de otras cuencas donde existe un nutrido número de pymes que, en compulsa por la materia prima, pagan un precio más elevado en tranquera.
En efecto, el poder de influencia de Mastellone en otros puntos de la provincia fue mermando ante jugadores fuertes como la multinacional de capitales canadienses Saputo, que se fue quedando con varios tambos remitentes que antes operaban con La Serenísima (sobre todo en la cuenca Abasto Sur).
Según Kovarsky, el aumento de costos es consecuencia de la dolarización de los insumos: “El tambo hace agricultura de punta, como si fuera un campo de soja o maíz, pero la cosecha la convierte en leche. Entonces, tenés un altísimo costo, con subas entre 80 y 90%, y tu leche aumentó solo el 23%”.
Planteo a la Provincia
Los productores lecheros bonaerenses también apuntan al Gobierno. Critican, por caso, que en la Ley Fiscal 2021 no se modificó el piso de facturación a partir del cual un tambo tiene que pagar Ingresos Brutos, por lo que este año, con la suba de precios, varios productores chicos y medianos que estaban exentos deberán pagar. “Presentamos el reclamo a la Provincia pero nos dicen que la fiscal ya está aprobada, entonces pedidmos que manden un proyecto de modificación”, sostuvo Kovarsky.
Los reclamos tienen dos destinatarios, la industria y el gobierno. A la primera, le exigen que recomponga aquella suba prometida del 7% para febrero y que, para marzo, “se ponga a tiro de alguna manera”; al segundo, le piden que “baje la carga tributaria”. Los lecheros afirman que, de no tener respuestas positivas, en el corto plazo definirán acciones de protesta en las puertas de usinas lácteas o sedes gubernamentales.