Marcos Caisutti es el nombre de la persona que se adueñó de la comunicación del gobernador Omar Perotti. Con pasado en el equipo de campaña del excandidato a presidente Daniel Scioli y el entrerriano Sergio Urribari, el cordobés ya acompañó al rafaelino de manera externa en la campaña que lo puso en la Casa Gris. Futuro incierto para el actual secretario de Comunicación Miguel Altamirano.
Caisutti trabaja para Perotti desde antes de la campaña 2019. Colaboró desde afuera para el comando que diseñó la estrategia electoral, pero nunca perdió el vínculo con el Mundo Rafaela. A mediados de 2019, volvió al radar del gobernador y en octubre empezó a visitar la provincia de Santa Fe. Elaboró diagnósticos, conoció el equipo del área y el mes pasado ganó una oficina propia en el piso que el gobernador tiene en Casa de Gobierno.
Tiene una extensa y reconocida trayectoria en el planeta Compol. Se formó al lado del brasilero Duda Mendonca y se movió junto a Joao Santana, quien aportó para que Lula Da Silva sea reelegido en Brasil. Santana terminó condenado en el marco de pagos irregulares vinculados a la empresa Odebrecht.
Dentro del país, fue estrechísimo colaborador pensante de Scioli, cuando le tocó enfrentar a Mauricio Macri en el balotaje. Militar el “voto del miedo” a la llegada a la Casa de Rosada del expresidente de Boca partió de su equipo. Luego vendió “El sueño entrerriano” con la fallida campaña presidencial de Urribarri. Sus detractores confían que se caracteriza por el desarrollo de campañas publicitarias agresivas y negativas.
“Sabe dónde está parado”, rescatan en la Casa Gris. Viene a ocupar un mando que tuvo varias personas a cargo y un rumbo errático desde sus inicios. El propio Perotti leyó dificultades centrales en la comunicación política del gobierno. El rafaelino partió, en dicha área, con un esquema tripartito. Leo Ricciardino vocero de Gobierno, Maríano Raimondi a cargo de la planificación y Miguel “Mono” Altamirano arriba de la pauta. Pero los dos primeros quedaron afuera en medio de la carrera.
La vocería no volvió a ocuparse y Altamirano quedó rodeado por Leilén Bouchet, de estrecha llegada a Perotti, y Juan “Pilo” Monzón, hombre de su riñón, pero muy resistido por el periodismo santafesino. En ese marco, el ascenso de Caisutti fue sostenido. El “Mono”, en cambio, se dedicaría exclusivamente a la política de medios.
El consultor de marcado acento cordobés coordina comunicación, organiza la prensa de la gestión y empieza a planificar la campaña que, a deseo de Perotti, debería llevar a Roberto Mirabella a renovar su banca en el Senado. Sus flamantes personas a cargo le destacan que “está encima de los temas, que tiene experiencia y muchas horas de laburo”.
En poco tiempo quedó a cargo de la estrategia de comunicación de la gestión. No tiene cargo designado aún, pero se mueve como jefe. Piensa cómo agrandar el equipo y apuesta a una visión “más cercana” de la comunicación. Perotti, por lo pronto, lo ungió.