CARLOS TISSERA

“Urge un gran acuerdo estructural que no sea simple cosmética”

El titular de Cáritas dice que es imprescindible para reconstruir el país. Admite que el papa “baja línea”. Cercanía con funcionarios y diálogo con intendentes.

Hombre de Jorge Bergoglio en el conurbano, el obispo Carlos Tissera, de Quilmes y al frente de Cáritas Argentina, tiene la misión de encabezar la lucha contra la pobreza estructural creciente. Es, también, uno de los referentes eclesiásticos con buena llegada a los espacios de poder, por lo que intenta convencer a la clase política de que sólo con una mesa amplia de diálogo se podrá sacar al país de la situación de crisis “aguda” agravada por la pandemia.

 

“Urge un gran acuerdo que sea realmente estructural, no simple cosmética. Eso hace falta, para no seguir siempre apagando incendios”, dijo a Letra P el prelado quilmeño que articula proyectos sociales con funcionarios gubernamentales a fin de paliar la realidad de vulnerabilidad que viven millones de argentinos. Asimismo, aseguró que la “urgencia”, según su visión, de la Casa Rosada por convertir en ley el aborto llegó a “incomodar” la relación Gobierno-Iglesia, pero nunca al punto de quiebre.

 

Tissera toma distancia de quienes dicen que es cercano al presidente Alberto Fernández, pero reconoce su sintonía con el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo. También admite tener buen diálogo con las autoridades bonaerenses y los tres intendentes de los municipios bajo su jurisdicción eclesiástica: Quilmes ( Mayra Mendoza - FdT), Florencio Varela (Andrés Watson - FdT) y Berazategui (Juan José Mussi - PJ).

 

El obispo quilmeño reconoce que el papa “baja línea”, sobre todo al episcopado argentino, con sus habituales predicaciones sociales, y sugiere escuchar al pontífice sobre cómo afrontar la pospandemia, poniendo el foco, enfatiza, en el trabajo sobre tres temas medulares vinculados a la pobreza: Tierra, Techo y Trabajo.

 

-¿Cómo observa la situación socioeconómica tras un año de pandemia?

 

-Vivimos una crisis económico-social aguda y estamos todos remando en un mar bastante difícil, porque a la emergencia alimentaria que teníamos en 2019 se sumó la pandemia y todo lo que conlleva. Se ha empobrecido mucha gente por la falta de trabajo; al que vive de changas se le hace muy difícil y al que tiene un sueldo básico mínimo o una jubilación se le hace cuesta arriba por el costo de los alimentos.

 

-¿Cuánto aumentó la ayuda de Cáritas?

 

-En algunos casos ha pasado a ser del doble, pero en la mayoría un 50 o un 60% más de personas acuden a comedores que no son al estilo tradicional, sino que son la vianda, los bolsones. Ollas populares, menos, porque se ha reactivado un poquito, pero al principio fue muy duro. Hoy seguimos asistiendo a mucha gente.

 

-¿Qué apoyo reciben del Gobierno?

 

-Articulamos proyectos a través del Ministerio de Desarrollo Social, lo que ha permitido asistir a mucha gente; la tarjeta alimentaria es clave, pero la calidad (de los alimentos) no es lo que esperábamos. Ahora están por cambiar, a raíz de una sugerencia dentro de la Mesa Federal del Hambre.

 

-¿Sigue efectivamente activa?

 

-Hubo una antes de fin de año y hubo otra ayer, más focalizada en la calidad de los productos de asistencia y también procurando incentivar la producción local de alimentos. En un principio, esa mesa fue importante y la Iglesia puso el hombro desde su lugar, pero la pandemia complicó mucho las cosas y evidentemente golpeó a las arcas del Estado.

 

-Se lo considera cercano al Presidente y se lo ha criticado por eso...

 

-Más allá de compartir esa mesa del hambre y el saludo correspondiente, no tengo ninguna comunicación con él, ni antes ni después de que asumió. En cuanto al ministro Arroyo, hay una relación, porque es un área donde Cáritas convenia muchos proyectos. En el anterior gobierno era la ministra (Carolina) Stanley y ahora es Arroyo.

 

-Pero Arroyo viene del palo...

 

-Él dice que de joven ha participado en una parroquia y después colaboró en el gobierno de (Daniel) Scioli. Lo conocía de antes, porque venía a Cáritas a explicar los proyectos sociales cuando yo acompañaba a (Oscar) Ojea, que presidía la organización.

 

-¿Es posible afrontar las propuestas del papa para la ponpandemia en un año electoral y con tantas grietas?

 

-Me preocupa que sigamos en la misma de antes, ir buscando espacios de poder. Falta sentarse a una mesa dejando de lado quién es el que ocupa tal lugar, para solucionar los problemas de base y buscar políticas de Estado en lo que, dice el papa, son temas estructurales: Tierra, Techo y trabajo. Urge un gran acuerdo que sea realmente estructural, no simple cosmética. Eso hace falta, para no seguir siempre apagando incendios y, más allá del color político, trabajar en esas instancias medulares en cuanto a la pobreza. Para restablecer la confianza y la amistad social hay que hacerlo entre todos, no es cuestión solamente de partidos políticos. Allí tienen que estar el Gobierno y también la sociedad civil con sus instituciones.

 

-¿Usted es un hombre de Francisco en el conurbano? 

 

-Tengo una buena relación y él ha tenido más que bondades para conmigo. Nos conocemos de antes, sobre todo por haber compartido el trabajo en la región pastoral Buenos Aires. Como papa lo he visitado, ya no sé cuántas veces, pero son muchas. La última fue 31 de enero de 2020.

 

-¿El papa baja línea social?

 

-Esa, al episcopado. Para los que queremos escucharlo, está hablando todo el tiempo, pero la más grande presencia de Francisco ha sido a través del nombramiento de obispos. Es algo que la Iglesia no ha vivido con ningún otro papa. La cantidad de obispos, más de 40, en pocos años, no pasa en otros países. Italia y Argentina es donde más ha intervenido.

 

-¿La sanción de la ley de aborto tensionó la relación Gobierno-Iglesia?

 

-Nos preocupó el hecho de traer con tanta urgencia un tema que debería hacer sido tratado con mucho más tranquilidad en medio de una pandemia, con tantas otras necesidades. Fue inoportuno el tratamiento de esa ley. De todos modos, uno respeta la independencia que tiene el Estado y, pese a cierta incomodidad, no trajo ninguna enemistad ni alguna cosa así.

 

-¿Cómo es la relación con los intendentes de su zona?

 

-Tengo un buen diálogo personal con los tres municipios (Quilmes, Florencio Varela y Berazategui) y también con la Provincia, siempre guardando la autonomía propia; sabiendo que ellos también necesitan nuestra mirada, nuestros puntos de vista.

 

Gabriel Bornoroni, Karina Milei y Martín Menem.
Javier Milei

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