“Cuando peleo contra las mafias, no peleo por ninguna candidatura ni por hacerme rica ni por un gobierno, peleo por vos”, dijo María Eugenia Vidal el 1 de marzo de 2017 en la Legislatura de la provincia de Buenos Aires durante la ceremonia de inauguración de un nuevo período de sesiones ordinarias del parlamento bonaerense. Seis meses y 27 días más tarde, 24 horas después de la detención del sindicalista platense Juan Pablo Medina, en un acto con empresarios en la Quinta de Olivos, el entonces presidente Mauricio Macri se golpeaba el pecho. “No hay lugar para comportamientos mafiosos” en la Argentina macrista, juraba. Casi en simultáneo, en la Escuela de Policía Juan Vucetich, la gobernadora replicaba el libreto con su habitual mueca de afectación. “No hay más lugar para la extorsión, para el apriete, para la mafia en la provincia de Buenos Aires ni en la Argentina”, anunciaba. Tres meses y 13 días antes, el 15 de junio de 2017, en un encuentro celebrado en una oficina porteña del Banco Provincia, el entonces ministro de Trabajo bonaerense, Marcelo Villegas, instaba a directivos de empresas a aportar material para “darle volumen” a una avanzada judicial multiagencial diseñada desde el Estado contra dirigentes sindicales bonaerenses. “Si yo pudiera tener una Gestapo, una fuerza de embestida para terminar con todos los gremios, lo haría”, se lamentaba y se desnudaba el funcionario.
La revelación está filmada, es el eje de una denuncia penal que impulsan las actuales autoridades de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) y da cuenta, a priori, de la existencia, durante la gestión de la alianza Cambiemos, de una maquinaria mafiosa de Estado. La tan mentada “guerra contra las mafias”, con el modus operandi de la mafia.
Según lo anuncia el propio Villegas en el video conocido este lunes, el plan era una hidra venenosa. Involucraba a una fiscal y a un juez y tenía “todo el soporte de la Procuración general”, en ese entonces flamantemente a cargo del abogado macrista Julio Conte Grand, el mismo que se reunió hace poco, estando todavía en funciones, en forma privada con el expresidente Macri.
Vale poner todo en perspectiva histórica para tomar real dimensión de la trascendencia de la revelación hecha este lunes por la AFI. La transparencia fue el eje central del relato propagandístico de la alianza Cambiemos, constituida en contraste con la presunta mafia peronista. Según esa mitología, el macrismo y (más que nada) el kirchnerismo eran el yin y el yan de la política nacional. En esa línea discursiva, Vidal -abanderada de una heroica “lucha contra las mafias” bonaerenses que ya se había manchado con el escándalo de los aportes de campaña truchos- llegó a decir que, después de 28 años de gobiernos del PJ, en la provincia de Buenos Aires “los punteros se habían convertido en narcos”.
Ahora es la gestión peronista la que habla de mafias. “Los videos muestran esta reunión del 15 de junio de 2017, donde hay una mesa judicial de la provincia de Buenos Aires armada por la mafia de Vidal”, aseguró la interventora de la AFI, Cristina Caamaño. “El video es tremendo”, agregó.
La funcionaria detalló que la prueba fue encontrada en un “disco en desuso” que estaba en una oficina del organismo y que su contenido pudo ser recuperado por el trabajo de especialistas informáticos.
Caamaño dijo no tener idea de “por qué (el video) aparece acá (en las oficinas de la AFI)” y que “no hay un registro oficial de este trabajo de inteligencia”. En virtud de los antecedentes de la gestión encabezada por Gustavo Arribas en el organismo de inteligencia y de la manía tan macrista de espiar, que vienen produciendo montañas de expedientes judiciales y, recientemente, el procesamiento del propio Macri, es lícito suponer que la reunión de Villegas y otras figuras del entonces partido de gobierno con empresarios en el Banco Provincia fue filmada por la propia AFI como parte del accionar de una maquinaria de espionaje ilegal que no reparó en propios ni en extraños. En ese caso, el Frankenstein vuelve ahora sobre sus progenitores, como un búmeran, o el registro y su sorpresiva aparición constituyen, por qué no, otro capítulo de la flamígera interna de Juntos por el Cambio.