Cada uno en su campamento, el Frente de Todos (FdT) y Juntos por el Cambio (JxC) estiran sobre la mesa el mapa de la provincia de Santa Fe y apoyan una lupa sobre Rosario. Le ponen fichas, calculan números y la resaltan como la colina a conquistar. No es que su peso transforme a las generales en una elección de departamento único, pero se lleva casi el 40% del padrón santafesino con su millón de votantes habilitados. Aunque, probablemente, lo más importante sea su significancia de cara al futuro de la política santafesina por cuestiones que no se limitan sólo al mero resultado electoral.
Los diez puntos de diferencia que le sacó JxC al peronismo en las primarias a nivel provincial la colocan como el botín a no perder de las generales. El FdT ganó por menos de medio punto en Rosario en una paridad técnica, pero ese virtual empate no forma parte del léxico de ambos espacios de cara a las generales porque, cada uno por su lado, confía en ganar.
La fuerza territorial rosarina del peronismo parece encontrar reparo en Marcelo Lewandowski, quien validó su buena performance electoral de 2019 cuando saltó de los medios a una banca del Senado provincial luego de ganarle la interna al rossismo y, después, al socialismo vernáculo de la exintendenta Mónica Fein. Esta vez, volvió a barrer al rossismo en un mano a mano con el propio Agustín Rossi por 70% a 30%.
Si bien Lewandowski representa al FdT, se juega una ficha personal que mastica por estas semanas: consolidarse como el elector en el departamento Rosario. Eso le acomoda los tantos por si en 2023 aspira a bajar desde el Congreso a un cargo ejecutivo. Por eso le resulta importante la elección en la Cuna de la Bandera, más allá de que tenga asegurada una banca en el Senado por la minoría.
Se podría pensar que en la misma sintonía está el gobernador Omar Perotti, pero no lo modifica particularmente el resultado de Rosario, una ciudad que le es adversa y hasta parece darle comezón, más allá del interés de ganarla en función de su objetivo de descontar lo máximo posible y ser un oasis en el mapa electoral nacional.
Juntos
En el caso de JxC es distinto. Carolina Losada es la candidata, pero quedó tercera en las primarias en Rosario a muy poco de la lista del radical Maximiliano Pullaro, y detrás del macrista Federico Angelini. La ciudad ya se ha pintado de amarillo en 2017, aunque, después, esa ola amarilla arrastró arena y caracoles y el espacio se quedó sin alternativas.
Para las generales se muestran confiados y aseguran que se quedarán con Rosario por entre 3 y 5 puntos. Ven que la elección se nacionalizó mucho a su conveniencia y los errores no forzados del Gobierno cuentan. De hecho, el sprint final y cierre de campaña se focaliza en la ciudad. Hay otro dato y es que el socialismo tiene peso en la ciudad que gobernó 30 años: de los 184.000 votos que sacó el Frente Progresista, 85.000 salieron de allí. Pero no se sabe si crecerá en las generales, algo que espera con ansias el peronismo para que le coma votos a JxC.
Lo que deja
No será menor lo que indique la elección del 14N. Por empezar, echará luz sobre cuánto se rompió la relación entre el Frente de Todos y la sociedad rosarina; o, si es que gana el peronismo, cuánto tuvo que ver la provincialización de la campaña. También dirá cuántas fichas se le vuelven a poner a Juntos por el Cambio después de la mala experiencia macrista en el poder, ahora más oxigenado con un radicalismo que pisa fuerte en la alianza provincial.
Hay un dato a observar: JxC no tiene un candidato, ni siquiera incipiente, para pelear la intendencia en 2023. Seguramente, todo esto sea observado como nadie por el intendente Pablo Javkin. El Frente Progresista al que pertenece se quedó sin chances y el color que tome la ciudad, probablemente, incida en algún grado en su trayectoria inmediata. Es decir, si apuesta a liderar el Frente y enfrentar a un peronismo fortalecido que le quiera pelear la intendencia como en 2019; o se decida a cabecear alguno de los tantos centros que le tiran desde JxC y así poner un pie en el tren amarillo.