La Argentina logró desacoplar el precio interno del gas en boca de pozo de la actual crisis internacional que multiplicó su precio por tres. El rol del Plan Gas.Ar, Vaca Muerta y la futura ley de promoción de las inversiones hidrocarburíferas juegan un rol central. De todas maneras, sigue la puja interna dentro del Frente de Todos por los subsidios a la demanda, lo que también podría poner en jaque al proyecto enviado al parlamento.
Como si la pandemia no hubiera causado estragos en la economía global, existe en puerta una crisis energética de corto y largo plazo. La primera tiene que ver con una disparada del precio del gas a nivel internacional. En Estados Unidos, el precio de este componente clave de su matriz energética se disparó un 280 por ciento mientras que en Europa pasó de valer 2,20 dólares el millón de BTU a casi 6 dólares. En Asia, el precio del carbón se disparó por tres.
Durante la explosión del Covid-19, los países centrales dejaron de invertir. Y eso se aprecia ahora, con el temor a que la oferta de gas no alcance para cubrir los requerimientos que requiera una recuperación económica masiva. El condicionante de largo plazo es la transición energética, donde se consensuó que para 2050 debería llegarse a una emisión cero de dióxido de carbono.
Parte del problema global que disparó los precios del gas tiene que ver con que los países del hemisferio norte ingresaron al invierno con escasez de recursos, trasladando el costo del insumo a consumidores y consumidoras.
Este debate ocurre en Estados Unidos, Alemania, Austria, Holanda, Inglaterra, China y en los demás países asiáticos. Y a la cuestión estacional y productiva habría que sumarle la jugada geopolítica de Rusia, que empezó a enviar menos gas a Europa en su pela con el Tribunal de la Corte de ese continente. Ante estos vaivenes internacionales, la Argentina parecería blindada a partir del diseño del Pan Gas.AR, que prevé inversiones por 5000 millones de dólares en cuatro años, sumado a los millones que aportará el Estado nacional para sostener un precio competitivo para las operadoras de la industria.
El paso de Juan José Aranguren por el área de Energía les había garantizado a las empresas un precio de 7,5 dólares por millón de BTU, un valor que superaba todos los récords. A base de ese subsidio estatal, solo se había logrado que una única empresa incrementara exponencialmente su producción, Tecpetrol, del Grupo Techint, pero en términos generales la producción de gas durante el gobierno macrista decreció.
Tras el cambio de gobierno, se dio marcha atrás con la Resolución 46 que habilitaba esos valores y se estableció que el precio sostén del gas se ubicaría en 3,5 dólares por millón de BTU. Las operadoras aceptaron. A partir del nuevo Plan Gas, en el último año la producción creció un 17 por ciento, un guarismo relevante teniendo en cuenta el contexto pandémico.
De los 130 millones de metros cúbicos diarios de producción local, Vaca Muerta aportó 65 millones. “Viendo el contexto internacional, es un buen negocio que el Estado garantice un precio de 3,5 dólares por millón de BTU. El Plan Gas es una iniciativa a medida de la Argentina, donde las principales empresas que están desarrollando Vaca Muerta son nacionales. Todavía falta para que las grandes operadoras internacionales inviertan en el país”, sostiene a Letra P Martín Bronstein, integrante del Centro de Estudios de Energía, Política y Sociedad (Ceepys).
La producción local garantiza 130 millones de metros cúbicos por día, cuando en pleno invierno lo que se necesita son 160 millones. Es decir, todavía deberán destinarse recursos a la importación. Sin embargo, ante este contexto de incertidumbre global, no es menor el piso que se alcanzó a fuerza del subsidio estatal para las operadoras.
Subsidios tironeados
Mientras, la cuestión de los subsidios está en pugna. El equipo económico promueve una reducción de las transferencias a la demanda, pero se incentivan para la oferta. Es un poco lo que quedó plasmado en el proyecto de promoción para las inversiones hidrocarburíferas, donde se institucionaliza el Plan Gas. Sin embargo, la suerte de esta iniciativa parece atada al resultado electoral de noviembre.
En términos de la demanda, el Ministerio de Economía envió un proyecto de Presupuesto 2022 que contiene una fuerte reducción de los subsidios, que podrían encarecer las tarifas en un 30 por ciento. Del proyecto enviado al Congreso, se desprende que estos recursos se reducirán 0,2 puntos porcentuales. En términos reales, deflactada la inflación, las transferencias corrientes caerían un 15 por ciento promedio, pero con un mayor impacto en los sectores más vulnerables.
Según un análisis realizado por el Centro de Economía Política (CEPA), los subsidios a la demanda de gas natural y GLP caerían un 39 por ciento, mientras que el programa Hogares con garrafas recibiría una merma del 34 por ciento.
La Argentina ingresa en verano sin restricción en la provisión de gas y con precios a la mitad de lo que se está pagando en Estados Unidos y Europa. Es un principio de blindaje. Sin embargo, el escenario energético es testigo de la probable verdadera puja dentro del Frente de Todos.