NUEVA ERA EN EE.UU.

Tono renovado, viejas ideas y lobbies: ¿qué trae Biden a la región?

Retorno al obamismo e implicancias en el vecindario. Maduro, Guaidó y sanciones con rostro humano. ¿Se cuela Argentina? Una prueba de fuego: el futuro del BID.

La asunción de Joseph Biden este miércoles implica el regreso a la Casa Blanca de las posturas tradicionales en política exterior: alianza con los países grandes de Occidente, reactivación de la OTAN, recelo con Rusia, competencia dura con la China emergente y mezcla de sanciones y diálogo con el Irán nuclear, entre otros asuntos. En tanto, el capítulo regional vendrá con reclamos de cooperación contra el narcotráfico, el terrorismo y el lavado de dinero, así como la promoción del libre mercado a través de organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y de la idea que Estados Unidos tiene de la democracia. Algunos de esos puntos –sobre todo lo referente a la relación privilegiada con la Unión Europea y el tono de la disputa con China– marcan contrapuntos fuertes con la administración poniente, pero no es mucho lo que cambia en el hemisferio. Sí el tono, no el fondo. ¿Guardará, sin embargo, alguna promesa el futuro cercano?

 

Esos lineamientos surgieron con claridad el martes a la tarde en la audiencia de confirmación en el Senado del secretario de Estado entrante, Antony Blinken. En su declaración escrita y en las preguntas que le siguieron en la Comisión de Relaciones Exteriores, este señaló que el nuevo gobierno revertirá el unilateralismo de Donald Trump y que, en cambio, revitalizará "nuestras alianzas claves, multiplicadoras de nuestra influencia en todo el mundo. Juntos estamos en una posición mucho mejor para contrarrestar las amenazas que plantean Rusia, Irán y Corea del Norte, así como para defender la democracia y los derechos humanos".

 

Su país, con todo, seguirá siendo un imperio, no un primus inter pares: "El liderazgo estadounidense aún importa", aclaró.

 

Multilateralismo y lobbies

La reactivación de la idea obamista del mundo incluyó la promesa de retorno a acuerdos e instituciones multilaterales abandonados por Trump, un regreso a "la primera línea". La idea es, a través de esos mecanismos, "ganar la competencia con China y recordarle al mundo que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo puede proveer a su propia gente", indicó Blinken. Asimismo, de ese modo "podemos abordar la amenaza existencial del cambio climático", propuso.

 

El multilateralismo a restaurar asomó a la hora de las preguntas, como cuando Blinken aseguró que Estados Unidos volverá al acuerdo nuclear de 2015 con Irán, abandonado por la administración anterior tres años después, si ese país "vuelve a cumplirlo". Eso implicaría tanto un retroceso persa en sus niveles de enriquecimiento de uranio como un abandono de las sanciones aplicadas por Trump, punto de partida de la escalada.

 

La acción de los lobbies que tradicionalmente condicionan la política exterior norteamericana asomó, cómo no, en las preguntas de los senadores que financian con ese dinero sus campañas electorales y su permanencia en el establishment, algo con impacto fuera y dentro del hemisferio.

 

En Medio Oriente se defenderá una salida de "dos Estados" para Israel y Palestina, pero Biden no dará marcha atrás con el traslado de la embajada de Tel Aviv a Jerusalén, estableció el secretario de Estado designado.

 

Las concesiones a los lobbies volvieron a exponerse cuando senadores como Marco Rubio, halcones de la causa anticastrista del Partido Republicano, interrogaron acerca de Venezuela al funcionario que será ratificado en los próximos días. En ese punto, Blinken incluso ponderó las decisiones iniciales de Trump, calificó a Nicolás Maduro de "dictador brutal" y garantizó que mantendrá el reconocimiento de Juan Guaidó como "presidente encargado". No obstante, como había anticipado Letra P, deploró el impacto de algunas sanciones sobre la población, estableció que esa política de línea dura del trumpismo no logró resultados y abrió así la puerta a alguna gestión diplomática que lleve a "restaurar la democracia en Venezuela, comenzando con elecciones libres y justas". Abrió de tal modo una puerta a la acción del Grupo Internacional de Contacto (GIC), del que forman parte la Argentina y la Unión Europea, entre otras partes.

 

El giro –¿solo de formas o en alguna medida de fondo?– de Estados Unidos moderará a los países de la región que más sanguíneamente militaron en los últimos años la causa antichavista. He ahí una señal diferente para el rumbo de la política regional. Con todo, a Biden le espera otra prueba crucial acerca de sus intenciones hacia la región: el futuro del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

 

El salto de Claver

Como se sabe, Trump puso al frente del mismo a otro duro de la causa anticastrista, Mauricio Claver-Carone, con lo que rompió con una tradición que durante 62 años reservó esa posición para América Latina. Washington es un hervidero de presiones en estos días para que la nueva administración desplace al hombre que recibió como indicación orientar los créditos de la entidad en pos de reforzar las posturas contrarias a Cuba y Venezuela y a erradicar la influencia china en la región. Sin embargo, pese a la insistencia de sectores del Partido Demócrata, entre los que se cuenta el siempre influyente Thomas Shannon –quien fuera responsable de la diplomacia estadounidense para el Hemisferio, entre otros cargos relevantes–, el lobby cubano afila sus cuchillos y el propio Claver, apoyado en el senador demócrata de línea dura Robert "Bob" Menendez, ayuda protagonizando un salto ornamental de antología.

 

Ya el 10 de noviembre, cuando las denuncias de fraude de Trump todavía daban lugar a una pelea judicial fuerte, este envió vía Twitter, usando la cuenta institucional, sus "felicitaciones al presidente electo Joe Biden y a la vicepresidenta electa Kamala Harris", mensaje en el que hasta se abrazó a la agenda ambiental de la administración entrante.

 

Más recientemente, en medio de un incremento de esas movidas destituyentes, fue por más. "Me siento profundamente decepcionado y desilusionado" por el rol de Trump en la toma violenta del Congreso, le dijo al diario chileno El Mercurio. "Para mí, las elecciones y las transiciones de poder son sagradas y es inexcusable que un político, en cualquier lugar del mundo, incluyendo Estados Unidos, interrumpa o intente interrumpir ese proceso", sentenció. Solo le faltó negar a su mentor por tercera vez.

 

En el BID, una entidad fundamental para las necesidades crediticias del gobierno argentino, sobre todo para apalancar obra pública en el año electoral, se juega un test muy importante sobre las intenciones de Biden para la región.

 

¿Podrán más las ideas de siempre o el cambio de estilo? Continuará…

 

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