ELECCIONES 2021

Tras el loteo de Peña, Larreta y Bullrich arman un PRO pura sangre en el interior

El exjefe de Gabinete cedía el sello a caudillos en las provincias donde no era competitivo. La nueva conducción quiere desterrar ese modelo vía carta orgánica.

Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich continúan con la fase de revisionismo del funcionamiento del PRO. Sostienen que la gestión de Marcos Peña dio libertad de acción en las provincias y se desligó de la construcción propia en aquellas donde el sello macrista no era competitivo. Esa estrategia permitió a caudillos locales, aliados pero no propios, modelar a gusto personal el armado en sus distritos y hasta generar acuerdos a espaldas de la Casa Rosada. A pesar de sus diferencias, el jefe de Gobierno y la presidenta del partido buscan borrar esa huella y preparan una batería de modificaciones para normalizar el partido, limitar el poder de los caciques alentados por el exjefe de Gabinete y abrirle la puerta a cuadros propios de cara a las elecciones de 2021.

 

Bajo la presidencia del senador Humberto Schiavoni, el PRO se mimetizó con el PJ: el partido fue el Gobierno. La política partidaria se definía en el primer piso de Balcarce 50, entre los despachos de Peña y el de Mauricio MacriLa sede del PRO, ubicada en Balcarce 412, quedó reservada para jornadas de capacitación y alojamiento temporario de dirigentes del interior que usaban las oficinas hasta la hora de regreso a sus provincias.

 

Concentrado en la gestión de la Ciudad y en sus acuerdos locales, Rodríguez Larreta jamás intentó romper ese satus quo. Tampoco María Eugenia Vidal, que por entonces comandaba el PRO bonaerense. Mucho menos Bullrich, la ministra de Seguridad durante toda la gestión Macri. Con la lapicera de la Jefatura de Gabinete y la confianza del Presidente, Peña reinó en soledad en el PRO. La quietud de sus compañeros de ruta le permitió manejar el partido a su gusto, forjar y desarmar alianzas, así como elevar o hundir candidaturas en todo el país.

 

 

Con el récord de victorias electorales en la historia del PRO y una gravitación incomparable en Macri, Peña impuso su visión en la campaña de 2019, desde el estilo hasta las alianzas. En las provincias en las que veía que el frente Juntos por el Cambio, específicamente el PRO, no era competitivo, cedió el manejo a caudillos provinciales cercanos a Macri, pero ni remotamente macristas. Una dosis de pragmatismo y desinterés que, con el tiempo, se le volvió en contra: les entregó el sello y el armado a caciques locales, que gozaron de amplias facultades para moldear el armado a sus intereses personales. Los casos testigo son los de San Luis, Corrientes y Santa Cruz, cuyos referentes viven en tensión con la jefatura PRO.

 

Sin embargo, la concentración de poder de Peña fue disminuyendo con el golpe de las PASO y la derrota de octubre. Tras la salida de la Casa Rosada, Bullrich asumió en el PRO y se unió con el larretismo para borrar esa huella. El objetivo no es extirpar a los caciques alimentados por Peña, muchos ni siquiera de ADN macrista, sino intentar repartir el poder y darle también lugar a los referentes locales del estigma amarillo.

 

PURA SANGRE. El primer paso es modificar la Carta Orgánica nacional del PRO para establecer criterios generales que deberán cumplirse para representar al partido de todas las provincias. Esto implica definir esquemas de afiliación y de mayorías y minorías para garantizar las internas y la libre competencia por la representación del sello en cada distrito.

 

Con ese acuerdo básico se omitirían situaciones que fueron moneda corriente en la era Peña: hubo provincias que modificaban sus reglas internas en la previa al cierre de listas y el PRO nacional se mantuvo en silencio. La unión transitoria Bullrich-Larreta busca potenciar a referentes que genuinamente estén identificados con el espacio. La alianza de Peña con los caciques del interior generó una oleada de jefes PRO que recibían a Macri cuando pisaba la provincia y se acercaban al oficialismo provincial a la hora del regreso del entonces presidente a Buenos Aires.

 

 

 

Para avanzar con ese paquete de reformas se armó una mesa que integran Bullrich, el vicepresidente primero, Federico Angelini (Santa Fe), la vicepresidenta segunda, Laura Rodríguez Machado; el secretario general, Eduardo Macchiavelli; los apoderados Santiago Alberdi y Claudio Romero; la diputada nacional Silvia Lospennato; la senadora bonaerense Lorena Petrovich y el concejal Sergio Iaccovino (Tres de Febrero).

 

Guillermo Montenegro, intendente de Mar del Plata.
Florencio Randazzo, Juan Schiaretti y Julio Zamora, una foto celebrada en el Panal cordobes.

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