Los más de cuatro meses de aislamiento, en diferentes fases e intensidades, que atraviesan los principales centros urbanos del país transformaron la forma de acceder a noticias e información. Pero esta nueva normalidad comienza a mostrar algunas consolidaciones luego de la primera erupción informativa de la Fase 1. Y abre preguntas: ¿Cuál es la incidencia de los medios masivos de comunicación en el debate público entre “cuídate” y “la cuarentena ya fue”? ¿Las audiencias crecieron? ¿Les creen a los medios?
Por partes y sin conclusiones, pero con datos. El único medio tradicional que resulta victorioso en esta cuarentena es la televisión. Tanto los números de los canales de aire como los de las señales de pago muestran un crecimiento en el encendido. Aunque con el tiempo se atenuó, el rating de Telefé y Canal 13 creció entre un 20% y un 25% de enero a esta parte y el canal de las pelotas (¿o de las latas?) supera por un punto su rendimiento de hace un año, toda una novedad para un medio que va en retirada.
Para las señales de noticias, el panorama es algo diferente. La curva muestra un pico en marzo, con TN y C5N por encima de las mediciones de Canal 9 y América en el aire pero niveles más bajos en los meses de mayo y junio, aunque los números, en todos los casos, son mayores a los de marzo de 2019. Incluso, A24 y Canal 26 aumentaron sus televidentes en un 100%.
La radio y los diarios sufrieron caídas exponenciales. Así lo muestra, entre otras cosas, un estudio de la Agencia IMS que muestra que, en América Latina, un 37% de los oyentes de radio disminuyeron la cantidad de tiempo que consumen el medio. Los números argentinos respaldan esa caída, que es mucho más grave para las emisoras de FM. El mismo estudio refleja una caída del 43% en la lectura de diarios. En algunos casos, puede resultar una estocada terminal.
El tiempo en redes sociales, en plataformas de video a demanda (Netflix, Amazon) y video online (YouTube, Instagram) fueron, junto al gaming, las plataformas más beneficiadas por el encierro y los cambios en las rutinas. En ese ecosistema conectado, los portales informativos locales también tuvieron su pico de audiencia entre marzo y abril para comenzar a recuperar un ritmo normal de noticias entre mayo y junio. Pero el consumo de noticias y el tiempo invertido en plataformas digitales sociales está en crecimiento, con Twitch y Tik Tok como novedades en esa dieta.
Entonces, una vez identificada la performance de los medios, que muestra alguna caída en las audiencias en buena parte de los casos, el siguiente paso podría ser identificar cuál es la actitud de televidentes, oyentes y lectores ante los contenidos que les muestran. Para eso, es muy interesante repasar los principales hallazgos de una encuesta realizada por la consultora Zuban Córdoba y Asociados en la primera quincena de julio.
El estudio muestra que un 68% de los encuestados piensa que los medios solo cuentan o muestran lo que a ellos les interesa, un 54% considera que son los propios medios los que alimentan o fomentan la información y un 68%, que los periodistas son unos de los principales artífices de “la grieta”. Las noticias son malas, en todos los sentidos posibles. Más allá de estos números, un 64% piensa que en Argentina hay libertad de expresión, aunque un 52% tiende a pensar que el Gobierno quiere acallar a los que piensan diferente.
Luego de la fiebre informativa de abril, las audiencias son más selectivas con sus fuentes y momentos “noticiosos”, aunque los medios, redes y periodistas aparecen en el ojo de la tormenta por los intereses que los circundan.
Un dato que resulta muy destacable es que el 86% de los encuestados reconoce que se informa cada vez más a través de redes sociales e internet. Sin embargo, la credibilidad de estos espacios está sobre la picota. La confianza en la información recibida a través de WhatsApp está repartida en mitades y el 45% piensa que Facebook es el espacio digital donde mayor cantidad de noticias falsas circulan. No hay cuotas de desconfianza destacable en sitios webs, Twitter o Instagram. Esos espacios parecen “seguros” para informarse.
El escenario está planteado. Luego de la fiebre informativa de abril de este año, las audiencias son más selectivas con sus fuentes y momentos “noticiosos”, aunque los medios, redes y periodistas aparecen en el ojo de la tormenta por los intereses que los circundan. Esto debe completarse con otros estudios y trabajos, como el que realiza Esteban Zunino con el Observatorio de Medios de la UNCuyo sobre el movimiento de la agenda de los medios. Los datos pueden servir para relativizar la incidencia de las voces a favor y en contra de la política sanitaria del Gobierno. Aunque es probable que “el desinformador sea el otro”, la masividad de ciertos discursos debe ser puesta en análisis, así como la capacidad de amplificación de los espacios sociales digitales. Incluso, estos análisis pueden ser útiles para diseñar planes de comunicación oficial sanitaria que se planteen mejorar la eficacia de los mensajes.