“El proceso de renegociación de la deuda ingresó en su fase decisiva. A pesar del límite temporal del 8 de mayo fijado por el Gobierno para la aceptación de su oferta, eso no representa el deadline real, que se será el 22 de este mes. Hasta entonces, el proceso estará abierto para las partes sin que jurídicamente se genere un escenario de default”, dijo el economista Gustavo Reija, director de la consultora Mecronomic, en una entrevista con Letra P. El Gobierno y los tenedores extranjeros parecen hoy lejos de un acuerdo, pero, en su mirada, existen puntos de encuentro posibles, capaces de alejar al país de un escenario temido de cesación de pagos y de brindarle herramientas crediticias fundamentales para encarar la difícil tarea de la poscuarentena.
“Hay varias opciones sobre el tablero de esta partida de ajedrez financiero”. afirmó. ¿Cuáles son?
BIO. Se graduó como economista en la Universidad Nacional de La Plata y realizó estudios de posgrado en Gerenciamiento de Políticas Públicas y Neuroeconomía. Fue subsecretario de Administración y Gestión de los Recursos de la provincia de Buenos Aires.
Online. Reija, en diálogo con Letra P por videconferencia.
–¿Que los tres grandes grupos de tenedores de bonos emitidos bajo ley extranjera actúen juntos, tal como se constató en el comunicado que emitieron este lunes, juega a favor o en contra de un acuerdo?
–Los tres principales grupos de tenedores de bonos cuentan con tenencias de aproximadamente el 50% del total y su agrupamiento es una buena noticia, ya que incrementa el poder de negociación para ambas partes y centralizar los diálogos, algo que aumenta la eficiencia del proceso.
–El Gobierno parece cerrado en una postura de que la propuesta que difundió en su momento no se puede rever. ¿Usted encuentra matices en esa postura?
–Las declaraciones de los funcionarios argentinos en el sentido que es muy poco lo que se podría modificar en la oferta también es una buena noticia porque, en los hechos, abre una puerta que estaba cerrada. Es en este escenario donde estamos parados hoy. Dentro de la dinámica de la negociación seguramente comenzará a darse una serie de intercambios de posiciones, con contraofertas de bonistas que serán rechazadas por el Gobierno. Esta dinámica debería intensificarse teniendo al 22 como deadline.
–¿Cuáles serían los ejes de esos intercambios?
–Básicamente, todo estará centrado en tres variables: duración del período de gracia, interés de los cupones de los bonos y ejecución o no de un pago inicial. Desde hace tiempo digo que la Argentina puede realizar una mejora de las condiciones que ofreció sin violar el espíritu de la propuesta, esto es, sin afectar sostenibilidad de mediano plazo de la deuda. Lo que se requiere, desde lo financiero, no es mucho.
"Los tres principales grupos de tenedores de bonos cuentan con tenencias de aproximadamente el 50% del total y su agrupamiento es una buena noticia, ya que incrementa el poder de negociación para ambas partes."
–¿Qué podría ofrecer el Gobierno en ese sentido?
–Si agregara a la propuesta 5.000 millones de dólares, que representan el 10% del ahorro total del canje, las posibilidades de acuerdo serían muy altas. Ese monto debería integrarse a un menú de opciones sobre las tres variables señaladas, lo que permitiría modificar el valor neto actual [NdR.: el monto actual hipotético de un determinado flujo de dinero comprometido que surge del descuento del costo de oportunidad de recibir los pagos a lo largo del tiempo].
–Pero el Gobierno dice que no tiene recursos y el nivel de reservas del Banco Central parece darle la razón. ¿De dónde saldría ese dinero?
–El Fondo Monetario Internacional podría jugar un rol central, posibilidad que el Gobierno debería estar explorando para de obtener total o parcialmente ese monto. Recordemos que el programa firmado con el Fondo (NdN.: en el gobierno de Mauricio Macri) no fue desembolsado en su totalidad. Creo que la necesidad de lograr el acuerdo y no caer en default es imperiosa.
–¿Cuáles serían las consecuencias de un escenario de cesación de pagos?
–No hay que confundirse sobre este punto. Los fondos “ahorrados” por el no pago de deuda no representan lo mismo con o sin un acuerdo. Con un default, se licuarían rápidamente y la crisis sería de mayor profundidad, impactando todavía más en los sectores más desprotegidos. Con un acuerdo, en cambio, la salida de la crisis sería menos traumática ya que el sector privado obtendría acceso al crédito. No minimicemos las consecuencias de un default en el contexto actual. El país está a tiempo de evitarlo hasta el viernes 22.