Para garantizar el cumplimiento de la cuarentena social, preventiva y obligatoria dispuesta por el presidente Alberto Fernández para disminuir la propagación del coronavirus, varios intendentes del interior bonaerense dispusieron “toque de queda” en sus distritos. Esta forma de potenciar el aislamiento se suma a otra, dispuesta por un puñado de jefes comunales, que generó polémica: los bloqueos de accesos.
La decisión del “toque de queda” impone horarios a la apertura y cierre de la mayoría de los comercios, mientras que una sirena notifica a los vecinos cuando ya no pueden salir de sus casas. El aviso no corre para aquellos que cumplen tareas esenciales, contemplados en el decreto presidencial, como personal de salud, seguridad o recolección de residuos, entre otros.
“La finalidad es evitar la circulación innecesaria”, dijo el intendente Carlos Casares, Walter Torcchio, uno de los últimos en sumarse a la medida que ya avanzó en Ayacucho, Balcarce, Roque Pérez, Lezama y Puán, entre otros. “Fijamos un horario porque hemos corroborado que mucha gente se quedaba circulando y no había forma de controlar”, agregó. En Casares, la mayoría de los comercios abre de 8 a 18 y a las 18.30 los bomberos activan la sirena advirtiendo que quien sea encontrado fuera de su casa sin la justificación que ampara el decreto presidencial será detenido.
Un horario similar impuso Gustavo Barrera en Villa Gesell. El jefe comunal explicó a Letra P que tomó esa decisión “para tener menos circulación y, por ende, menos riesgo de contagio”. Y advirtió que la medida cumple con el objetivo: “Después de las 18.30 casi no hay gente en la calle”.
A diferencia del conurbano, el interior bonaerense ha registrado pocos casos de pacientes con resultados positivos de coronavirus. Con el objetivo de que ese escenario no se modifique, los intendentes de estos municipios han desplegado artilugios para evitar que el avance de la pandemia llegue a sus distritos.