BIO. Politóloga. Fue directora del Instituto Nacional de Juventud cuando Carolina Stanley estaba a cargo del Ministerio de Desarrollo Social. En 2017 fue concejala de Almirante Brown. En 2018, en plena marea verde, se hizo cargo de la Presidencia de la Juventud Pro. Es autora de la Ley Yolanda, que obliga a funcionarias y funcionarios a capacitarse en medio ambiente.
Por Zoom, con Letra P.
-¿Cómo cree que van a avanzar los proyectos de interrupción voluntaria del embarazo y de los 1000 días en la Cámara?
-Ambos proyectos van a avanzar, primero, porque el hecho mismo de que hayan sido presentados indica políticamente que están los avales para avanzar. Del oficialismo no se hubiesen arriesgado a presentarlos. Además, después de darnos un debate tan extenso y tan complejo en 2018, hoy estamos para hacer un debate un poco más conciso. Lo interesante de 2018 fue que la cuestión de las familias, las maternidades, las paternidades -porque aborto es un paso más en ese sentido- llegó a la mesa de cada argentino y argentina del domingo. Tengo toda la fe puesta en que vamos a tener finalmente ambas leyes en la mano.
-¿Cómo son las discusiones en el bloque del PRO, donde hay diferencias muy marcadas entre quienes están a favor y quienes están en contra?
-El debate está siendo respetuoso; obviamente, álgido, como siempre porque es un tema donde no hay disciplina partidaria sino que es, siempre fue, libertad de conciencia, libertad de expresión y libertad de voto, y donde la pertenencia partidaria en este tema no es lo que define. Por ahora no se ha cruzado ningún rubicón del que no se pueda volver atrás y tenemos mucha expectativa puesta en evitar fisuras internas, no solo del bloque sino del interbloque.
-¿Cómo evalúa las agresiones a legisladoras y legisladores que manifestaron públicamente su intención de votar a favor del aborto legal?
-Eso a mí me preocupa a nivel geopolítico, latinoamericano y argentino porque es también una expresión de extremismos que también están creciendo, que antes, o no existían, o no se expresaban, o no se unían en expresión activa política. Eso genera un quiebre más fuerte todavía que el partidario, que es el institucional o el democrático, digamos. Ahí, como la cancha en donde jugamos, donde podemos tener unas grandes diferencias, cada vez ojalá menos, pero siempre es la cancha de la democracia. La violencia política en general, y la violencia en cualquiera de sus formas, va en contra de cualquier posibilidad de avanzar hacia una sociedad mejor.
-¿Los que agreden son sectores representativos?
-Hay sectores que espero sean minoritarios, pero se expresan como si no lo fueran, entonces, ahí está la tensión, porque para muchos puede parecer una expresión más representativa de lo que es. También en algunos casos genera miedo porque uno cuando se mete en política, lamentablemente acarrea a su familia, que no tienen por qué sufrir o padecer decisiones tan personales de cada uno. Eso lo repudio enormemente. Me preocupa, no sólo en temas de aborto, sino en general, fue un año con mucha violencia política. Me gustaría levantar la idea de que la política está al servicio de la gente y lo conecto con el aborto, que genera mucha violencia a nivel personal porque trae, de nuevo muchas experiencias que a veces son traumáticas y a veces vienen con mucha hipocresía. He visto muchas dobles varas, personas que han atravesado esa situación o han hecho atravesar a otras personas por esa situación y se manifiestan explícitamente en contra. Nuestra responsabilidad como sociedad es expresar que la política es una herramienta de transformación y, si no lo es, transformarla, pero no dejar que esto crezca porque puede ser muy peligroso para nuestra vida democrática.
-Usted estuvo al frente de los jóvenes PRO. ¿Cómo ve la situación de las mujeres en términos de rosca política, de rosca partidaria?
-Hace poquito, empecé a dar clases en la Universidad de Almirante Brown y di un texto de Dora Barrancos que dice que el tiempo como inversión para los varones, en política, el tiempo ese del asado, el tiempo de la rosca, el tiempo de pasarse el fin de semana entero reuniéndose con personas vinculadas a la política, quizás no con sus familiares, es visto como inversión para el futuro, para el cierre, para las relaciones personales, y que para las mujeres es visto como una “pérdida” porque le resta tiempo a actividades vitales a las que les ponen todavía mucho ahínco como la vida familiar, los cuidados del hogar, etc. Esto sigue siendo así, pero a la vez, también yo siento la responsabilidad, como mujer en política, de no correrme de esas mesas, o esos espacios partidarios dominados más por varones que por mujeres. Me ha pasado muchas veces estar en reuniones de todos hombres y sentir una cierta incomodidad y conscientemente decir: “yo no me bajo de esta reunión”, o sumo otra mujer y voy o me quedo igual, porque si no cómo abro el camino para otras. Es muy ejemplificador ver a otras mujeres como María Eugenia Vidal, Carolina (Stanley), Silvia Lospennato, que lo hacen también, te hacen sentir que no estás sola.
-Vidal y Stanley se manifestaron públicamente en contra y los dos grandes referentes del PRO, Macri y Rodríguez Larreta, también. ¿Cómo convive con ese gran desacuerdo en un tema tan crucial?
-Quizás por este ánimo de pluriverso o de pluralismo que siempre militó el PRO, no se menosprecia o se subestima al otro en función de su postura. Nuestros líderes en general son personas muy abiertas al diálogo y a entender de alguna forma también a las nuevas generaciones, qué es lo que va sucediendo, más allá de sus posturas personales. Por eso también, internamente en el bloque del PRO nos organizamos, los verdes y los celestes y también hicimos un grupo llamado “el grupo turquesa”, de convivencia democrática, de la no violencia entre nuestros espacios de pertenencia en términos de aborto. Lo hicimos en 2018 y ahora lo reactivamos.
-¿Y cómo funciona?
-La primera actividad que tuvimos este año fue a raíz del escrache a (Facundo) Suárez Lastra, la propuesta de armar una nota repudiándolo que surgió de los celestes, que vale doble.