La mejor estrategia es la reconstrucción

Sin Cristina en la escena, Alberto Fernández reforzó su liderazgo peronista. Necesitaba brindarle contenido a una militancia que defienda su gobierno.

Cada 17 de octubre, el peronismo revaloriza sus místicas, mostrando su presencia territorial, sus consignas y su “presencia” en las calles. Esta vez en modo virtual, pero se hizo sentir en un contexto de necesidad comunicativa. 

 

Fue con cierta impronta tecnológica, con un formato 360 y virtualidad. El orador, Alberto Fernández, dada la inflexión de los tonos de su voz, recibió silencios y quedó a la espera de las ovaciones y la euforia militante, habitual en estos eventos. Nuevos formatos para un estilo comunicativo de siempre.  

 

Alberto Fernández necesitaba esta muestra de apoyo, reforzar su liderazgo peronista y disputar el centro ideológico. Pero sin duda, lo más urgente era generar una instancia de diálogo con la militancia. 

 

Estamos ante una pandemia, que casi ningún gobierno democrático de Occidente logra controlar. La situación se agrava en aquellos países donde los sistemas de salud están bordeando la saturación. La gestión pesa y los argentinos estamos agotados.

 

El apoyo al Gobierno, tras el banderazo del 12-O, parecía fundamental. El peronismo llegó nuevamente al poder hace menos de un año, pero acumula seis meses de caída en la aprobación de gestión. Sin duda, las causas son muchas y alguna preexistentes, pero el malestar social y económico activan la polarización. 

 

Este acto inédito también tuvo una ausencia estratégica. Cristina Fernández no quiso estimular la polarización social y política. Esto puede ser leído como otra señal de su rol de garante, para que Alberto Fernández pueda desarrollar su plan de gobierno y reforzar su liderazgo. 

 

No obstante, la vicepresidenta, estuvo presente en cada discurso de oradores y en cada video, con un aura similar a la de los grandes próceres del movimiento: Perón y Evita, Néstor y Cristina.  Hasta el mismo Presidente hizo referencia a ello: “Nacimos del amor de Perón y Evita y vivimos el de Néstor y Cristina”.

 

Se vio un Alberto reperonizado y respaldado por todos los gobernadores. Haciendo eje en los discursos tradicionales del partido, revalorizó lo logrado y recordó que el peronismo siempre está del lado de los desfavorecidos. Así, hizo hincapié en que su “política de pandemia” fue estar presente para las familias que más lo necesitaban. 

 

Tras los discursos más republicanos que suele evocar, Alberto Fernández, pareció reforzar en esta última semana su pertenencia partidaria y la necesidad de construir desde los ejemplos de los líderes. “Hay que incluir a los argentinos invisibles”, dijo, en una búsqueda por generar nuevas aperturas en un proceso de identificación ampliado, como lo hizo el kirchnerismo con los derechos humanos, la identidad de género, el matrimonio igualitario y la asignación universal. 

 

Alberto va al centro. Con un discurso similar al de la campaña de 2019, “es con todos y todas”, apelando a la agregación de visiones, dirigentes y ciudadanos. Instó a formar parte de la “reconstrucción de la Argentina",  una épica conocida en los gobiernos kirchneristas.  

 

Una de las intenciones de este acto pareció ser la de brindar a la militancia herramientas discursivas y contenido para defender al Gobierno en los debates democráticos con otros ciudadanos. En definitiva, introducir argumentos sobre los modos de interpretar las acciones que está llevando adelante la gestión nacional. 

 

Se trabajó al 17-O como un punto de inflexión. Recuperar la centralidad del espacio público, de muy fugaz paso por la oposición de Juntos por el Cambio, puede brindarle al gobierno del Frente de Todos la oportunidad de comenzar una épica interna y una reconstrucción de la gestión, sabiendo que los tiempos corren. 

 

Los resultados no se harán esperar. 

 

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