“Mauricio, vos no viviste el ´55, pero lo estás haciendo. Esto es igual. Y además, tenés a dos de los tuyos que están empecinados en hacerme la guerra”. La voz del papa Francisco resonó en su oficina del Vaticano. Lo escuchó el presidente Mauricio Macri, en la corta charla de quince minutos que mantuvieron. “Habla poco Mauricio”, comentó el Pontífice a uno de sus hombres cercanos cuando culminó el breve cónclave. Un rato antes se habían tomado una foto en la que el papa empezaba a dar señales corporales, gestuales, de las diferencias que ya estaban instaladas con el gobierno de Cambiemos y la forma de proceder en algunos frentes, sobre todo el social.
La foto de la discordia. El papa, con cara larga tras la charla con Macri.
Pasaron los días y Macri siguió de gira por Europa. En un alto del tour pidió hablar por teléfono con Jorge Bergoglio. “¿Sabe qué? Estuve pensando en eso que me dijo de que hay dos míos que lo pelean. Justo lo charlábamos con Marcos Peña, para saber quiénes”, le explicó Macri. Rápido, el papa, no dejó baches: “Ah, ya encontraste a uno”. El otro, el ecuatoriano Jaime Durán Barba, del que el religioso tuvo información de primera mano sobre embestidas contra Bergoglio acordadas con medios de comunicación afines al Presidente. Son los dos miembros de la mesa chica de Cambiemos que, además, abrieron la grieta con los católicos al jugar fuerte alimentando el crecimiento del evangelismo en Argentina.
Los que frecuentan a la cúpula eclesiástica -hoy volcada, en silencio y en público, a articular el pre pacto social que propone el candidato Alberto Fernández- aseguran que es imposible analizar el acercamiento directo de obispos y directivos con el albertismo y el resto de los grupos de poder si no se comprenden antes las razones del quiebre en el vínculo del papa con Macri. El resto del rompimiento lo hizo la crisis, el factor que precipitó el viraje casi total del Círculo Rojo en el post PASO.
Fernández, en su visita al Vaticano.
El sábado último, en el auditorio del sindicato de telefónicos de Foetra, Carlos Accaputo, titular de la Pastoral Social porteña, sentó en la misma mesa al salteño José Urtubey, directivo de la UIA, al presidente de Coninagro, Carlos Iannizzotto y al titular de la CGT, Héctor Daer. Desde la platea observaba, entre otros, Felipe Solá, posible canciller de un hipotético gobierno de Fernández, que compartió tribuna con uno de los pocos PRO que había en la sala, el senador Federico Pinedo. Accaputo es amigo íntimo de Daer, bautizó al dirigente de Sanidad y a su familia. En su oficina tiene un cuadro de Perón y es uno de los “papistas” que más caminan articulando en el Círculo Rojo. Habla con todos, entre ellos el líder de UPCN, Andrés Rodríguez, Mario “Paco” Manrique, el segundo de Ricardo Pignaneli en el SMATA, y un puñado nada despreciable de CEOs. El evento lo cerró el cardenal Mario Poli con un claro llamado al pacto social. Poli, el segundo detrás de Oscar Ojea, el presidente de la Conferencia Episcopal y primer bergoglista, terminó con un claro llamado al acuerdo que promueve Fernández. En Cambiemos no lo recuerdan bien: fue quien criticó al gobierno en el Tedéum del 25 de Mayo en la catedral porteña.
Accaputo, en el centro, el articulador con CEOs y gremios.
Ojea conoció a Alberto Fernández en 2018, cuando todavía no había sido pensado por Cristina Fernández como el candidato de Todos. Recientemente volvieron a verse y hablaron del tema económico, la necesidad de articular entre los sectores de poder y de una cuestión espinosa pero no definitoria: la posición del candidato sobre el aborto. La idea del ex jefe de Gabinete es la legalización, pero le contó al obispo que es complicado llegar a ese estatus porque no están los votos en el Congreso y que una solución intermedia sería la despenalización. Ojea no adhirió, pero agradeció la sinceridad. Los que lo tratan al religioso aseguran que le gusta que las cosas queden claras de entrada, le gusten o no le gusten. Es lo que no ocurrió con Macri y terminó poniéndole más espinas a una relación tormentosa. En su primer encuentro con el Presidente, el mandatario negó que fuera a poner el tema en agenda para luego instalarlo en plena campaña para las elecciones legislativas 2017.
Marcelo Colombo es el vice segundo de la Conferencia Episcopal, ex obispo de Mendoza e impulsor de la canonización de monseñor Enrique Angelelli. Otro de los línea papal que articula con sectores de poder. Aclaran desde el entorno de los hombres de Ojea que “las charlas son por ahora eso” y nada más y que no hay un vuelco político hacia el peronismo en la faz partidaria. Tampoco admiten en público que el hilo conductor de todos ellos es el rechazo a una forma de hacer de Cambiemos. Para el posicionamiento público hay tiempo y hay que esperar a octubre, explican, pero sin descuidar el colapso social y, para eso, arman con CEOs y sindicatos.
Lo propio hace el obispo de Lomas de Zamora, Jorge Lugones, que encabeza la Pastoral Social Nacional. Lugones fue quien, en 2018 y a principios de 2019, armó eventos cerrados que trascendieron y que mostraron la arqueología de lo que hoy es el pacto que pide Fernández. Uno de esos encuentros fue en la Universidad de Lanús, donde juntó a la CGT, los Moyano y otros gremios con dirigentes de peso como el presidente de la UIA, Miguel Acevedo, y uno de los vices, el santafecino Guillermo Moretti, reconocido peronista. Allí estuvo además el “Vasco” José Ignacio De Mendiguren, quien recordó aquel evento como algo parecido al Diálogo Argentino con Eduardo Duhalde, en la crisis de 2001. Lugones es otro de los que expresó públicamente, con su estilo propio, la crítica al Gobierno en materia social. Lo describen como más institucionalista, un jesuita “retraído” con un estilo más delicado.
En La Plata, pero con más roce político, trabaja Víctor Manuel Fernández. Ex rector de la Universidad Católica (UCA), “Tucho” charla con sectores de poder y sigue la línea del papa. En el cuello lleva una cruz, un perfil del buen pastor, igual al que tiene Francisco. Se lo obsequió el Pontífice.
Daer tiene amistad con el papa y con Accaputo. Es el hombre clave en el contacto con la iglesia.
El rol de la Iglesia fue clave para Macri en las elecciones de 2015. Los curas militaron y derramaron en los fieles la idea del “narco candidato”, por lo que fue apuntado el por entonces candidato a gobernador bonaerense Aníbal Fernández. Eso arrastró los votos hacia María Eugenia Vidal, que fue gobernadora y condujo a Macri a la presidencia.
Hoy cuentan los religiosos que el escenario es radicalmente opuesto, que la crisis se llevó puesta cualquier lectura más allá de la coyuntura urgente del alimento y que el plano político modificó hábitos. Citan la decisión de Cristina Fernández de Kirchner de seleccionar a Fernández como el punto de partida de una relación que esperan sea, si es elegido, “de diálogo” con un peronismo más centrista y hasta más pragmático y menos ideologizado en algunos temas.