Las encuestas en el centro de la escena

En las semanas previas a las elecciones la relación parece invertirse: dejamos de ser los consultores quienes observamos y comienzan a ser los sondeos electorales (y quienes los firmamos), los que somos puestos bajo la lupa de la opinión pública. Dudas, cuestionamientos, algunas preguntas para conocer cómo se construyen las encuestas y cierta desconfianza fundada en la dispersión de las cifras.

 

Jaime Durán Barba, un consultor profesional y de experiencia, afirmó hace muy poco tiempo que “muchos cometen el error de dejarse llevar por la lectura inocente de los números de las encuestas (…) Las encuestas  son solamente instrumentos para orientarse en una sociedad en cambio permanente y los resultados de una elección dependen de la coherencia de acciones que se realizan a lo largo del tiempo, que terminan provocando un resultado”.

 

Su postura quedó verificada el domingo en las urnas. Luego de siete “segundos semestres” de promesas incumplidas, Mauricio Macri recibió el golpe de knockout, mientras la mayoría de las encuestas pronosticaban paridad. Pero la mayoría no son todas. Un pequeño grupo de consultoras, con mesura y dificultades para ser escuchadas, sostuvimos durante los últimos meses una tendencia: la racionalidad electoral mostraba que Alberto Fernández sería el futuro presidente.

 

Desde la Consultora Proyección M&C, observamos desde el inicio del año electoral, un escenario de polarización pero nunca de paridad.

 

Incluso, afirmábamos que la polarización -estrategia alimentada por el entorno de Mauricio Macri- podría empujar al Frente de Todos al 45. Finalmente el empujón fue drástico y rompió la barrera antes de lo esperado.

 

 

 

Es cierto que las encuestas son herramientas fundamentales en el diseño de estrategias políticas, que deben ser combinadas con otros métodos para comprender en profundidad las fluctuaciones de sociedades hiper-complejas. También es importante aclarar que muy poco de lo que se mide se publica.

 

Si bien no tienen la obligación de adivinar el futuro, sí tienen la capacidad de observar tendencias, que no se traducen en cifras ni predicciones exactas, pero se aproximan con ciertos niveles de certeza al pulso de la opinión pública.

 

Luego de la elección, quedó en evidencia cuándo fueron utilizadas para construir operaciones e influir en las agendas, o en cambio, cuándo fueron hechas con honestidad. Nuestras mediciones del último año identificaron con altos niveles de precisión el clima electoral y sus variaciones.

 

Los primeros meses era clara la caída interanual de la imagen del gobierno nacional, impulsada principalmente por la situación económica, el precio del dólar y la inflación. Un amplio segmento había perdido la confianza en el gobierno y se había producido un quiebre determinante: la expectativa en la mejora económica había disminuido en cantidades significativas y sostenidamente.

 

En la oposición, Cristina Fernández de Kirchner aportaba el mayor caudal electoral, pero necesitaba ampliarlo para ganar. Tanto su imagen positiva como su imagen negativa eran profundas. Frente al amor de sus seguidores se había consolidado un nivel de odio explícito. Sin embargo, la evaluación de su gestión era mejor que la de Macri y en el eje “cómo estabas antes y cómo estás ahora” consolidaba su discurso.

 

Mientras tanto, la falta de definición respecto al gobierno diluía la avenida del medio. Su falta de acuerdo desgastaba su imagen. Sus idas y vueltas le restaban credibilidad.

 

El golpe final se lo dio Cristina Fernández de Kirchner con el anuncio de la candidatura de Fernández, lo que fue sin dudas el hecho político más relevante del año electoral. Luego el traspaso de Pichetto a Cambiemos y la alianza del kirchnerismo con Massa, fueron consecuentes con lo que sostenían las encuestas: para salir de la crisis económica, era momento de acuerdos institucionales y de consenso. No parece casualidad que los nombres de los tres principales frentes sean: Consenso, Todos y Juntos.

 

En este mismo sentido nuestras encuestas aseguraban que no era momento para outsiders, sino para políticos con trayectoria y espalda.

 

Finalmente, la tendencia a la polarización se consolidó y la tercera vía comenzó su proceso de descomposición. Los Fernández se acercaron paulatinamente a los 40 puntos. Ya hacia fines de junio nuestras encuestas lo mostraban sólido sobre los 42 puntos y a Macri con dificultades para acercarse a los 35.

 

La medición de la primer semana de julio en el área metropolitana de Buenos Aires, el lugar con mayor densidad poblacional del país, nuestros números marcaban una diferencia de 15 puntos: F-F 45,1 / MP 30,2 / LU 7,8.

 

El resultado del domingo confirmó la tendencia en esa región: F-F 49,04 / MP 30,4 / LU 7,7.

 

 

 

Mientras tanto, en CABA mostrábamos a Lammens sobre los 30 puntos y a Larreta en 45. ¿Qué nos decían? “Imposible Larreta debajo de los 50”. La evidencia está en las urnas. 

 

 

 

Un capítulo aparte merece la Provincia de Buenos Aires. En Marzo, para algunos analistas Axel Kicillof no tenía la capacidad de ser candidato a gobernador y tenía un “techo de 38”. Pero nuestras encuestas lo mostraban muy por encima (casi 20 puntos) del resto de los postulantes del PJ y luego de confirmarse su candidatura, se posicionó en primer lugar siempre en torno a una diferencia de entre 4/5 y arriba de los 42 (con una diferencia mayor en GBA)

 

 

 

La dificultad para predecir la amplia brecha que obtuvo Axel Kicillof, se basó en que un 39% de los encuestados afirmaban que votarían a Vidal, mientras que un 33,5% a Macri. Se anunciaba un corte de boleta que no sucedió. En cambio, el Presidente desplomó a María Eugenia Vidal, que en sus apariciones en los medios de comunicación durante la semana previa a las elecciones, transformo los aciertos del 2015 en errores que le costaron la gobernación. Se trató de la mayor sorpresa y la que dio el impulso al triunfo categórico de Todos.

 

Más allá de los niveles de precisión, al hacer un repaso de nuestras mediciones se pone en evidencia la honestidad y la coherencia con la que realizamos nuestro trabajo.

 

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