ELECCIÓN PRESIDENCIAL

Guatemala va a segunda vuelta con agenda conservadora en seguridad y género

Sandra Torres y Alejandro Giammattei competirán en el ballotage. Ambos tienen posturas conservadoras y han estado envueltos en casos de corrupción. EE.UU., preocupado por el narcotráfico.

Con apenas un 58% de participación, los guatemaltecos postergaron el domingo la decisión sobre quién será su próximo presidente ya que ninguno de los 19 postulantes superó el umbral del 50% establecido por la Constitución, por lo que deberán volver a votar en el ballotage previsto para el 11 de agosto. Escrutado el 94% de los votos, en la segunda vuelta deberán optar entre la ex primera dama Sandra Torres, del socialdemócrata UNE, que obtuvo el 25,27% de los votos, y el conservador Alejandro Giammattei, que la secundó con el 14,08%.

 

Más atrás quedaron otros candidatos de tendencia centroderechista como Roberto Arzú (hijo del ex presidente Alvaro Arzú) con 6,19% y el ex diplomático Edmund Mulet (11,32%), mientras que la única candidata con perfil de izquierda, la indígena maya Thelma Cabrera, se quedó con el 10,47%. El voto en blanco y nulo llegó al 13,17%.

 

Proscriptas por distintas razones “legales” las candidaturas de la ex fiscal anticorrupción Thelma Aldana y la hija del ex dictador Efraín Ríos Montt, Zury Ríos, estas elecciones se caracterizaron por un bajo nivel de participación, acentuado además por el desencanto vigente con el actual presidente Jimmy Morales, un ex cómico de TV que ganó las elecciones en 2015 con un discurso anticorrupción pero que en enero pasado dio por terminado el convenio con la ONU que permitió a la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) llevar a la cárcel al ex presidente Otto Pérez Molina, acusado de corrupción.

 

Pero cuando la CICIG comenzó a investigar presuntos actos de corrupción del presidente Morales, este enarboló un discurso de defensa de la soberanía y contra la injerencia extranjera con el que justificó, primero, la hostilidad hacia la CICIG y sus integrantes y, después, el fin del convenio. En el medio, abrazó la causa anti aborto y pro familia, confrontando con la CICIG y los políticos que la defendían, en línea con las posturas pro aborto y pro agenda de género que defiende la ONU. En Guatemala, como en toda Latinoamérica, la agenda de género es impopular y en esta elección la mayoría de los postulantes la rechazó.

 

Hay también entre los analistas guatemaltecos sospechas de que el afán judicial de la ONU-CICIG se esconde el interés norteamericano por limpiar de corrupción la política latinoamericana. El objetivo es facilitar la participación de sus empresas en negocios de obra pública en la región, en desmedro de las empresas chinas que -según el Departamento de Estado norteamericano- son más proclives a realizar prácticas corruptas, algo de lo que, se supone, sacarían ventaja.

 

 

Pero lo que más preocupa a EE.UU. del proceso electoral es que los cárteles de la droga y el crimen organizado extiendan sus tentáculos en las alcaldías y en los municipios en los que operan e incluso en el Congreso de Guatemala, país que constituye un punto de tránsito de parte de la cocaína que va de Colombia a Estados Unidos.

 

Durante esta campaña, el candidato presidencial Mario Estrada y el postulante a diputado Julio José Rosales fueron detenidos, acusados de vínculos con el cártel de Sinaloa. La lista incluye también a ex convictos y familiares cercanos encarcelados o que han pagado condenas por narcotráfico.

 

En el medio, está un país con un Estado al borde de ser considerado fallido no solo por la corrupción persistente sino por los elevados índices de violencia prevalecientes, por sus millones de exiliados y por su economía basada en las remesas que envían los guatemaltecos residentes en EE.UU., por encima de lo que generan las exportaciones agropecuarias y el turismo.

 

Lo cierto es que, de cara al ballotage, Torres -que se hizo popular por impulsar planes de asistencia social- no la tiene fácil. En 2015 le tocó enfrentar en ese escenario a Morales y fue ampliamente derrotada por lo que muchos analistas veían en la disputa por el segundo puesto, la disputa más importante de esta elección.

 

Giammattei, en tanto, fue director del Servicio Penitenciario y ha basado su campaña en la promesa de aplicar políticas de mano dura como la pena de muerte y la utilización de las FF.AA. en el combate contra el delito, pero esta es la cuarta vez que se postula a presidente y siempre resultó derrotado.

 

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