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Las cuatro elecciones a gobernador de este fin de semana no arrojaron sorpresas; más bien confirman la tendencia que se viene dando hasta ahora en la que los oficialismos provinciales retienen el poder. En Entre Ríos, Tucumán, Chubut y Jujuy los oficialismos reeligieron sin problemas pero con contornos diversos. El denominador común, en todos los casos, es la fuerza de arrastre en las elecciones locales de la caída de la imagen del gobierno nacional. En la disputa entre el ancla y el salvavidas, metáfora recurrente para señalar las relaciones de fuerza entre el poder central y los candidatos provinciales, el ancla parece mandar.
En Entre Ríos prácticamente se reeditó el resultado de las primarias. En aquel momento, Bordet sacó el 58,29% de los votos, ahora 57,5. Mientras que Cambiemos, liderado a nivel provincial por el radical Benedetti pasó de obtener 33,63% en abril de este año a 35,4% en las generales. Pero si comparamos con la misma elección en 2015, se observa un retroceso para el espacio de Cambiemos. En el 2015, con De Angeli como candidato a gobernador, el frente obtuvo un 39,4, perdiendo 4 puntos entre elecciones a gobernador.
Algo similar cabe decir respecto de Tucumán, donde también se observa una pérdida sustancial de votos para el oficialismo nacional. Es cierto que el tablero presentado guarda grandes diferencias: si había dos grandes espacios en pugna en el 2015, la elección del 2019 tuvo cuatro figuras protagónicas: el propio gobernador, su ex socio Alperovich, Silvia Elías de Pérez –cuyas declaraciones intentaron separarse de Cambiemos- y Bussi hijo. A pesar de un tablero nuevo, Manzur hizo una elección de contornos similares a las de 2015. Hace cuatro años sacó 53,6%, muy cerca de los 50,9% que obtuvo en el conteo provisorio. La gran novedad es el desplome de Cambiemos que en 2015, embanderado con el plan Belgrano, Cano obtuvo el 41,5% de los votos mientras que Elías de Pérez apenas si llegó a los 20 puntos.
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Arcioni, que llega a gobernar la provincia tras la muerte de Das Neves, logra consolidarse en su provincia con el 41,3% de los votos y se sobrepone a Linares, candidato kirchnerista que ganó la primaria del Frente Patriótico Chubutense y cuyos candidatos, sumados, superaban a Arcioni por poco. Este caso constituye una rara avis de la política. Arcioni logró imponer su fórmula ante kirchneristas y macristas. También acá Cambiemos sufrió una pérdida de acompañamiento en la fórmula de Menna, candidato radical que apenas obtuvo el 15,5% de los votos. Hace apenas dos años, en el 2017, Cambiemos superaba los 30 puntos.
La buena noticia para el gobierno es la primera gobernación obtenida con la reelección de Morales en Jujuy. Pero aquí también estamos ante una rosa con espinas. Morales, que en 2015 había obtenido el 58,3% de los votos, en esta elección no logró superar los 45 puntos.
Tal vez, el síntoma más elocuente del ánimo político se pueda apreciar en el cambio de signo en varias de las ciudades capitales. Cambiemos viene de perder en Córdoba y en Santa Rosa y también en las primarias en la ciudad de Santa Fe. Ahora se suma Paraná. En estos casos se trata de una pérdida en la que hay que poner doble ojo, pues Cambiemos llega al poder con el acompañamiento de los sectores medios urbanos.
Cuando los resultados electorales se ven desde la perspectiva provincial es difícil e incorrecto extrapolar los resultados a nivel nacional. Pero en lo global, se puede ir observando la merma del rendimiento de Cambiemos. Veremos en lo que sigue, si los vientos son de cambio, tal como vienen mostrando las elecciones, o si estamos ante el tiempo del triunfo de los oficialismos, incluso el nacional.